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AnálisisGustavo Morales

Sobornos, alteración en la batería y la sombra de la CIA, las claves de los ataques contra Hezbolá

Probablemente el espacio que ocupaba la batería de los dispositivos usados en el ataque era mitad explosivo y mitad batería auténtica

Restos de un walkie-talkie que explotó sobre un sofá de una casa en Baalbek, en el este del LíbanoAFP

Durante dos días, Líbano y también partes de Siria donde tiene presencia el autodenominado Partido de Dios libanés han sido arrasadas por los miles de aparatos de comunicación que emplean los milicianos chiíes de Hezbolá. No ha sido un ataque aéreo ni fuego artillero, sino una operación clandestina de precisión planificada con tiempo, discreción e inteligencia que se vio obligada a ser adelantada, y no coordinarse con operaciones mayores como estaba previsto, por las sospechas de Hasan Nasralá, el actual secretario general del partido político y cuerpo armado libanés chií Hezbolá.

Andrea Polidura informa en El Debate de esos dos días negros para el chiísmo armado libanés. Entre los miles de heridos se cuenta y el embajador persa en Líbano, Mojtaba Amani, cuando los buscapersonas que utilizaban para comunicarse, evitando los teléfonos móviles muy controlados por Israel, explotaron el martes. Las heridas, aunque leves, del diplomático iraní ponen de manifiesto si hiciera falta, una vez más, los profundos lazos entre Teherán y Hezbolá según denuncia la opositora iraní Masih Alinejad, afincada en Nueva York, «es una prueba más de que la República Islámica arma y financia a sus aliados, utilizándolos para sembrar el caos en la región».

«El mero hecho de que un embajador lleve consigo un dispositivo de Hezbolá dice mucho sobre las prioridades del régimen y sus afiliaciones terroristas», escribe Alinejad en sus redes sociales.

Lo más probable era que las explosiones fueran el resultado de una interferencia buscada en la cadena de suministro. Introduciendo explosivos diminutos dentro de los buscapersonas encargados por Hezbolá antes de su entrega, para después activarlos todos de forma simultánea a distancia, con una señal de radio tras comprobar que su propietario ha leído el mensaje.

Un exoficial experto en el manejo de explosivos del Ejército británico dijo que un dispositivo explosivo tiene cinco componentes principales: un recipiente, una batería, un dispositivo activador, un detonador y una carga explosiva. «Un beeper ya tiene tres de esos. Sólo necesitarías añadir el detonador y la carga», explicó el militar, que mantuvo su anonimato porque ahora se desempeña como consultor con clientes en Oriente Medio.

«El reducido tamaño de la detonación es similar al causado simplemente por un detonador eléctrico o uno que incorpora una carga extremadamente pequeña y muy explosiva», explicó Sean Moorhouse, antiguo militar inglés y experto en el desmantelamiento de dispositivos explosivos.

Para cuando se produjo el ataque, «probablemente el espacio que ocupaba la batería era mitad explosivo y mitad batería auténtica», apuntó Carlos Pérez, director de inteligencia de seguridad en TrustedSec.

El grupo Hezbolá acusó a Israel por las explosiones mortales, que parecen ser la consecuencia buscada de una operación meticulosamente planeada durante mucho tiempo en el mayor de los secretos y con muchas complicidades.

Las explosiones ocurrieron en múltiples ubicaciones del Líbano y Siria, y generaron pánico y caos

Tras el presunto ataque israelí del pasado martes y miércoles, Nasralá, líder del grupo armado libanés Hezbolá, pidió de nuevo a los miembros del grupo que no usaran teléfonos móviles, advirtiendo que Israel podría utilizarlos para rastrear sus movimientos, incluso encendiendo sus cámaras y micrófonos, y atacarlos. La agencia estatal libanesa NNA informa de al menos tres fallecidos en la región oriental de la Becá, donde crece el hachís libanés.

Al menos una de las explosiones tuvo lugar cerca de un funeral organizado por Hezbolá para algunas de las víctimas del ataque del día anterior. Una periodista de The New York Times, presente en el funeral, informó de gritos por parte de los asistentes requiriendo apagar los móviles y quitarles las baterías. Los altavoces repetían las mismas consignas a la multitud.

Una maniobra de Inteligencia

Es evidente que alguien supo de los pedidos de buscapersonas y de walkie-talkies del Partido de Dios libanés a una empresa de Taiwán que encargó su fabricación a la firma europea BAC con sede en la capital de Hungría, Budapest. El Mosad interceptó el envío con discreción, usando el soborno primero y la amenaza después, con la complicidad de la CIA denuncian algunos, y manipuló con tecnología avanzada los aparatos de comunicaciones que después hizo llegar discretamente con toda normalidad a su destino donde se distribuyeron entre los responsables de la guerrilla confesional libanesa.

Todas las miradas se vuelven hacia el pequeño instituto de Inteligencia israelí, pequeño en tamaño y grande en eficiencia, conocido como Mosad que recientemente también pudo ser responsable del asesinato del líder de Hamás, Ismail Haniya, en una operación de precisión en el corazón de Teherán, cuando el palestino asistía a las exequias del presidente iraní Ebrahim Raisí fallecido en un insólito accidente de helicóptero no aclarado y a la toma de posesión del nuevo jefe de la República persa, Masoud Pezeshkian, más razonable. Fue una humillación para Irán pues el terrorista se alojaba en un edificio de la Guardia Revolucionaria iraní en medio de la capital persa.

Teherán, arropado ahora por los BRICS, donde está la República Popular China, entiende que la participación de Taiwán en la cadena de suministro de los buscapersonas supone una intervención directa de Washington en la operación israelí. Además, Hezbolá es uno de los aliados preferidos de Teherán pues el líder de la Revolución, Alí Jamenei, participó con miembros de la Guardia Revolucionaria iraní personalmente en su fundación en Líbano, donde ya actuaba la milicia Amal.

El Mosad cuenta con el apoyo de la Inteligencia militar hebrea conocida como Aman y del Shin Bet. En cualquier caso, como es costumbre, no reivindica la acción que pasará a los anales de las operaciones de Inteligencia. El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, felicitó el miércoles al Ejército y al Mosad por sus «grandes logros» sin especificar cuáles.

Como no podía ser de otra manera, Human Rights Watch (HRW) lo considera terrorismo de Estado, condena los hechos y ha calificado de ilegal el empleo de este tipo de explosivos: «El Derecho Internacional Humanitario prohíbe el uso de bombas trampa, para evitar poner a la población civil en grave peligro», señaló Lama Fakih, directora para Oriente Medio y Norte de África de la organización HRW. En el mismo sentido se expresó el enviado del Líbano ante la ONU, Hadi Hachem, también dijo que la detonación de dispositivos por parte de Israel en el Líbano y Siria equivalía a una «agresión que se convertía en un crimen de guerra».