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AnálisisGustavo de Arístegui

Irán hará lo que pueda por defender Hezbolá, su tentáculo más poderoso

La operación de Israel en el Líbano será un éxito en la medida en que sea corta en el tiempo y consiga desarmar o reducir muy significativamente la capacidad ofensiva de Hezbolá

Madrid Actualizada 04:30

Soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI)

Soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI)@idfonline

Es difícil expresar lo que siento al escribir sobre el Líbano, país al que tengo un cariño muy especial, allí nacieron mi hermano y mi hermana, donde mi padre murió en un ataque deliberado del Ejército sirio contra la Embajada de España con los morteros de 240 mm, el más destructivo con sus 228 kg de explosivo militar, entonces sólo en los arsenales sirios. He vivido más de un bombardeo en Beirut, aunque hayamos aprendido a mantener la cabeza fría en esos momentos, las cicatrices emocionales de aquellos años, culminando con la muerte de mi padre, no se borran nunca.

Me permito hacer esta referencia personal porque muchas veces quienes leen los artículos y análisis en la prensa pueden pensar que lo hacemos desde la frialdad y distancia con la tragedia en la seguridad de nuestra mesa de trabajo. Sabemos muy bien lo que es la guerra, he vivido unas cuantas y cuando hablamos del sufrimiento que causan no lo hago desde la insensibilidad o la ligereza.

Hecha esta salvedad es esencial entender que una organización paraestatal tan poderosa como Hezbolá, disciplinada, bien estructurada, perfectamente adiestrada, armada hasta los dientes con sistemas sofisticados de armamento que muy pocos Estados de la región tienen en sus arsenales. La milicia/ejército terrorista con experiencia de combate de décadas, en las guerras del Líbano (contra distintos adversarios, incluso sus hermanos chiíes de AMAL en la guerra de las banderas negras), apoyando a las milicias proiraníes de Irak, en la guerra de 2006 contra Israel o la larga y terrible guerra de Siria que ha durado más de trece años.

Hezbolá es la organización subestatal más poderosa del mundo, nada se le acerca, el difunto Hasan Nasralá se jactaba de tener 100.000 militantes, obviamente no todos eran operativos, se calcula que esos son unos 70.000, pero los demás son igual de fanáticos y llegado el momento están entrenados para empuñar las armas incluso maestros y médicos, los equipos de ambulancias están armados con fusiles de asalto y algunos llevaban hasta armas anticarro RPG-7, lo he visto con mis propios ojos.

En la guerra, siempre se aprende a las duras, y en el siglo XXI vencer en el campo de batalla no significa necesariamente ganar la guerra. En la edad de la saturación de información y de la desinformación, cuenta más la percepción que la realidad. En 2006, el Tsahal de Israel infligió serias derrotas a Hezbolá, pero para ellos no perder, no desaparecer y que Israel se retirase, supuso una victoria. Tras 2006, Hezbolá tardó en reconstruir sus arsenales, pero se forjó una imagen de organización invencible, y su sanguinario y fanático secretario general Nasralá de líder carismático, zorro y genio político-militar.

No se debe obviar que de aquellos polvos vienen los lodos de los últimos 18 años, la arrogancia de Hezbolá, la intensificación de su opresiva presencia en el Líbano, el expansionismo iraní fue alentado por un inexistente éxito contra su archienemigo. Todo esto no puede volver a ocurrir, por eso el alto mando israelí, ha planificado meticulosamente estos ataques desde hace más de un año.

La estrategia de 2024 es muy distinta al fallido intento de 2006, esta vez han procedido al escalonamiento de acciones con información muy precisa, combinando inteligencia humana, cibernética y de satélites. La operación contra los buscapersonas y walkie-talkies, unido a los ataques a los cuarteles de Hezbolá (muchos rodeados de escuelas, hospitales y edificios residenciales) consiguió generar pánico y desconcierto primero, y eliminar a la cúpula terrorista después. Ahora sabemos que la información de Inteligencia que desembocó en la eliminación de Nasralá fue la combinación de la penetración del régimen iraní al más alto nivel, y que, según informa el Daily Mail, Nasralá habría estrechado la mano de un agente que lo impregnó con una sustancia que permitió seguir sus movimientos en todo momento.

