El portavoz de las FDI, Roni Kaplan, habla con El Debate
Israel y el Líbano, al borde de una guerra abierta: «Hezbolá debe entender el mensaje o golpearemos cada vez con más fuerza»
El Líbano sufrió, este lunes, la jornada más letal desde que el pasado 8 de octubre, la milicia chií libanesa Hezbolá decidiera abrir un segundo frente contra Israel en solidaridad con sus «hermanos» de Hamás, en la franja de Gaza. La aviación israelí bombardeó hasta 1.300 objetivos de la organización terrorista a lo largo de todo el país, desde el sur, hasta el valle de la Becá, pasando por el norte, en la frontera con Siria.
El ataque causó 558 muertos, entre ellos niños, mujeres y trabajadores sanitarios, y más de 1.800 heridos, según hizo público el Ministerio de Salud libanés. El Ejército hebreo había pedido previamente a los civiles libaneses que abandonaran los edificios y zonas utilizadas por Hezbolá «para almacenar armas». Los avisos llegaron a través de mensajes de texto, llamadas telefónicas y panfletos lanzados desde el aire.
El modus operandi recuerda al ya empleado por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) en Gaza donde, antes de cada operación terrestre, se exhorta a la población civil palestina a abandonar los barrios o áreas que se han convertido en su próximo objetivo. En la frontera norte, por el contrario, Hezbolá e Israel han tratado de contener los ataques para que la guerra de baja intensidad que libran desde hace casi un año no acabe por desbordarse.
Pero los ataques israelíes de la última semana contra las líneas de comunicación de Hezbolá –explosiones de walkie-talkies y buscas– y la eliminación de altos mandos de la milicia chií, entre ellos Ibrahim Akil, responsable de la fuerza de élite Radwan del grupo, sumados a esta última oleada de bombardeos, hacen temer lo peor.
Múltiples expertos han aseverado que, con todas estas acciones, Israel está buscando una respuesta de Hezbolá que le permita esgrimir un casus belli para invadir el sur del Líbano, echar a la milicia proiraní más allá del río Litani y crear una «zona de seguridad», para cumplir uno de los nuevos objetivos de la guerra: devolver a casa a los más de 60.000 civiles que tuvieron que ser evacuados del norte de Israel. El portavoz de las FDI, el capitán Roni Kaplan, en conversación con El Debate, ha asegurado que no hay una operación terrestre contra el sur del Líbano en marcha. «No es un plan de evacuación, es un plan de alerta temprana para los civiles», matiza.
Kaplan, en línea con lo que han venido diciendo los altos cargos del Ejército israelí, insiste en que se hará «todo» lo necesario para ofrecer seguridad a los civiles del norte de Israel. De hecho, ante el temor de nuevos bombardeos, las carreteras del sur del Líbano han sufrido numerosos atascos desde primera hora de la mañana. Pero a cada golpe de Israel, Hezbolá responde con mayor fuerza. Sin ir más lejos, este fin de semana, y tras sufrir la mayor ofensiva de los últimos once meses, la milicia chií libanesa lanzó un ataque masivo contra el Estado judío con más de cien cohetes, llegando a alcanzar la ciudad bíblica de Nazaret.
Así las cosas, y camino de cumplir un año bajo el fuego cruzado con Hezbolá, hay una pregunta obvia: ¿cuál es la línea roja para Israel? El portavoz del Ejército hebreo insiste en las demandas ya conocidas: que Hezbolá se niegue a salir del sur del Líbano y que «siga poniendo en peligro a nuestra población civil hasta tal punto que no puedan volver a sus casas». Kaplan, sin embargo, no se aventura a dar una horquilla de tiempo, para no dar «pistas» al enemigo.
«Hezbolá tiene que ser capaz de comprender el mensaje. De lo contrario, vamos a ir golpeando cada vez más y con más fuerza hasta que podamos restaurar la seguridad», asevera el portavoz de las FDI. Desde que Hezbolá abriera el segundo frente contra Israel, la organización terrorista ha lanzado más de 8.000 cohetes contra el norte del país hebreo, matado a 48 personas, herido a cientos y obligado a evacuar a más de 60.000 civiles. Kaplan explica que en la última semana ha existido «una dinámica de escalada de violencia».
La última oleada de bombardeos israelíes contra el sur, este y norte del Líbano confirma esta tendencia. «Conforme ellos sigan luchando, nosotros vamos a seguir operando cada vez con más fuerza», incide el militar israelí. Por su parte, la misión de paz de la ONU en el Líbano (FINUL) advirtió de que los ataques contra la población civil «pueden constituir crímenes de guerra». El portavoz de las FDI responde que la misión de los Cascos Azules no ha conseguido su cometido y es que Hezbolá cumpla la resolución 1701, que incluye el desarme de todos los grupos armados libaneses sin excepción.
Conforme ellos sigan luchando, nosotros vamos a seguir operando cada vez con más fuerzaPortavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI)
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, también mantiene la amenaza contra la milicia chií libanesa y aseguró que su país está alterando el «equilibrio de poder». «Nos enfrentamos a días complejos. Prometí que cambiaríamos el equilibrio de poder en el norte y eso es exactamente lo que estamos haciendo», apuntó Netanyahu en un mensaje grabado tras reunirse en la sede militar de Tel Aviv con el ministro de Defensa, Yoav Gallant, y el jefe del Estado Mayor del Ejército, Herzl Halevi. El Líbano se recupera de la jornada más sangrienta desde la guerra civil, mientras que Estados Unidos anuncia que enviará más tropas a Oriente Medio en medio de las crecientes tensiones.