Una veintena de cubanos y cubanosnorteamericanos de la Administración Biden espían para La Habana
Mientras el presidente saliente saca a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo, estos agente infiltrados se dedican también a entorpecer y dificultar la llegada y el trabajo de los funcionarios nombrados por Donald Trump
Cerca de una veintena de ciudadanos cubanos afincados desde hace años en Florida y otros lugares de Estados Unidos, así como cubanos ya nacidos en el exilio, trabajan para el régimen de Castro desde sus puestos en la Administración de Joe Biden, con el fin de favorecer los intereses de Cuba y filtrar toda la información posible de los planes norteamericanos a La Habana. Fuentes de Inteligencia de Florida consultadas por El Debate aseguran que «mientras todo el mundo sabe que ciudades como Miami y otras están llenas de cubanos llegados en los últimos años que vigilan a la oposición y al exilio a pie de calle, alrededor de una veintena de funcionarios de la Administración Biden trabajan directamente para favorecer los intereses de Cuba desde sus despachos».
«Se trata de una especie de nueva Red Avispa, pero en esta ocasión además estos funcionarios extienden sus ramificaciones intensamente en el ámbito universitario, en la vida cultural del país y en las protestas callejeras», explican estas fuentes. La Red Avispa fue desarticulada en 1998 cuando diez cubanos fueron instruidos de cargos de espiar para el régimen cubano. Sus principales dirigentes eran Antonio Guerrero, de 39 años, que desde su trabajo en el departamento de metalurgia vigilaba los aterrizajes de aviones de la Estación Aérea Naval de Boca Chica; Alejandro Alonso, de 39 años, piloto de barco; y René González, de 42 años, experto piloto aéreo y el único ciudadano cubano de los siete.
En esta ocasión el trabajo se hace desde los propios despachos dentro de los organismos del Gobierno.
Con una situación en el país que es terriblemente difícil, mucho peor que la vivida durante el 'periodo especial' que supuso la caída de la Unión Soviética en 1991, donde falta hasta lo más básico, el Observatorio Cubano de Derechos Humanos documentó diez acciones represivas cada 24 horas durante el año pasado contra la población civil, retenciones en viviendas, detenciones arbitrarias y abusos contra los presos políticos. Todos los días hay protestas en las calles de alguna ciudad de Cuba que terminan con la intervención de las Brigadas de Respuesta Rápida, grupos parapoliciales que utiliza el Gobierno para la represión y que están integrados por trabajadores civiles de dependencias estatales.
Una represión que no ha cesado desde las graves protestas que vivió la isla el 11 de julio de 2021 y que ha provocado la salida de más de 855.000 cubanos rumbo a Estados Unidos. En la actualidad hay 400.000 cubanos ilegales en Estados Unidos, 50.000 legales y 100.000 esperando en la frontera de México para entrar en el país. «De estos ciudadanos cubanos residentes legales se nutren las redes de espionaje a pie de calle», explican a El Debate fuentes de Inteligencia de Florida. «Y es una cantidad ingente de personas muy difícil de controlar», subrayan.
Pero hay ciudadanos cubanos de alto rango y bien conocidos moviéndose libremente por el país con el conocimiento y autorización de las autoridades norteamericanas. En Estados Unidos residen legalmente Agustín y Ramiro (Ramirito), hijos de Ramiro Valdés, uno de los hombres más importantes del régimen después de Raúl Castro. También disfrutan del lujo y las comodidades de Miami Gustavo Rodríguez López-Callejas, Juan Carlos Sarol Rodríguez y Ana Cristina Sarol Rodríguez, hermano y sobrinos de Luis Alberto Rodríguez López-Callejas, casado con la hija mayor de Raúl Castro, ya fallecido, y el hijo y nietos del general de división Guillermo Rodríguez del Pozo. También Antonio Colomé Hidalgo, hijo de Abelardo Colomé Ybarra, alias Furry, el militar más condecorado de Cuba y exministro del Interior, vive desde 2016 en Miami.
Miembros del exilio cubano responsabilizan de esta situación, en buena medida, no solo a Joe Biden, sino a su secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, nacido en La Habana en 1959. «A veces nos da la impresión de que Mayorkas trabaja más para el régimen cubano que para Estados Unidos, que es al fin y al cabo su país», explican fuentes del exilio que prefieren mantener el anonimato.