Trump alardea de superioridad con sus vecinos de América: «No los necesitamos, ellos nos necesitan»
El presidente de estados Unidos levanta ampollas entre sus vecinos pese a tener excelentes relaciones con muchos de ellos, y con Milei especialmente
El presidente de Estados Unidos no defrauda. Donald Trump es una máquina de generar noticias. Nada queda fuera de su alcance. El republicano tiene para dar y repartir a destajo. Un día le toca a Panamá, otro a Groenlandia (no lo mencionó en el discurso de investidura) y al siguiente manda un recado a sus vecinos del centro y del sur de América o al corazón de la Unión Europea.
Estaba el hombre en el Despacho Oval cuando una periodista brasileña le preguntó sobre el tipo de relaciones que pretendía mantener con el Gobierno de Luiz Inacio Lula Da Silva y de rebote, con el resto de los países de la región. Trump, que había permitido a la prensa que respeta (la que desprecia lo tiene crudo) que fuera testigo de ese momento histórico de firma en cascada de decretos, levantó la cabeza y respondió: «Grandiosa. Ellos nos necesitan más de lo que nosotros les necesitamos a ellos».
La afirmación de Trump es una verdad lejos de la «realidad hiperbólica» a la que recurre cuando habla más de la cuenta y la exageración o la falacia se imponen en su discurso. Como sucedió con el pintoresco y no por eso menor, asunto de los BRICS y España, el republicano quiso desarrollar su idea sobre sus vínculos presidenciales. «Nosotros no los necesitamos, ellos nos necesitan. Todos nos necesitan», remató con uno de sus múltiples gestos. El complejo de superioridad estremeció de México a Tierra del Fuego.
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La decisión es una clara advertencia a los regímenes bolivarianos o revolucionarios como les gusta identificarse, pero también es una declaración de principios que manifiesta la importancia para él –o necesidad– de estar y tener influencia en un territorio donde China (primer socio comercial) y hasta Irán, tienen intereses que podrían haber sido estadounidenses. Dicho de otro modo, donde Estados Unidos ha cedido territorio a su competidor directo y a un enemigo peligroso. Un par de ejemplos lo ilustran: China es el primer origen de importaciones de Argentina, Chile, Brasil, Paraguay, Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia y sus bancos conceden préstamos que en ocasiones han superado los del Banco Mundial.
En la investidura de Trump estuvieron invitados el presidente de Argentina, Javier Milei; el de Paraguay, Santiago Peña, el de Ecuador, Daniel Noboa y el salvadoreño Nayib Bukele. Lula no estaba en la lista. Tampoco Gabriel Boric ni ningún otro presidente que no fuera afín a la filosofía de Trump. Edmundo González Urrutia, el presidente electo al que Nicolás Maduro le arrebató las elecciones, estaba con ellos. Marco Rubio intervino para compensar la negativa de Trump de recibirlo antes. El senador estadounidense Rick Scott también tuvo que ver.
En esa secuencia de rúbricas de decretos, Donald Trump incluyó declarar terrorista al Tren de Aragua, una red criminal venezolana dirigida por Héctor Rusthenford Guerrero, alias 'El Niño', que ha extendido sus tentáculos por el continente. Ese lunes histórico. Trump también habló del caso del canal de Panamá y recordó que «EE.UU. gastó más dinero que nunca antes y se perdieron 38.000 vidas».
Tras una pausa, el republicano añadió, «nos trataron muy mal después de haberle dado ese regalo que nunca debió hacerse. Panamá rompió el espíritu del tratado, los buques americanos pagan sobre costos, no reciben un trato justo y China está operando el canal», protestó. Verdad a medias, Donald Trump necesitaría y probablemente lo terminará logrando, que el tráfico de embarcaciones estadounidenses tenga un trato preferencial. Conseguido eso, habría que suponer que su «necesidad» quedaría cubierta. La de los otros, veremos si sigue en lista de espera.