Marcos Peña, escritor y exjefe de gabinete del Gobierno de Argentina (2015-2019)
Entrevista | Marcos Peña, exjefe del gabinete de Macri
«Es imperdonable ser complaciente con la idea de que la democracia está dada»
Tras dejar su cargo en el Gobierno de Argentina decidió compartir su experiencia en el libro El arte de subir (y bajar) la montaña
Con tan solo 38 años, Carlos Peña, como hombre de plena confianza del expresidente Mauricio Macri (2015-2019) movía los hilos del Gabinete del Gobierno de Argentina. Ahora, curtido por el paso por la política quiere compartir con las nuevas generaciones lo que aprendió sobre la dimensión humana del liderazgo.
En su obra, «El arte de subir (y bajar) la montaña» (Siglo XXI Editores), Peña revela los riesgos y las tentaciones del poder, los efectos en la psiquis humana, la necesidad de superar el «trauma» y la importancia de cuidar la salud mental. En entrevista en la redacción de El Debate profundizamos estos temas con este político reconvertido en escritor y consultor.
–¿Ha sido traumático su paso por la política argentina?
–Toda situación de liderazgo extrema, digamos de alto liderazgo político o no político, equivale a trauma, porque nuestro sistema nervioso no está diseñado para estar en estrés crónico y el nivel de exposición, de conflictividad, de toma de decisiones que tienes, te deja una huella y eso es un trauma al final del día.
Por eso, al igual que los soldados que vuelven de la guerra y tienen el síndrome postraumático, yo creo que todas las personas que han atravesado en cualquier lugar una experiencia de liderazgo extrema deberían pensar en la necesidad de procesar esa experiencia, porque si no terminas en una disociación, en una depresión, en un cinismo, en una desconexión, en distintas cosas donde pagas la factura.
–¿Qué vínculo estableces entre la salud mental y la fama?
–Creo que es el punto ciego. No vemos que no estamos hechos para estar tan expuestos. Nuestro sistema nervioso tiene mucha información sobre lo que otros opinan de uno y cuando mucha gente te está mirando, eso también te genera un nivel de estrés muy fuerte porque te reduce la experiencia de vida.
En términos de libertad, vos tenés menos margen de maniobra, podés vivir menos como una persona normal y eso afecta sin duda la salud mental.
–¿Cómo logró el PRO y Macri romper con la hegemonía peronista?
–Creo que que fue un mérito centralmente de los votantes argentinos, que en un proceso que fue creciendo con los años ayudó a construir una mayoría no peronista, que fue el gobierno de Cambiemos.
Tuvo mucho que ver con la posibilidad de construir una propuesta superadora, una propuesta de futuro, una propuesta que marcara un rumbo alternativo y un método alternativo, y no tanto un ataque de confrontación solamente, digamos, por la negativa, como había pasado muchas veces.
La vocación de construir una coalición amplia, pero con un conjunto de valores y de sentido común, creo que respondió mucho a esa capacidad de liderazgo a Mauricio, que integró gente muy diversa, de distintas corrientes políticas o gente que no hacía política. Eso marcó un mandato que por primera vez en 100 años no era peronista y mostró un modelo alternativo de gobernabilidad en la Argentina que creo que va a rendir sus frutos a lo largo de los años.
–¿Ha logrado Macri bajar adecuadamente de esa montaña?
–Mauricio es alguien que nació arriba de la montaña. O sea, es muy particular y por eso también fue alguien que a mí me enseñó mucho en muchos otros temas, porque él ya arrancó de muy chico como hijo del dueño de una empresa muy grande y después muy joven fue presidente de Boca y tuvo mucha exposición con eso también. O sea, siempre tuvo mucha exposición.
Entonces, él es como los sherpas tibetanos que están acostumbrados a ese ecosistema y que claramente tiene una referencia muy fuerte en la sociedad y eso hace que también él asuma esa responsabilidad de representación también hoy en el rol de presidente del partido.
