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Soldados libaneses patrullan una zona residencial devastada por la guerra entre Israel y Hezbolá, en la ciudad costera de Naqura, en el sur

Soldados libaneses patrullan una zona residencial devastada por la guerra entre Israel y Hezbolá, en NaquoraAFP

Israel y Hezbolá se preparan para que estalle la bomba del tiempo de la guerra

Este domingo 26 de enero se acaba el plazo para que las tropas israelíes completen su retirada del sur del Líbano y la milicia proiraní ya advirtió de que no aceptará «ninguna violación del acuerdo»

El frágil acuerdo de alto el fuego entre Israel y Hezbolá afronta su fase final. Este domingo, 26 de enero, se cumple la fecha límite para la retirada total de las tropas israelíes del sur del Líbano y que en su lugar se desplieguen las Fuerzas Armadas del Líbano (FAL), apoyadas por la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas para el Líbano (Unifil), que cuenta con un gran contingente español. Según el acuerdo, firmado el 27 de noviembre, la milicia chií libanesa se comprometía también a retroceder más allá del río Litani, ubicado a unos 30 kilómetros de la frontera con Israel. A pesar de que, a grandes rasgos, la tregua se ha mantenido, las violaciones por ambas partes han sido constantes. Sin ir más lejos, este viernes, el Ejército israelí bombardeó las disputadas granjas de Shebaa.

Israel pidió, este jueves, a Estados Unidos 30 días adicionales para completar la retirada de sus soldados que justifica en el lento despliegue del Ejército libanés. El primer ministro hebreo, Benjamin Netanyahu, reunió a su gabinete de seguridad ese mismo día para debatir las diferentes opciones una vez agotado el tiempo. Así, este viernes, anunció oficialmente que Israel no cumplirá con los plazos planteados en el acuerdo y denunció que el Líbano «aún no ha cumplido plenamente» sus obligaciones. En este sentido, aclaró que «el proceso de retirada gradual continuará, en plena coordinación con Estados Unidos», aunque sin especificar cuánto tiempo más necesitarán.

Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) aseguran que aún siguen encontrando arsenales de armas de Hezbolá en el sur del país mediterráneo e incluso han acusado a las FAL de ayudar a la milicia chií. Por su parte, el Partido de Dios advirtió de «que no aceptará ninguna violación del acuerdo» y que Israel debía completar su retirada en la fecha marcada. «Los israelíes quieren ampliar su presencia para seguir presionando a Hezbolá», señala a El Debate Yeghia Tashjian, coordinadora regional e internacional del Instituto Issam Fares de Política Pública y Asuntos Internacionales de la Universidad Americana de Beirut.

El experto cree que el Gobierno de Netanyahu tratará de estirar el plazo hasta, al menos, el próximo mes de mayo, ya que tienen previsto que los miles de evacuados de las poblaciones de Israel fronterizas con el Líbano vuelvan a sus hogares en marzo. En ese caso, apunta Tashjian, «Hezbolá podría tomar represalias» y la inestabilidad volvería a sacudir a la región. Aun así, el partido-milicia chií ha visto gravemente mermada su influencia en el Líbano. El Partido de Dios no pudo imponer su candidato a presidente del Gobierno y tuvo que aceptar al preferido por Estados Unidos, el jefe del Ejército Joseph Aoun. Tras dos años de vacío político, el Líbano sale, poco a poco, de su parálisis, pero el experto de la Universidad Americana de Beirut advierte de que el Partido de Dios «reaccionará». «Hezbolá y sus aliados chiíes, principalmente el Movimiento Amal, se sienten aislados después de la derrota en la guerra y pedirán garantías», apunta.

A pesar de todo, asegura que en el país del cedro reina un «optimismo cauteloso». Aunque confiesa que la situación en el sur sigue siendo «tensa» y que la presencia de la milicia proiraní se mantiene. «Es muy difícil identificar quién pertenece a Hezbolá», reconoce Tashjian. Tras más de un año de enfrentamientos y casi dos meses de invasión militar, Israel ha conseguido desmantelar casi por completo todas sus instalaciones militares, así como su infraestructura.

Además, recuerda que la caída del régimen de Bashar Al Assad en Siria, gran aliado de Irán, a manos de una amalgama de grupos rebeldes islamistas ha significado el fin de una de las principales rutas de abastecimiento de la milicia libanesa. En su primer discurso, tras ser nombrado presidente del Líbano, Aoun aseguró que entre sus objetivos se encontraba conseguir que el Estado tuviera el monopolio de todas las armas, una de las condiciones que impuso Israel en al acuerdo del alto el fuego.

Israel, al igual que lo ha hecho ahora con Hamás la franja de Gaza, se reservó el derecho a atacar el Líbano si consideraba que Hezbolá volvía a plantear una amenaza para su seguridad. Desde el pasado 27 de noviembre, las tropas israelíes se han retirado de casi todo el sector oeste de la franja fronteriza y el Ejército libanés se ha desplegado en unos 80 nuevos puntos, pero a falta de algo más de 24 horas el proceso de retirada está lejos de completarse y las partes vuelven a enfrentarse.

El Partido de Dios presiona al nuevo Gobierno para que no ceda a las exigencias de su gran enemigo. Israel, por su parte, trata de convencer a sus aliados, Estados Unidos y Francia –que hacen las veces de árbitro en el acuerdo– para que le conceda más tiempo. Mientras tanto, miles de libaneses siguen esperando para poder volver a sus casas.

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