Entrevista a Gustavo Morales
El reconocimiento de Palestina por España «es un brindis al sol de la progresía, otra ‘pedrosanchada’»
Gustavo Morales explica a El Debate los entresijos de la guerra de Gaza con motivo de su último libro, Jamás se terminará
Decía Robert Capa –hablando del fotoperiodismo de guerra– que si una fotografía no es lo suficientemente buena es porque el fotógrafo no estaba lo bastante cerca.
Gustavo Morales, periodista, analista e investigador, además de colaborador del diario El Debate, ha estado lo suficientemente cerca de las guerras de Oriente Medio como para poder ofrecer una visión objetiva y clara de lo que sucede en este momento en la franja de Gaza.
Morales cubrió los conflictos de Oriente Medio durante años y fue testigo de la revolución islámica en Irán, la guerra Irán-Irak y enfrentamientos en Jordania, Líbano y Yemen, conflictos todos ellos que apuntan una conflicto central y transversal que los hila: el conflicto palestino-israelí.
Su experiencia le ha llevado a analizar el conflicto de Oriente Medio y el recorrido que ha llevado hasta la actual guerra de Gaza en el libro Jamás se terminará (Última Línea).
–En el libro afirma que no hay solución militar al conflicto. De hecho, lo titula Jamás se terminará. ¿Cuál es entonces la solución?
–La solución a la guerra no está si no en las negociaciones. Pero para eso ambas partes tienen que ser conscientes de la existencia de la otra, cosa que en este momento no parecen serlo.
–La cuestión de Jerusalén ha sido una de las principales piedras en las que han descarrilado las negociaciones de paz. ¿Podría Israel aceptar compartir Jerusalén con los palestinos, o los palestinos renunciar a ella?
–Sería más posible que los palestinos renuncien a Jerusalén a que Israel lo haga. Jerusalén tiene un peso muy importante para las tres religiones monoteístas que monopolizan las fes del mundo. Israel, durante muchos años, se identificó con la famosa frase de «el año que viene en Jerusalén».
Con lo cual, la ciudad tiene un peso dentro del judaísmo muy importante, y hablo del judaísmo religioso, porque las religiones no suelen establecer puntos de encuentro ni lugares para la negociación. Es decir, Alá y Yahvé no negocian.
–¿Cómo cree que acabará la actual guerra de Gaza?
–La actual guerra de Gaza acabará con la toma de Gaza y la explotación de los recursos naturales que existen en la zona, que son grandes bolsas de gas natural.
–¿Cree entonces que Israel realizará una ocupación de Gaza similar a la que ha instaurado en parte de Cisjordania?
–Sí. En Cisjordania la aplica (la ocupación) fundamentalmente porque Cisjordania para Israel tiene una importancia religiosa fundamental, porque esos son los «territorios madre», como si dijéramos.
El asunto es que, con el tiempo, ninguna de esas dos personas que he citado están vivas. Ambos han muerto y no precisamente de muerte natural. El gobierno de Netanyahu, entre otros muchos errores, cometió el de potenciar a una organización religiosa suponiendo que con ello debilitaría, cosa que sí que es cierto, a la Organización para la Liberación de Palestina.
–Los israelíes justifican la guerra en Gaza por la enormidad de la tragedia de los asesinatos en los atentados terroristas del 7 de octubre. ¿Cree que la respuesta israelí es proporcionada al ataque de Hamás?
–No lo cree ni siquiera Israel. Nadie piensa que la respuesta natural al 7 de octubre, por cierto, aniversario de la Batalla de Lepanto, sea los bombardeos y el arrasamiento de la franja de Gaza.
Es un exceso a todas luces muy importante, porque como respuesta a unos atentados terroristas, que no son los primeros –recuérdese aquellos de Munich en las Olimpiadas–, la destrucción y arrasamiento sistemático ha sido muy importante.
–Si se acelera el reconocimiento del Estado palestino como consecuencia de la guerra, ¿se podría considerar una derrota de Israel que habría logrado el efecto contrario al buscado con su operación en Gaza?
–Sí, pero no creo que se logre un Estado palestino, fundamentalmente, porque tendría que componerse de distintos territorios que Israel en este momento no está dispuesto a ceder.
El principal problema que tiene Israel es un problema de territorio. Hay zonas del Estado de Israel donde el ancho de la nación en ese punto es de 15 kilómetros. Para eso (para la creación de un Estado palestino) tendría que componerse de parte de la ciudad de Jerusalén, de Gaza y de Cisjordania, lo cual dificulta mucho la territorialidad de ese Estado.
–¿Es viable un Estado palestino soberano en un territorio tan fragmentado como el palestino, con una Franja de Gaza aislada y una Cisjordania rodeada por un muro de ocho metros de hormigón y con multitud de territorios israelíes en su interior?
–Sería una nación sin continuidad. Sería casi peor que el Estado de Prusia después de la Primera Guerra Mundial.
–¿Qué opina de la campaña del gobierno español para un reconocimiento internacional del Estado palestino?
–Es un brindis al sol de la progresía, y ganas de protagonismo en las relaciones internacionales que no se ha conseguido de otra manera. Es otra «pedrosanchada». Lo que se está haciendo, igual que el reconocimiento de la marroquinidad del Sahara, es un error brutal, y se aleja mucho de la realidad
–¿Cómo se explican las manifestaciones en occidente a favor de Palestina donde se justifica a Hamás y se defienden sus tesis, como la destrucción del Estado de Israel?
–Corresponde a la cristianofobia que sufre la izquierda española y también la izquierda europea y corresponde a la potencialización del islam precisamente por ese odio al cristianismo.
El error de la izquierda ha sido siempre apoyar a los grupos musulmanes pensando que con ello debilitan el pensamiento cristiano y lo que están haciendo es meter al lobo en el corral de las ovejas.
El tema de los derechos de la mujer, el tema de los derechos de la comunidad lgtbi, y otros temas que son tan caros a la izquierda, precisamente en el islam no están resueltos, sino todo lo contrario.
–El libro bebe mucho de su experiencia como corresponsal en Oriente Medio, de aquellas coberturas de la revolución iraní, o la guerra-Irán-Irak. Desde su visión, ¿cómo ha cambiado Oriente Medio desde aquellas coberturas?
–Ha cambiado muchísimo. Peter Scholl-Latour, un periodista franco-alemán, definía a Israel como «Esparta en Oriente Medio». Era un Estado democrático que se defendía y que despertaba la admiración de gran parte de Occidente por el coraje de esa colonización israelí. Actualmente, sin embargo, el Estado de Israel ha pasado a imitar a sus padrinos británicos y a convertirse en un Estado colonial al estilo europeo más claro.
La antigua Persia, que era una columna de Estados Unidos, se ha convertido ahora en la capital de la resistencia y de la lucha contra Occidente en general y contra el Estado de Israel en particular. Es decir, el panorama ha cambiado sobremanera desde mis viejos tiempos.