Una caravana de inmigrantes parte hacia EE.UU. ante el temor de que Trump cierre las fronteras
Es la segunda marcha durante el mandato de Sheinbaum que huye de la pobreza y la inseguridad de Centroamérica
Más de 1.000 inmigrantes han formado una caravana que escapa hacia el norte para adentrarse, ilegalmente o registrándose como asilado, en los Estados Unidos. El grupo de cientos de personas indocumentadas ha partido desde Tapachula, ciudad mexicana perteneciente al estado mexicano de Chiapas, al suroeste de la nación hermana.
La expedición ha sido llamada «Dios nos está guiando» que incluye a inmigrantes procedentes, sobre todo, de Venezuela, Colombia y Ecuador. También, les acompañan otros viajeros oriundos de Guatemala, Honduras, El Salvador, Panamá, Haití, Afganistán y Nepal.
La escasez de alimentos y las malas condiciones han sido los desencadenantes que han llevado a esta masiva movilización.
Esta sería la segunda caravana que se organiza desde el primero de octubre, cuando Claudia Sheinbaum asumió el cargo como la primera presidenta de México. Ante la falta de medios, los inmigrantes han pedido a la mandataria que los proteja, les brinde ambulancias y patrullas en su travesía del sur al centro o al norte del país en su camino hacia los Estados Unidos.
La primera caravana, integrada por unas 800 personas, se encuentra ya en Pijijiapan, en mitad de la costa de Chiapas, después de haber avanzado más de 150 kilómetros. Según los testigos buscan llegar al centro del país «en busca de trabajo para conseguir comida». Puntualizaron que tiene como objetivo salvaguardar la vida de las niñas, niños y mujeres, «ya que a nadie le gusta ver sufrir a sus hijos».
Añadieron que no hay un líder que lleve la batuta de esta caravana, que caminarán con Dios y en paz sin molestar para alcanzar un mejor destino donde consideran que podrán encontrar más oportunidades de empleo. Precisaron que no tienen trazada una ruta fija y que el paso lo marcarán los menores.
Reacción a un posible regreso de Trump
Durante el primer mensaje a la nación de Joe Biden, el actual presidente de Estados Unidos, nada más llegar a la Casa Blanca, aseguró «devolver la humanidad y los valores estadounidenses» al sistema de inmigración.
Mediante una norma, que no vio la luz por la oposición republicana en el Capitolio, pretendía dar automáticamente permisos de residencia a dreamers y a campesinos indocumentados que estuvieran en Estados Unidos. Lo que originó que durante 2020 se registraran unas 646.000 detenciones mientras el primero año en el poder de Biden se arrestó a 1,9 millones. La cifra siguió disparándose hasta alcanzar los 2,5 millones de apresamientos el año pasado.
Por el contrario el candidato republicano, Donald Trump promete «limpiar la nación estadounidense» y «acabar con el crimen de los inmigrantes». El magnate mantiene que tras el referéndum estadounidense «rescatará a todas las ciudades que han sido invadidas y conquistadas».
Trump ha pedido, además, la pena de muerte «para cualquier inmigrante que mate a un ciudadano estadounidense o a un agente de la ley», asegurando que los migrantes «son las personas más violentas de la Tierra».
En sus últimos mítines, el expresidente cargó contra Kamala Harris, a quien ha acusado de haber cometido «crímenes al aceptar la entrada de inmigrantes». El empresario ha reiterado que «no va a permitir» que la candidata demócrata se convierta en presidenta de Estados Unidos.
Ante la exhortación de estos incisivos mensajes, los inmigrantes temen un posible regreso de Trump con el consiguiente cierre de fronteras.
Por ende, la última caravana cita a la llegada de una futura Administración Trump como la motivación clave para emprender el largo viaje por una posible clausura de las vías por las que transitan estos flujos de éxodo. Los inmigrantes siguen avanzando hacia la frontera con Estados Unidos, antes de que el 5 de noviembre se encuentren con que buscan un destino infranqueable.