Rodolfo Barra, exministro de Justicia de Argentina: «Milei y Meloni representan la política del sentido común»

Con una amplia experiencia como funcionario del Gobierno y académico, Rodolfo Barra fue convocado por el presidente Javier Milei para liderar la Procuración de Tesoro de la Nación y defender los bienes e intereses de Argentina en litigios que involucren al Estado.

Barra, doctor en ciencias jurídicas, asumió como ministro de la Corte Suprema de Justicia de Argentina en 1990 nombrado por el expresidente Menem y en 1994 asumió como ministro de Justicia. Cuando no se dedicó a la función pública se dedicó a la docencia impartiendo clases de derechos administrativo en la Facultad de Derecho de la Universidad Católica Argentina.

En entrevista con El Debate, Barra explica las reformas emprendidas por el presidente Milei, el reposicionamiento internacional de Argentina y la especial relación entre el mandatario argentino y la primer ministra italiana Giorgia Meloni.

– ¿Cómo valora los primeros pasos del presidente Milei a lo largo de su primer año de Gobierno?

–En la Argentina la reforma del Estado está marchando a toda velocidad y mostrando sus frutos también a toda velocidad. Pensemos que el presidente Milei asumió hace nada más que 13 meses en unas circunstancias muy particulares.

El presidente solo tenía el apoyo de la población. Fue una especie de milagro o de gran sorpresa al ser votado por más del 51 % de la población.

El presidente asumió con muy poquitos legisladores, o sea que no tiene apoyo del Congreso y con un partido político que recién se va estructurando y formando además en una situación económica caótica. En diciembre del 2023 estábamos ya las puertas de la hiperinflación y ahora la inflación está en un 2 % mensual, es decir ha sido reducida en forma tremenda.

– ¿Cómo está logrando avanzar en su agenda de Gobierno?

–Primero, gobernando con sentido común. Yo creo que ese es el secreto de todo. Ha dejado de lado todas las políticas populistas. Sin perjuicio de que hoy continúan algunos planes de ayuda social, porque realmente la situación social de la Argentina no es buena y alrededor del 50 % de la población está bajo bajo el umbral de pobreza. Y esto en un país tan rico como la Argentina de tantos recursos naturales, muestra el fracaso del populismo.

El populismo es empobrecedor. Y lo es porque necesita serlo. Para sobrevivir necesita la clientela y la clientela no es la gente de clase media sino la marginal, al menos en la Argentina.

El populismo es un gran generador de lumpen, porque el lumpen, si queremos ir a categorías marxistas, al no tener conciencia de clase, es manipulable. En la Argentina la clase obrera no es marxista. El obrero sindicalizado es orgánico. El peronismo nunca fue comunista, salvo con los Kirchner.

–¿Qué tan profundo es el daño dejado por el kirchnerismo?

El populismo, como todo vicio, envicia. Provoca una caída rápida, profunda y muy difícil de salir. Nos envicia muy rápido y se cae bien abajo y después salir cuesta una enormidad. En diciembre del 2023 estábamos en esta caída profunda y ahora estamos con la salida esforzada.

–¿Cómo están dejando atrás el kirchnerismo?

–Se ha creado un Ministerio de la Desregulación que está a cargo de un gran economista, [Federico] Sturzenegger, que está haciendo una tarea extraordinaria en la eliminación de esa terrible telaraña de regulaciones que estaban ahogando a toda la economía.

Menem había eliminado muchas de ellas. Pero ahora es todavía mucho más profundo porque tras 20 años el kirchnerismo montó de vuelta esta regulación. ¿Por qué? Porque permite el control por parte del Estado. O sea, la regulación siempre tiene un trasfondo autoritario porque permite el control estatal, todo está regulado por el Estado y es una fuente de corrupción enorme.

El Gobierno ha podido seguir adelante a pesar de tener una representación muy, muy pequeña en el Congreso

El presidente Milei apenas inició su gobierno dictó el Decreto 70/2023, que es una piedra fundamental de la reforma. Ahí están las reformas en el Código Civil para dar más libertad y más realce a la autonomía de voluntad en los contratos. También una gran reforma en el tema de las locaciones urbanas que liberó el mercado inmobiliario e hizo caer el valor de los alquileres.

–¿Argentina está tratando de marcar un hoja de ruta para Hispanoamérica?

–Está tratando de de mostrar un camino que en Argentina se llama libertario. Podemos llamarlo como queramos, que son estas ideas de libertad económica y todavía más importante, de retorno y de defensa de los valores tradicionales sociales.

Milei no pretende tener un liderazgo de tipo caudillista en en nuestros países hermanos, sino simplemente mostrar su ejemplo y es un ejemplo con sus propias idas y vueltas.

Milei es una figura que atrae porque dice las cosas por su nombre

Milei se convirtió en una figura mundial en Hispanoamérica y en Europa. Es una figura que atrae porque dice las cosas por su nombre. Hay gente a la que le choca un lenguaje fuerte, pero él llama las cosas por su nombre y está haciendo lo que dice y lo que prometió.

En Argentina la gente lo valora porque estamos cansados de que nos digan una cosa y hagan otra, con una especie de desprecio de la opinión pública y de la inteligencia de la gente.

– Meloni y Milei guardan mucha cercanía ¿Forman un puente entre Europa e Hispanoamérica?

Meloni representa el sentido común. Yo recuerdo un discurso cuando ella dijo 'soy mujer, soy madre, soy italiana'. En ese momento anunció que ser mujer es la afirmación de la propia identidad sexual, de la identidad sexual de verdad, la de la naturaleza, ser madre cuando la maternidad está tan desvirtuada y finalmente la expresión 'soy italiana' fue la afirmación de su nacionalidad.

Estas tres afirmaciones de Meloni me impactaron mucho. Así Meloni y Milei se van pareciendo. En Argentina, Milei está mostrando cómo con la política del sentido común se puede revertir rápidamente el desastre provocado por el populismo de la izquierda. En ese propósito estamos y creo que con éxito, porque hasta ahora por sus frutos los conoceréis y los frutos están.