–¿El triunfo de Macri allanó el camino al de Milei?
–Creo que muchos de los votantes eran los mismos. Una mayoría de argentinos que quiere ir en una dirección contraria a la que se venía dando. Muchos de esos votantes vieron en Milei una continuidad si se quiere, con metodologías distintas o énfasis distintos.
–¿Cuáles serían los pilares del rápido y exitoso ascenso de Milei?
–Sería tres cosas. Por un lado, él logró un grado de autenticidad y de diferenciación muy consistente y creo que eso es muy importante. Segundo, creo que hay un factor generacional muy importante que los jóvenes vieron en él con un mensaje de ruptura, que creo que incluso va más allá de lo ideológico. No es un tema generacional, es de ruptura con un modelo de vida y de funcionamiento de sus padres y abuelos.
Y tercero, que Juntos por el Cambio (el partido de Macri), no pudo sostener los votos para ganar. Los candidatos no pudieron sostener ese porcentaje de votos, de mística y de adhesión que venía dándose en elecciones anteriores.
–Sin embargo, el partido de Macri es un aliado indispensable para Milei.
–Sí, no solo el de Macri. En general, el gobierno de Milei es mucha debilidad parlamentaria y tiene el gran desafío de equilibrar ese mensaje antipolítico y anti casta, como lo llama él, con la necesidad de que en una República hay que sacar leyes.
La Argentina creo que hoy está en un ámbito saludable, democrático, de fragmentación, de reparto de poder entre muchos actores, que obliga a todos a sentarse, a negociar, a dialogar y eso es parte de la política.
–Pero ¿la relación entre Macri y Milei es sostenible o hay riesgos de ruptura?
– Creo que los dos han expresado mucho respeto mutuo, digamos. Y creo que, como todo, es un desafío de conversación y de ponerse de acuerdo y entenderse. Me parece que no hay ningún impedimento estructural a que eso funcione.
–¿Cómo valora el liderazgo de Pedro Sánchez en España?
–No lo he seguido muy de cerca como para poder dar un detalle. Creo que una respuesta general que aplica es que los liderazgos que entran en modo defensivo de sostenerse del poder por encima de cualquier otra cosa, suelen perder flexibilidad,
Liderar un país, debe ser una experiencia transitoria, no una experiencia en la que se busque permanecer, porque el ser humano no está preparado para estar ahí arriba mucho tiempo.
Por las cosas que fui escuchando estos días en España, se visualizan reflejos que parecen bastante comunes a cualquier persona que está mucho tiempo en el poder. Sea cual sea su ideología. Es como que se envejece mal en el poder.
–¿Qué crees que pasa por la mente de quienes se aferran al poder?
Creo que desde el principio de los tiempos, el poder es o servir a otros o servirse del poder. Ese es el dilema entre el buen gobernante y el mal gobernante.
El que busca permanecer eternamente en el poder, más allá de que sean buenas sus ideas, sus intenciones o lo que sea, busca el poder despiadado, para someter a la gente. Pero además, una cosa que he estudiado y aprendido en este tema es el síndrome de Hubris, la enfermedad del poder, está en medio de nosotros implantado en nuestra genética.
Hay gente capaz de resistirla y otra que no, pero si estamos mucho tiempo en el poder es casi imposible que esta patología no surja y por eso, en parte, el espíritu del libro es trabajar en cómo prevenirlo.
–¿España y Europa están a salvo del autoritarismo como muchos dan por sentado?
–Basta caminar por cualquier ciudad europea para ver muchas estatuas de líderes autoritarios. O sea, la democracia es muy joven, muy reciente.
Al día de hoy es muy excepcional en el mundo y tiene un riesgo que es imperdonable, que es la complacencia de sus élites que piensan que la cosa está dada.
Creo que de alguna manera Latinoamérica debería funcionar como un espejo de futuro para Europa. Venimos del futuro, de los futuros posibles.