Las trampas y la letra pequeña del alto el fuego entre Israel y Hezbolá en el Líbano
Desde las primeras horas de la implantación del acuerdo se han dejado ver los cabos sueltos que amenazan con dinamitar la calma tensa que impera en el Líbano
Las primeras 24 horas del alto el fuego en el Líbano han transcurrido sin apenas incidentes. Al parecer en la mañana del miércoles, Israel denunció que varios milicianos de Hezbolá ingresaron en el pueblo de Kfar Kila ante la localidad de Metula y abrieron fuego contra ellos. Más allá de eso, gran parte de los libaneses, sobre todos los desplazados –alrededor de 1,2 millones–, han acogido la noticia con alegría, pero también con cautela. A primera hora de la mañana de ayer, centenares de coches se dirigieron hacia el sur desde la capital, Beirut.
En un principio, el acuerdo, auspiciado por Estados Unidos y Francia, plantea una tregua de 60 días, período en el que las tropas israelíes se comprometen a retirarse progresivamente y ceder el control del territorio a las Fuerzas Armadas Libanesas (FAL) y a las fuerzas de mantenimiento de la paz de la ONU, mientras que Hezbolá debe replegarse al norte del río Litani, a unos 30 km de la frontera israelí.
Desde primera hora de la mañana del miércoles ya se pudieron ver coches blindados, repletos de uniformados libaneses, marchando hacia el sur. El Ejército del país del cedro tiene previsto desplegar hasta 10.000 soldados en la frontera con Israel para evitar el rearme de Hezbolá en esta zona del Líbano. A pesar de que las primeras horas de la puesta en marcha del alto el fuego han avanzado con aparente calma, ya se han hecho evidentes las primeras grietas del acuerdo. Mientras que el presidente del Parlamento libanés, Nabih Berri –aliado de Hezbolá– animó a los desplazados a regresar cuanto antes a sus hogares, el ministro de Defensa israelí, Israel Katz, advirtió de que sus soldados actuarán «con contundencia» para impedir la vuelta de miembros de la milicia proiraní. De hecho, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, aseveró el martes que su país se reserva el derecho a la plena libertad de acción militar si en algún momento considera que Hezbolá viola los términos del acuerdo.
Un frágil equilibrio que puede quebrarse ante cualquier mínimo error de cálculo. «Hay muchas lagunas y una bomba de relojería en este acuerdo», asevera a El Debate Yeghia Tashjian, experto de Asuntos Internacionales en la Universidad Americana de Beirut. Además de que el Ejército israelí pueda atacar el Líbano cuando considere que hay una amenaza de la milicia chií libanesa, existe otro punto del acuerdo que puede resultar espinoso y es que el Gobierno libanés –en funciones desde hace más de dos años– debe supervisar la venta, entrega y producción de armamento, lo que para Tashjian es una cuestión «muy delicada». El experto confiesa que no tiene muy claro cómo podrá implementar el Ejecutivo esta cláusula, sobre todo, porque Hezbolá también cuenta con representación dentro del Parlamento libanés. Tashjian además apunta que, según analistas cercanos al partido-milicia chií, este no está dispuesto a renunciar a sus armas.
Hay muchas lagunas y una bomba de relojería en este acuerdoExperto de Asuntos Internacionales en la Universidad Americana de Beirut
En este sentido, el especialista subraya que la resolución 1701 de Naciones Unidas, en la que se basa el acuerdo de alto el fuego y que ya puso fin a la guerra entre Israel y la milicia chií libanesa en 2006, llama al desarme de las dos partes por lo que mientras que el Ejército hebreo siga violando estos términos, asegura, «le da una excusa a Hezbolá para rearmarse». Por su parte, Raz Zimmt, destacado experto en Irán en el Instituto de Estudios de Seguridad Nacional (INSS), es tajante desde el principio y confiesa que ni el Gobierno libanés ni el Ejército podrán ser capaces de contener a la milicia chií libanesa si decide volver a hacerse fuerte en el sur del país del cedro y, en ese caso, recuerda que Israel «actuará por sí solo».
«Hezbolá intentará redesplegarse en el sur», asume Zimmt, aunque asegura que tras la intensa ofensiva israelí desde el pasado mes de septiembre que empezó con la explosión de miles de buscapersonas y walkie talkies de milicianos del Partido de Dios, siguió con una intensa campaña de bombardeos y acabó con la invasión terrestre del sur del Líbano, Israel ha conseguido que las capacidades de la milicia proiraní retrocedan «20 años». Los brutales golpes que ha recibido Hezbolá durante estos últimos meses, según Sima Shine, exanalista del Mosad y actual directora del programa de investigación sobre Irán y el Eje Chiíta en el INSS, son los que han provocado que la milicia acepte el alto el fuego y desligue así el frente libanés del de la franja de Gaza. «No se trata sólo del punto de vista militar, sino también el sentimiento que hay entre los libaneses, que no entienden esta guerra contra Israel», señala Shine.
Sin embargo, para Tashjian además del asesinato selectivo de su líder Hasan Nasralá y de su posible reemplazo, Hashem Safieddine, existen otros motivos como la creciente tensión sectaria por el desplazamiento masivo de refugiados chiíes hacia zonas de mayoría cristianas o suníes, que hacían temer un estallido de violencia en el Líbano. En este sentido, el experto en Política Exterior subraya que aceptando esta tregua Hezbolá separa definitivamente el frente libanés del de Gaza, lo que en la práctica es una victoria para el Gobierno de Netanyahu. Así las cosas, ningún experto se atreve a vaticinar cuánto durará esta tregua y si se mantendrá. Los cabos sueltos del acuerdo dibujan un futuro incierto para el Líbano e Israel y, en palabras de Zimmt, «esto es Oriente Medio», aunque señala que en este momento ninguno de los dos actores principales, ni Hezbolá ni Israel, tienen interés en seguir luchando. «Espero que dure muchos años», pero explica, «todo se reduce a que Hezbolá no vuelva a la frontera con Israel porque, en ese caso, podríamos enfrentarnos a otra ronda de escalada».