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Milorad Dodik, presidente de la República SrpskaEFE

Bosnia y Herzegovina, al borde del colapso: una región desafía al Estado y amenaza con romper el país

La principal motivación detrás de las acciones de Dodik es una visión ultranacionalista que aspira a separar la República Srpska de Bosnia y unirse a Serbia, bajo el paraguas de una «Gran Serbia»

Bosnia y Herzegovina se enfrenta a una crisis existencial desencadenada por los actos desafiantes de Milorad Dodik, el presidente de la República Srpska. La República Srpska, uno de los dos territorios que componen el país, ha intensificado su desafío a las autoridades nacionales e internacionales, poniendo en peligro la frágil unidad del país. Este conflicto ha evolucionado en una confrontación política que refleja no solo las tensiones internas del país, sino también las ambiciones geopolíticas de actores externos, como Rusia y Serbia, mientras el resto del mundo observa con cautela.

La raíz de esta crisis se encuentra en los persistentes intentos de Dodik de desmantelar las instituciones comunes de Bosnia y Herzegovina, heredadas de los Acuerdos de Paz de Dayton (1995), que pusieron fin a la guerra en Bosnia. Dodik, quien lleva años dominando la política de la República Srpska, ha desafiado las leyes del país en reiteradas ocasiones, específicamente las del Tribunal Constitucional, el Alto Representante para Bosnia y Herzegovina, y el sistema judicial central. En febrero, una corte de Sarajevo condenó a Dodik a un año de cárcel y seis años de inhabilitación tras contravenir las órdenes del Alto Representante, Christian Schmidt. Este es solo uno de los últimos episodios en una serie de acciones que han buscado consolidar la independencia de la República Srpska y su alejamiento del gobierno central.

La principal motivación detrás de las acciones de Dodik es una visión ultranacionalista que aspira a separar la República Srpska de Bosnia y unirse a Serbia, bajo el paraguas de una «Gran Serbia». A través de leyes que niegan la autoridad de los tribunales estatales, la creación de una policía autónoma y el intento de reformar la Constitución para permitir el control de fronteras y fuerzas armadas separadas, Dodik está construyendo los cimientos de una estructura política que podría llevar a la ruptura total del país.

La comunidad internacional ha mostrado su preocupación, pero la respuesta ha sido tibia. La Unión Europea ha reforzado su presencia con el despliegue de más tropas de EUFOR, pero la falta de apoyo unificado para la intervención directa ha dejado al gobierno de Sarajevo luchando solo contra el desafío de Dodik. Mientras tanto, el apoyo de Serbia y Rusia a Dodik no hace más que complicar aún más la situación. Serbia, bajo el liderazgo de Aleksandar Vučić, ha mostrado su apoyo a la República Srpska, y Rusia ha respaldado las aspiraciones separatistas de Dodik, aprovechando el vacío de poder dejado por la falta de acción decidida de Occidente.

La postura de Trump y el Kremlin

El panorama geopolítico se vuelve aún más incierto cuando se considera el papel de actores internacionales clave. Por un lado, la Administración de Donald Trump, que ha mostrado simpatías hacia figuras como Dodik, podría ser crucial. Aunque Trump no se ha pronunciado directamente sobre la situación en Bosnia, sus puntos de vista alineados con el Kremlin en otros asuntos, como Ucrania y Europa del Este, han alimentado la esperanza de Dodik de que el regreso de Trump a la Casa Blanca signifique un cambio favorable para sus intereses.

Soldados franceses del destacamento francés de la misión "EUFOR Althea", vigilan durante la llegada del ministro francés de Asuntos Europeos al campamento base "Butmir", cerca de Sarajevo

Soldados franceses del destacamento francés de la misión «EUFOR Althea», vigilan durante la llegada del ministro francés de Asuntos Europeos al campamento base «Butmir», cerca de SarajevoAFP

Por otro lado, el Kremlin se ha mostrado dispuesto a respaldar a Dodik, como parte de su estrategia para ganar influencia en los Balcanes y contrarrestar la expansión de la OTAN. La relación de Dodik con Putin se ha estrechado en los últimos años, con varias reuniones entre ambos líderes, y Rusia ha utilizado su apoyo para presionar a Occidente en temas como Ucrania y la seguridad en los Balcanes. El respaldo de Rusia y Serbia ofrece a Dodik un sólido frente internacional, lo que podría darle la confianza necesaria para seguir desafiante ante las autoridades internacionales.

El futuro de Bosnia y Herzegovina depende en gran medida de la capacidad del gobierno central de Sarajevo para recuperar el control y reafirmar la autoridad de las instituciones nacionales. Si Dodik continúa con sus provocaciones y las fuerzas de seguridad del país se ven incapaces de hacer cumplir la ley, el país podría enfrentar una escalada de violencia o, en el peor de los casos, un conflicto armado limitado que, aunque no comparable a la guerra de los noventa, podría destrozar aún más las frágiles estructuras del Estado. La posibilidad de que Dodik y sus aliados sean detenidos sigue siendo incierta debido al riesgo de desestabilización, pero su arresto podría marcar un punto de inflexión importante.

En cuanto a la comunidad internacional, la falta de consenso y acción efectiva podría llevar a una Bosnia aún más fragmentada y aislada, mientras actores como Rusia y Serbia continúan promoviendo sus propios intereses en la región. La resolución de este conflicto, por lo tanto, no depende solo de la capacidad interna de Bosnia para mantener su unidad, sino también de la voluntad de Occidente de involucrarse de manera más decisiva para garantizar que los Acuerdos de Dayton, lejos de ser un remanente del pasado, sigan siendo la base sobre la cual se construya el futuro del país.

En un contexto tan delicado, el riesgo de desmembramiento sigue latente. En los últimos meses, Bosnia y Herzegovina ha transitado por un puente lleno de grietas, uno que recuerda a Un puente sobre el Drina, la obra cumbre de Ivo Andrić —que es como decir de la literatura balcánica—, que retrata la lucha por la supervivencia y la unidad en un país dividido por sus propios fantasmas históricos. Ahora, ese puente parece más frágil que nunca.

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