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Alex Fergusson
AnálisisAlex FergussonEl Debate en América

La debacle del régimen venezolano, un año después

El Gobierno de Nicolás Maduro afronta hoy varios frentes adversos muy dinámicos, que lo mantienen sumido en un estado de paranoia creciente y vaticinan una debacle

Actualizada 04:30

El presidente venezolano, Nicolás Maduro, hace un gesto durante la sesión de clausura del Foro Parlamentario Global Antifascista en Caracas

El mandatario venezolano, Nicolás Maduro, durante la sesión de clausura del Foro Parlamentario Global AntifascistaAFP

A poco más de un año del hito histórico de las elecciones primarias de la oposición en Venezuela, de la consecuente consolidación de la Unidad Democrática y del surgimiento del nuevo liderazgo encabezado por María Corina Machado (MCM), Edmundo González Urrutia y los verdaderos dirigentes del pueblo opositor, vemos como el régimen venezolano, aunque parece mantener su intención de quedarse en el poder como sea, se encuentra ahora en un callejón sin salida. La guerra interna que se ha desatado, junto con la creciente presión internacional y la disposición de la mayoría del pueblo a seguir en la lucha hasta el final, pese a la represión y el temor, está a punto de dar «jaque mate a sus pretensiones».

Según el periodista-investigador Casto Ocando, afincado en Miami, uno de los mejor informados sobre lo que ocurre en Venezuela, «las revueltas internas no paran de evolucionar y cada día un nuevo actor cae en desgracia, especialmente funcionarios y militares de cuya lealtad al régimen nunca se había dudado».

Así que, aunque el costoso sistema de espionaje electrónico que el Gobierno de Nicolás Maduro adquirió de China ha dado algunos frutos, las filtraciones y conspiraciones provenientes de aliados políticos, testaferros, corruptos, funcionarios y militares descontentos, aumenta.

Al mismo tiempo, las acciones de las agencias de Inteligencia y seguridad internacionales, uno de cuyos propósitos era desmontar la red comunicación y los «hackers oscuros» que utiliza el Gobierno venezolano, también están funcionando exitosamente, así como la incautación de bienes y el desmontaje de la red de negocios ilícitos que lo nutren, reduciendo sus recursos disponibles.

El resultado es una situación de alta inestabilidad que obligó a sus asesores de seguridad (cubanos, iraníes y rusos) a diseñar un 'Plan B', «el irremediable escenario de la huida», para el caso en que no les sea posible mantenerse en el Gobierno. Y es que el régimen encara hoy varios frentes adversos muy dinámicos, que lo mantienen sumido en un estado de paranoia creciente y vaticinan una debacle.

El resultado es una situación de alta inestabilidad que obligó a sus asesores de seguridad (cubanos, iraníes y rusos) a diseñar un 'Plan B'

Aunque sabemos de la importancia de la acción internacional para la salida del Gobierno, el frente interno, como ha ocurrido ya con muchos dictadores, se ha convertido en su principal amenaza, pues las pugnas entre «grupos de intereses, mafias y carteles» se han vuelto intensas y descaradas. Cada facción busca posicionarse con la mayor cuota de poder económico y militar-policial posible, pues de eso depende su sobrevivencia.

Ejemplos recientes de uno de los frentes de la guerra interna son los casos de la aprehensión del exministro y expresidente de la empresa petrolera nacional (PDVSA), el coronel Pedro Tellechea y varios de sus inmediatos colaboradores; y de la sustitución de los altos mandos de la Fuerza Armada Bolivariana, del Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN), así como de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM) y de la Casa Militar que debe proteger directamente al presidente, quienes hasta hace poco eran intocables por su gran poder, junto con otros 200 militares.

Esto desató una ola de renuncias y huidas de cerca de 30 funcionarios y testaferros, entre los cuales destaca la de la viceministra de Política Interior, Alana Zuloaga, quien renunció recientemente y huyó del país por temor a ser detenida por sus vinculaciones familiares, pues es esposa del almirante Remigio Ceballos (destituido del ministro del Interior y sustituido por Diosdado Cabello), y hermana de Pedro Tellechea.

Otro frente interno es la guerra contra los testaferros, representada por los casos de Samark López, mano derecha de Tareck El Aissamí en el desfalco de miles de millones de PDVSA y las criptomonedas; de los hermanos Morón, principales testaferros del hijo del presidente Maduro; del empresario Raúl Gorrín, muy cercano a la Sra. Cilia Flores; de la Directora de la cárcel de mujeres (INOF), Alisa Maestre, y de los hermanos Khalil Majzoub, de origen libanés, quienes han sido identificados como otros mediadores de negocios de los hermanos Rodríguez. Todos presos por orden del alto Gobierno, en esa «pelea sangrienta».

Un frente adicional de la guerra contra el régimen, es la terrible amenaza de una intervención militar, formal o informal, que mantiene al Gobierno altamente preocupado.

Un frente adicional de la guerra contra el régimen, es la terrible amenaza de una intervención militar

En el plano formal, el rechazo a los desmanes del régimen venezolano por parte de los gobiernos democráticos occidentales, pero particularmente la crisis con Lula Da Silva, Brasil, y Gustavo Petro, Colombia, es de tal magnitud que cada día están más cerca de invocar la intervención de la ONU, o la aplicación de la Carta Interamericana que permite a la OEA aprobar intervención militar en cualquiera de los países que la integran, cuando se hayan dado las premisas que contiene.

Pero está también, en el plano informal, la «espada de Damocles» representada por la amenaza persistente de los «perros de la guerra» de Erick Prince y las recompensas. En ambos casos, la incertidumbre sobre cuál se dará primero y con cuáles métodos, mantiene al Gobierno en vilo y haciendo alianzas y planes con quien sea, aunque no sepa si podrán ayudarlo, vista la actual precariedad de preparación, equipamiento y nivel de lealtad de las Fuerzas Armadas Bolivarianas.

A ello debería agregarse la opción, cada vez más probable, de un definitivo pronunciamiento de la Corte Penal Internacional (CPI) sobre las órdenes de captura que todo el mundo espera. La pérdida de apoyo por su fracaso en el intento de ser reconocido por los BRICS, y lo que ocurrirá pronto en el interín hasta la toma de posesión del presidente electo de los Estados Unidos, y luego con Donald Trump en el ejercicio del poder.

Así pues, nada le sale bien al Gobierno, y cada día que pasa su situación interna y externa empeora, en su camino hacia la debacle.

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