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Maia Sandu, presidenta de Moldavia, país que ha sufrido un duro revés en sus aspiraciones de entrar en la UE

Maia Sandu, presidenta de Moldavia, país que ha sufrido un duro revés en sus aspiraciones de entrar en la UEAFP

Moldavia vota 'Sí' a la UE en un ajustado referéndum marcado por la injerencia rusa

El resultado, prácticamente en empate técnico, revela una fuerte división interna, en medio de acusaciones de fraude e interferencias externas

Los moldavos se han inclinado por el 'Sí' este domingo en la reforma constitucional que garantiza la adhesión del país a la Unión Europea. Con el 50,39 % de los votos, según los resultados preliminares ofrecidos hoy por la Comisión Electoral Central (CEC) de esa antigua república soviética, el resultado del referéndum sorprende por lo ajustado, dado que todas las encuestas previas auguraban una gran victoria del «sí». Estos resultados suponen, en parte, un serio revés para la presidenta Maia Sandu, principal defensora del proyecto europeísta.

La consulta, que tuvo lugar en paralelo a las elecciones presidenciales, estuvo marcada por denuncias de injerencia extranjera y fraude. Sandu, en una intervención posterior a los comicios, aseguró que «grupos criminales» vinculados a «fuerzas extranjeras» intentaron manipular el proceso electoral, refiriéndose, aunque sin nombrarlo directamente, al Kremlin y a la intervención de Ilan Shor, un oligarca prorruso acusado de financiar una vasta compra de votos desde Moscú.

El resultado del referéndum pone de manifiesto una fuerte polarización dentro de la sociedad moldava. Mientras que los jóvenes, la diáspora y los rumanoparlantes apoyan mayoritariamente la integración en la UE, los rusoparlantes, los sectores más adultos y los nostálgicos de la antigua Unión Soviética han optado por mantener una postura de distanciamiento respecto a Bruselas.

La autonomía de Gagauzia, conocida por su fuerte tendencia prorrusa, votó en contra del ingreso en la UE en más del 95 % de los casos, mientras que en la capital, Chisináu, y en los centros de votación del extranjero, la tendencia europeísta fue mayoritaria. Sin embargo, la escasa participación del voto joven —solo un 8 % de los ciudadanos entre 18 y 25 años ejerció su derecho— contribuyó a que el bloque prorruso se impusiera.

Rusia, protagonista en la sombra

Las denuncias de injerencia por parte de Moscú fueron constantes a lo largo de la campaña electoral. Según las autoridades moldavas, Rusia habría destinado hasta 100 millones de dólares para boicotear el referéndum. Sandu denunció que se pretendía comprar hasta 300.000 votos mediante operaciones ilícitas, algo que calificó como un «fraude sin precedentes».

Además, en las semanas previas a la votación, tanto la Unión Europea como Estados Unidos alertaron sobre la creciente influencia rusa en Moldavia, denunciando intentos de desestabilización a través de propaganda y campañas de desinformación. Estas estrategias del Kremlin han sido interpretadas como un intento de mantener su esfera de influencia en un país clave de Europa del este, especialmente tras la invasión de Ucrania y las tensiones con Occidente.

Consecuencias políticas

El ajustado resultado a favor de la reforma constitucional para integrarse a la UE ponen en una situación delicada al Gobierno de Maia Sandu. Aunque ganó las elecciones presidenciales celebradas en paralelo al referéndum, lo hizo sin mayoría absoluta, lo que la obligará a enfrentarse en segunda vuelta a Alexandr Stoianoglo, el candidato prorruso apoyado por el Kremlin.

Colegios electorales en Moldavia

Colegios electorales en MoldaviaAFP

Aún así, la Unión Europea ha respaldado de manera constante a Moldavia en los últimos años, proporcionando asistencia financiera y ayuda para fortalecer sus instituciones democráticas. Sin embargo, la creciente influencia de Rusia en el país podría alterar significativamente la relación entre Bruselas y Chisináu.

El resultado del referéndum deja a Moldavia en una encrucijada, dividida entre dos caminos opuestos: la integración en la Unión Europea, defendida por los sectores más jóvenes y urbanizados del país, o la inclinación hacia Rusia, con su promesa de estabilidad para los sectores más vulnerables y tradicionales. Las tensiones entre estos bloques no hacen sino aumentar, reflejando una polarización que afecta no solo a Moldavia, sino también a muchas otras naciones del antiguo espacio soviético.

Las segunda vuelta de las elecciones presidenciales del próximo mes y las legislativas de 2025 serán clave para definir el rumbo de un país que, a pesar de sus aspiraciones europeístas, sigue atrapado entre las fuerzas que tiran hacia Occidente y las que lo arrastran de vuelta hacia Moscú.

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