Javier Milei, durante su intervención en el Foro de Davos
El presidente de Argentina revoluciona el Foro de Davos
Milei arremete contra el «cáncer» del wokismo y atiza a la UE y a los defensores de esa «cultura enfermiza»
Davos esperaba a Javier Milei y Milei no defraudó. El presidente de Argentina arremetió contra «la cultura woke», la ideología de género, la Unión Europea, los gobiernos que impulsan la Agenda 2030, los organismos multilaterales y… el Foro de Davos. A todos los identificó como responsables de un estado de confusión «woke» que ha condenado al empobrecimiento de las sociedades y la decadencia de Occidente.
Milei no dejó títere con cabeza antes de advertir que ahora lo que toca es «como deber moral y responsabilidad histórica desmantelar el edificio ideológico del wokismo enfermizo. Un cáncer». Con ese objetivo, desplegó toda una batería de argumentos contra «el wokismo» que calificó, entre otras cosas, de «aberración», el mismo término que utilizó para referirse a los gobiernos que han despenalizado el aborto, «promueven la agenda LGTB» y naturaliza escenas como «hombres disfrazados de mujer».
En este colectivo señaló que se esconden «pedófilos» que se aprovechan para cometer «abuso infantil» y «dañar a niños con esta ideología criminal» que estimula la «hormonación». El resultado, para el presidente de Argentina, es «una generación que ha mutilado sus cuerpos» con esas «prácticas abyectas» y está condenada a «pasarse la vida a tratamiento psiquiátrico».
En su discurso, de una medida hora, el libertario y presidente de Hispanoamérica que mejor relación tiene con Donald Trump, criticó los «cupos» que favorecen a los sectores marginales, aunque parecía más dirigirse a las políticas de paridad a favor de las mujeres.
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En cuanto a los responsables de esta «ideología siniestra y asesina», Milei acusó también a los «organismos internacionales» y a la Unión Europea que consideró «un brazo armado» de la cultura woke. A «los burócratas de Bruselas» les censuró por anular las elecciones de Rumanía «porque no les gustó quién había ganado».
Sin concesiones, el libertario dijo que había que desenmascarar a los «criminales». Esto es, «debajo del discurso de la diversidad y la tolerancia lo que en verdad se esconde es el deseo manifiesto de destruir la crítica y la disonancia».
Con la lengua más suelta que nunca, destacó en que «ciertas autoridades Europas importantes, bastante rojitas por cierto, llaman abiertamente a la censura» para «callar» a los que disienten de la cultura woke.
«Sindicatos», «empresas prebendarias de los Estados», una «clase política» que es «arbitro y parte interesada en esta repartija» fueron algunas de las expresiones de Milei antes de hablar de, «el partido del Estado» con el que identifica a casi todo el planeta menos a Argentina, Italia, El Salvador y Estados Unidos.
Con «el wokismo» como eje central de su discurso, al que también definió como «plan sistemático de intervencionismo del Estado», destacó que la principal «cruzada tiene que ser la reducción drástica de los organismo del Estado y de los organismos internacionales».
En sus puntualizaciones finales, defendió «el derecho a la vida, a la libertad y asumió un «cambio de época, giro copernicano» con las victorias de los gobiernos de derecha. Dicho esto, exigió «un mea culpa» de todos los gobiernos, organismos e instituciones que han provocado la decadencia de Occidente.
En resumen, el presidente de Argentina que llegó a Suiza con los éxitos de un Gobierno que ha logrado reducir la inflación, incentivar la inversión y dominar el dólar, enarboló la bandera de, «el modelo de la libertad. Hay que volver al liberalismo y eso es lo que estamos haciendo en Argentina» y lo que «confió que hará el presidente Trump». Emulando el MAGA (Make America Great Again) del republicano, instó: «Hagamos a Occidente grande nuevamente» antes de cerrar con su grito de identidad: «¡Viva la libertad, carajo!».
Con él todavía en el estrado, la representantes del Foro de Davos tomó el micrófono y recordó que se espacio es de libertad. Dicho de otro modo, justificó que Milei pudiera decir lo que le vino en gana.