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Foto de archivo de la última campaña presidencial en la que se enfrentó Luiz Inácio Lula da Silva con Jair BolsonaroEraldo Peres/ GTRES

Los liderazgos de Lula y Bolsonaro se miden en las elecciones municipales de Brasil

Cerca de 156 millones de brasileños están llamados a las urnas el domingo para elegir a los alcaldes y concejales de 5.569 ciudades

en unos comicios que servirán de evaluación de medio mandato del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, cerca de 156 millones de brasileños están llamados a las urnas este domingo para elegir a los alcaldes y concejales de 5.569 ciudades.

Según los últimos sondeos de opinión, la popularidad del líder izquierdista sigue estancada, dividida a partes iguales entre los que evalúan su gestión de forma positiva, los que la rechazan de plano y los que la tachan de «regular».

Los comicios ocurren cuando el país sufre incendios récord, alimentados por una sequía vinculada por los expertos al cambio climático. Sin embargo, el tema de la emergencia ambiental estuvo casi ausente de los debates.

En medio de todo, Lula centró su padrinazgo en el diputado Guilherme Boulos, candidato a la alcaldía de Sao Paulo, con 12 millones de habitantes.

La histórica formación de izquierda de Lula, el Partido de los Trabajadores, no ostenta ninguna capital de estado y la situación puede repetirse. «Ni la fuerza política del titular de Planalto ni los buenos números económicos parecen capaces de revertir esta situación», según dijo a AFP el analista político André César.

Por su lado, el expresidente Jair Bolsonaro (2019-2022) viajó a diferentes puntos del país y realizó directos en redes sociales para promocionar las candidaturas de su Partido Liberal (PL).

Vistas como la antesala de las presidenciales de 2026, las municipales ofrecerán una radiografía de las principales fuerzas en Brasil

Los grandes partidos han explotado la imagen de ambos líderes, demostrando que la polarización sigue vigente, aunque haya perdido fuerza en las municipales, de acuerdo con declaraciones a EFE de Rodrigo Carreiro, investigador del Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología en Democracia Digital.

Marçal, el outsider

En Sao Paulo, el influenciador Pablo Marçal amenaza con patear el tablero político.

Señalado de lanzar noticias falsas, Marçal centró su campaña en acusaciones provocadoras y burlas hacia sus rivales que le valieron expulsiones de debates. Durante uno de ellos, fue golpeado con una silla en un arrebato de furia de un adversario, en lo que trascendió como «a cadeirada» (el sillazo).

Marçal, un excoach de 37 años, ganó popularidad atrayendo votos del bolsonarismo, sectores evangélicos y jóvenes con un discurso agresivo, que apela a la «libertad».

Alarmados con su ascenso, artistas, intelectuales, empresarios y juristas lanzaron un manifiesto por «el voto útil» a Boulos para evitar una segunda vuelta «trágica» en Sao Paulo.

Ese estilo agresivo forma parte de «un patrón» que apareció con Bolsonaro en la campaña de 2018, estima la analista política Carolina Botelho, del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Sao Paulo.

«Las fuerzas políticas extremistas usan este tipo de agresividad como arma política», así como las redes sociales para «dar rienda suelta a ese tipo de comportamiento sin ninguna regla de decoro ni respeto a la democracia», señaló a AFP Botelho.

Un final de campaña sin X

El último mes de campaña se desarrolló sin X, bloqueada en todo el país desde el 31 de agosto por orden de la Corte Suprema después de que la red social se negara a eliminar una serie de perfiles dedicados a deslegitimar la democracia.

Los especialistas creen que la suspensión de X tuvo un impacto limitado en la menor circulación de 'fake news', pues las grandes plataformas usadas para ese fin son YouTube, Telegram y Whatsapp, según Rodrigo Carreiro, investigador del Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología en Democracia Digital.

También consultada por EFE, Sabrina Almeida, doctora en Ciencia Política e investigadora asociada al Instituto Democracia em Xeque, esto sí pudo influir de alguna forma en la campaña de los candidatos con menos recursos: más propensos a usar el antiguo Twitter frente a Instagram o TikTok, que requieren más producción.

Asimismo, Almeida considera que el debate y la comunicación política quedaron perjudicados pues la red del magnate Elon Musk está más pensada para comentar contenido en tiempo real que el resto de plataformas digitales.