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MontecassinoHermann Tertsch

El pánico al cambio imprescindible

Los partidos del sistema no quieren aliarse con el único partido que lleva el sentido común en su bandera, la Alternativa para Alemania

Actualizada 04:30

He cubierto informativamente durante más de tres décadas las elecciones alemanes antes y después de la unificación y, aunque siempre fueron importantes los comicios en el país más poderoso de Europa, nunca habían despertado el interés que generan las de este domingo. Hay muchísimo interés pero generado por la angustia. Y hay mucho miedo que en algunos raya en pánico. No solo en Alemania. En principio no parece haber motivo. Los sondeos dicen que va a ganar la Unión Cristianodemócrata (CDU) miembro del Partido Popular Europeo. Que necesitará una coalición con alguien. Y va a relevar a un gobierno liderado por el Partido Socialdemócrata (SPD). Que gobernaba en coalición. Eso ha pasado muchas veces. Pero ahí se acaban las similitudes entre estas elecciones y las pasadas.

El miedo en los grandes partidos tradicionales europeos y el pánico en las sedes de la Unión Europea en Bruselas tienen motivos y son de peso. Porque todos ya saben aunque nadie se atreva a formularlo así, que estas elecciones van a ser las últimas en la historia de la República Federal de Alemania en las que la ideología socialdemócrata hegemónica se imponga en contra de los intereses de la población alemana. Porque por primera vez hay una alternativa de cambio real y los alemanes saben que la deriva actual empeora su vida día a día.

Los partidos del sistema no quieren aliarse con el único partido que lleva el sentido común en su bandera, la Alternativa para Alemania. Por tanto para desmarcarse de la «ultraderecha» han dejado de utilizar el sentido común y todos participan del pensamiento mágico de la izquierda con total desprecio a la realidad hasta que esta los atropella, con decenas de miles de despidos, con cierre masivo de empresas, con asesinados por las calles, con un colapso de los servicios y unos colegios en situación muchas veces tercermundista.

Estas elecciones son anticipadas, cosa que en Alemania apenas ha pasado. El gobierno del canciller socialista Olaf Scholz ha tenido que tirar la toalla un año antes porque sus dos socios sabían que era un suicidio seguir juntos hasta el final. Ha sido, pocos lo dudan, el peor gobierno desde la fundación de la república en 1949. Prácticamente todo lo que ha hecho ha tenido efectos negativos cuando no catastróficos para la población, para su economía y para su seguridad.

«La coalición del semáforo» de rojos, verdes y los liberales amarillos ha actuado como un catalizador que ha agravado y disparado todos los males de una Alemania que lleva ya dos décadas desafiando al sentido común, a la racionalidad y a la realidad con una sobredosis de ideología, ingeniería social e inmigración ilegal incontrolada.

Todos los sondeos dicen que la CDU ganará y su candidato Friedrich Merz ya ha dicho que como va a necesitar una alianza para formar mayoría que lo hará con los socialistas de Scholz o con los verdes de Habeck o con los dos si no suma con uno solo. O sea que los electores alemanes van a las urnas con la certeza de que al gobierno catastrófico de Scholz le seguirá un gobierno con dos partidos del gobierno catastrófico de Scholz. Y probablemente con el propio incompetente de Scholz en el mismo. Quien pensara que las experiencias han hecho escarmentar se equivocaba. Volverán a lo mismo.

Habrá quien pregunte si no hay otra opción que ese tedio absoluto que hace que esos tres partidos hayan estado gobernando juntos o revueltos siempre desde hace décadas y por tanto responsables de la vertiginosa degradación de todos los indicadores. La hay, por supuesto. Hay una posibilidad de una gran alianza de fuerzas de la derecha de CDU/CSU con la Alternativa para Alemania que es ya el segundo partido y que algunos temen incluso ver el domingo como primera. Que es lo que pasó en Austria cuando el FPÖ superó y ya dobla a los otros dos partidos ÖVP y SPÖ y al que sin embargo siguen negado el derecho a dirigir el gobierno. En gran parte por las obscenas y masivas injerencias desde Bruselas y Berlín.

En Alemania, Merz ha dicho que jamás hará una alianza con un partido integrado en gran parte por militantes y votantes de la CDU hartos de la deriva hacia la izquierda, el ecologismo radical, la inmigración sin control y la criminalidad disparada, la hiperregulación del fanatismo verde y la falta de libertad de expresión y cátedra cada vez más agobiante e impuesta sin distinción por esos tres partidos que hacen lo mismo y defienden lo mismo solo porque quieren estar siempre gobernando sin cambios reales que demuestren sus colosales fracasos de este siglo.

Una coalición de la CDU y la AfD podría acometer con amplia mayoría las reformas absolutamente necesarias para sacar a Alemania y a Europa de un desastroso letargo paralizante y empobrecedor. La distancia de la economía europea con la de EEUU e incluso China con sus problemas se agranda día a día. Pero en Alemania se discute sobre controles y reglas para reglamentos de controles de reglas de control, cuantas sesiones de espectáculo de drag-queens en el Kindergarten o sobre los aparatos de calefacción que impone el gobierno arruinando a las familias parta después cambiar las regulaciones. La política está volcada en entorpecer todo lo que no le compete. Y todo lo que debiera hacer y decidir no se hace para evitar fricciones.

Así por lo tanto previsiblemente después d meses de negociaciones habrá una coalición de la CDU con los socialistas, con los verdes o con los dos en otro tripartito, en el que solo se pondrán de acuerdo para seguir por la senda de la ruina. Hasta que sucumba ese gobierno. Entonces previsiblemente la AfD ya será el primer partido de Alemania y estará cerca de la mayoría absoluta. Aunque nadie puede descartar que el domingo mismo se consume la pesadilla de los partidismo tradicionales, los medios y las elites, y los alemanes decidan dar un puñetazo en la mesa votando a AfD como les recomienda Elon Musk.

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