Israel llama a filas a más reservistas y amenaza con una invasión terrestre del sur del Líbano
Ante la creciente escalada entre Hezbolá e Israel, este último ha decidido trasladar, en los últimos días, a varias brigadas que operaban en la Franja de Gaza a la frontera con el Líbano, entre las que se encuentra la 98º División de Paracaidistas, encargada del avance terrestre en el enclave palestino. La movilización de esta unidad de élite, junto con la llamada a filas, este miércoles, de otras dos brigadas de reservistas para realizar «misiones» en el norte, son claros indicativos de que las tropas hebreas se preparan para entrar en el sur del país del cedro.
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Un escenario que para ambos países sería catastrófico, pero que, tanto Tel Aviv como Beirut, dan cada vez más por hecho. «Hemos entrado en una nueva fase de la campaña, y debemos estar plenamente preparados para las maniobras y la acción», aseveró, este miércoles, el jefe del Mando Norte, el general Uri Gordin, durante una visita a los soldados desplegados en la frontera libanesa. En este sentido, el general explicó que, con los últimos ataques, el Ejército israelí ha asestado «un importante golpe a las capacidades de Hezbolá, centrado en su capacidad de fuego, y un golpe muy significativo a los mandos y operativos de la organización».
Aun así, el general de División aseguró que Israel debe «cambiar la situación de seguridad», y estar fuertemente preparado para entrar [en el Líbano] en una maniobra [terrestre]». En esta misma línea se pronunció el jefe del Estado Mayor, Herzi Halevi, que poco después aseguró frente a los soldados que sus botas militares «entrarán en territorio enemigo». Las cartas ya están sobre la mesa. Al igual que está ocurriendo ahora en el Líbano, en Gaza, el Ejército israelí lanzó una oleada de ataques aéreos sin precedentes, cuyo objetivo era diezmar la infraestructura de Hamás, para posteriormente iniciar la operación terrestre que dura hasta el día de hoy. Israel lleva bombardeando el sur y este del país del cedro sin descanso desde hace días.
Asimismo, ha ejecutado diversos «ataques selectivos» en el sur de Beirut, contra la cúpula militar de Hezbolá. En tan solo cinco días, los ataques aéreos israelíes contra el barrio beirutí de Daniyeh –feudo de la milicia chií libanesa–, han acabado con la vida del jefe de la fuerza Al Radwan, Ibrahim Aqil, y del jefe de la unidad de misiles Ibrahim Muhammad Kabisi. A pesar de los duros embistes israelíes, Hezbolá mantiene el pulso y, este miércoles, lanzó, por primera vez, un misil tierra-tierra hacia Tel Aviv, interceptado por la defensa antiaérea. El grupo terrorista libanés indicó, en un comunicado, que el objetivo del misil Qader era la sede del Mosad, el servicio de Inteligencia exterior israelí, al que acusan de estar detrás de las explosiones de sus sistemas de comunicación.
La semana pasada, la explosión de miles de buscapersonas y walkie talkies de Hezbolá dejaron a cientos de sus milicianos fuera de combate y generó una paranoia que se ha instaurado, hasta día de hoy, en el seno de la milicia. La guerra de baja intensidad que Israel y Hezbolá llevan librando casi un año ha escalado de manera vertiginosa. El Ejército hebreo ha informado de que este miércoles ya ha atacado más de un centenar de objetivos de la milicia. Una ofensiva que se ha llevado por delante la vida de casi 600 libaneses y ha provocado unos 90.000 desplazados desde el lunes, según datos de Naciones Unidas.
El Gobierno libanés se ha visto obligado a activar el plan de emergencia nacional para poder asistir a los civiles que huyen de las zonas bombardeadas por Israel. A lo largo de todo el país se han acomodado escuelas y otros centros públicos para alojar a los desplazados, mientras que los atascos en las carreteras que unen el sur del país con la capital siguen siendo habituales. La historia parece repetirse 18 años después del conflicto de 2006. El primer ministro, Benjamin Netanyahu, incluyó como nuevo objetivo de guerra el regreso de los civiles – unos 60.000– al norte del país. Los militares israelíes están preparados para una invasión, a la espera de que se dé la orden.