La operación terrestre debe ser limitada en el tiempo, aunque sea intensa y sin descanso. La capacidad de defensa y de contraataque en su propio territorio de Hezbolá no debe ser tomada a la ligera, es una fuerza temible, aunque esté descabezada, y los centenares de miles de refugiados palestinos, muy probablemente se impliquen también en el hostigamiento de las fuerzas israelíes, especialmente el campamento palestino de Ain al-Hilweh, que se encuentra al sur de la ciudad de Saida que es, además, el más grande del país con cerca de 80.000 refugiados.

Si los israelíes avanzan hasta Beirut se encontrarán con una fuerte presencia de la milicia terrorista en sus feudos del sur de la ciudad, los barrios de Sabra, Chatila, Bourj el Barajneh y el de Dahie. La operación será un éxito en la medida que sea corta en el tiempo y consiga desarmar o reducir muy significativamente la capacidad ofensiva de Hezbolá. Una guerra de ocupación y prolongada en el tiempo se saldará con una retirada israelí sin derrotar totalmente a la organización proiraní, nuevamente eso sería considerado por una parte de la opinión pública de la región como una victoria, sin olvidar el altísimo coste en víctimas civiles que podría causar. Eso sería volver a 2006.

La operación será un éxito en la medida que sea corta en el tiempo y consiga reducir significativamente la capacidad ofensiva de Hezbolá

Acabando de escribir este artículo ha finalizado el ataque iraní, se calcula que algo menos de 200 misiles, entre balísticos y de cruceros y cohetes, la mezcla de proyectiles se hizo con la intención de intentar saturar y engañar los sistemas de defensa antimisiles israelíes. El balance en este momentos es que tan solo hay una baja por el ataque iraní, los sistemas israelíes (el más conocido de los cuales es la cúpula de hierro pero no el único) han tenido éxito. Es necesario destacar que, por el contrario, dos terroristas han matado a ocho personas en la ciudad de Jaffa, cerca de Tel Aviv.

No cabe descartar la eficaz intervención de saudíes y jordanos como ya ocurriera en el anterior ataque iraní del 13 de abril de este año. Cabe subrayar que el sistema israelí solo intercepta los misiles y cohetes que los ordenadores del sistema consideran con todos los datos cruzados que son una amenaza directa. Los que van a ser a zonas despobladas o el mar no son interceptados.

El general francés Olivier de Bavinchove, ex jefe de la FINUL (Fuerza Provisional de las Naciones Unidas para el Líbano), exjefe del Estado mayor de las Fuerzas aliadas en Afganistán (ISAF) y excomandante en jefe del Eurocuerpo, ha definido este ataque como «declaración de guerra en toda regla». Estados Unidos no ha dejado lugar a la menor duda y han declarado que apoyarán a su aliado sin la más mínima reticencia. Tenemos que esperar a ver la respuesta israelí, y si se acaba desatando el Apocalipsis regional.

Irán hará lo que pueda por defender a su tentáculo (que no aliado) más poderoso, su joya de la corona del terror. La escalada a una guerra total no parece que sea la opción iraní hoy por hoy, seguirá con su táctica de hostigamiento por fuerzas subordinadas e interpuestas para tratar de salvar a su alumno más aventajado, especialmente los Ansar Allah, los hutíes, de Yemen, que ya han lanzado misiles iraníes contra Israel. Los israelíes saben que hasta la toma de posesión del nuevo presidente de Estados Unidos podrán sacudirse la presión para parar la ofensiva contra sus enemigos, tienen ocho semanas, no podrán eliminar a Hezbolá en tan corto plazo, pero sí mermar seriamente el riesgo que supone para su seguridad.

* Gustavo de Arístegui San Román es diplomático y fue embajador de España en la India

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