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Gustavo Morales, autor del libro «Jamás se terminará. Raíces y ramas de un conflicto interminable»Alfonso Úcar

Entrevista

Gustavo Morales: «La bomba atómica de la que disponen los israelíes es la voluntad de crear una nación»

Tras sufrir una complicación grave de salud aprovechó el año que le tomó recuperarse para escribir un libro «pegado a la actualidad, un libro para periodistas casi, porque recoge hechos concretos»

autor de 20 libros, Director del Club de Periodismo del CEU San Pablo y columnista de El Debate con sus «crónicas castizas», Gustavo Morales es un entrevistado de casa que muestra con orgullo su última obra: «Jamás se terminará. Raíces y ramas de un conflicto interminable» enmarcado en la actual guerra de Israel en Gaza y Líbano.

Confiesa que esta última obra es el libro de su supervivencia, pues tras sufrir una complicación grave de salud aprovechó el año que le tomó recuperarse por completo para escribir un libro «pegado a la actualidad, un libro para periodistas casi, porque recoge hechos concretos».

Morales, que normalmente escribe de forma más pausada sobre temas de historia como la División Azul, los falangistas o los intentos de asesinato contra Franco, se ha animado a la novedad y realizar en su última obra una introducción histórica bastante amplia para explicar al público de dónde viene el nacionalismo árabe y de dónde viene el nacionalismo israelí.

–¿Dónde ubicarías las raíces del actual conflicto en Oriente Próximo?

–En el protectorado británico. Los ingleses cuando logran destruir el Imperio Otomano y se reparten su territorio con los franceses, se hacen cargo de lo que luego se llama Palestina y los ingleses prometen tanto a los judíos como a los árabes darles ese territorio.

En 1948 los ingleses ya están harto de la conflictividad de la zona y abandonan Palestina, o mejor dicho, echan la patata caliente en manos de las Naciones Unidas quien decide –en una asamblea muy tensa– declarar dos estados, un Estado palestino y otro Estado israelí.

El Estado de Israel, fue bienvenido por los judíos emigrados que habían intensificado su llegada a la tierra de Israel, fundamentalmente motivados por el Holocausto. Las matanzas y persecuciones de los nazis contra los judíos en Europa propiciaron la emigración de los judíos hacia Tierra Santa e incrementar su número, porque en ningún caso en aquel momento eran mayoría en ese territorio.

–¿Y qué pasó con el Estado palestino?

–El Estado palestino no lo aceptan ni los palestinos. No lo aceptan tampoco las naciones árabes aliadas de los palestinos. El problema fundamental también viene en torno a la ciudad santa de Jerusalén que es sagrada para las tres religiones y el primer punto hacia el que rezaban los musulmanes, incluso, mucho antes que la Meca.

Entonces se produce una guerra, la guerra del 48. Y en esa guerra en la que las tropas jordanas cruzan el río Jordán hacia el valle del Jordán pretendían partir Israel por la mitad.

Aquí hay que destacar la aparición de una mujer de origen ruso que se llama Golda Meir, que se desplaza a los Estados Unidos, que es el siguiente salto que da el sionismo que tras 'sionizar' a los judíos ingleses lo hacía con los judíos norteamericanos. Y ella vuelve con cientos de millones de dólares que son utilizados especialmente en Checoslovaquia para comprar material de guerra sobrante de la Segunda Guerra Mundial y así combatir.

Gustavo Morales, autor del libro «Jamás se terminará. Raíces y ramas de un conflicto interminable»Alfonso Úcar

–¿De ahí la superioridad militar lograda por Israel?

Fundamentalmente la bomba atómica de la que disponen los israelíes es la voluntad. Es decir, ellos están combatiendo con una voluntad de crear una nación, porque el sionismo fundamentalmente es algo territorial.

Esa voluntad de crear una nación se superpuso a la motivos que tenían los ejércitos árabes, que no eran tan profundos como el de los israelíes, que luchaban, por un lado por su supervivencia, pero también por su deseo de instalar una nación.

Tampoco es que los israelíes fueran señoritas de compañía. Propiciaron determinadas matanzas en los territorios palestinos para provocar que muchos palestinos que no habían vendido sus tierras y que no habían cedido a las presiones administrativas o financieras de los colonos judíos, emigraron en ese proceso y así son expulsados millones de palestinos.

–¿Por qué los palestinos no lucharon con la misma fuerza por su Estado?

–Lo hacen tarde, es decir, en 1964. Se crea la OLP, que preside una organización internacional de Palestina que está prácticamente al servicio del Estado egipcio y lanza su gran teoría del nacionalismo árabe, la República Árabe Unida.

Luego nace la organización Al-Fatah creada por un ingeniero con pasaporte kuwaití que se llama Yasser Arafat. A partir de ese momento, la cara visible del nacionalismo palestino es Arafat. De ahí hasta su muerte, probablemente envenenado en Cisjordania.

Pero un error que cometieron en su momento los israelíes fue fomentar organizaciones religiosas para debilitar el liderazgo de la OLP y debilitar a Arafat. El problema está en que tú puedes negociar con alguien que sea político por muy radical que pueda ser, pero no puedes negociar con alguien que sea religioso porque Alá no negocia ni acepta condiciones.

–¿En qué momento entra Irán en escena?

–A partir de la revolución del 79 cuando Teherán se da cuenta de que vender chiísmo es difícil, fundamentalmente porque el 90 % de los musulmanes del mundo son sunitas. Entonces Irán comprende que en vez de vender sectarismo, lo que debe hacer es vender Islam, Islam globalmente, genéricamente.

El movimiento de resistencia islámica palestino no es chiita ni de lejos, es sunita. Pero los iraníes han sido profundamente pragmáticos y no se han metido en disquisiciones de secta.

Irán intentará seguir extendiendo sus tentáculos a través de Siria y de Líbano, pero se va debilitando cada vez más.

–¿Qué salida queda?

–La única forma de estabilizar Oriente Próximo sería conseguir una alianza entre Teherán y Tel Aviv. Es una idea absolutamente audaz, pero en política se han visto cosas peores, como fue la alianza entre Hitler y Stalin.

Si se consiguiera eso, la estabilidad para los próximos 100 años estaría conseguida. El propio Kissinger en sus memorias dice que si no se resuelve el problema palestino, lo llama así, la rentabilidad de la seguridad de Oriente Próximo será muy escasa. Y yo creo, como dice el título del libro, que jamás se terminará.