Europa ante sus futuras amenazas
Los tiempos de Putin pasaran, pues los reyes y emperadores, más tarde o más temprano, mueren y su legado se difumina en el tiempo, pero la naturaleza europea de los rusos seguirá y para que siga con sus características europeas propias deberán estar dentro de Europa, como siempre lo estuvieron, hasta el levantamiento del muro de Berlín

El islám y China, las principales amenazas para Europa
Los tiempos que se acercan son de tormenta en el escenario internacional y a veces parece que los árboles no dejan ver el bosque. La Rusia de Putin es, como fue la Rusia de los Zares, un gigante con los pies de barro. Solo el empecinamiento del Kremlin le hace seguir en una guerra que no ha perdido pero que tampoco ha ganado. Si al final el Kremlin salva la honra será gracias al voluble Trump, aunque no dejará de ser una victoria pírrica.
El verdadero poder de Rusia esta en su arsenal nuclear. Una nación con un esperable PIB de 2.052.000.000.000 $ para finales de 2025 (siendo el de España de 1.724.379.000.000) no es un gigante económico y menos un verdadero gigante militar. Stalin fue el vencedor de la 2ª Guerra Mundial porque los Estados Unidos de Roosevelt financiaron no solo su victoria sobre Hitler también su posterior hegemonía en medio mundo durante la Guerra Fría. Teniendo en cuenta que Rusia casi triplica la población de España no puede afrontar una guerra contra el resto de sus vecinos europeos salvo que esté decidida a lanzar una guerra nuclear suicida a la que, al menos, Francia y Gran Bretaña responderían.
China y el fundamentalismo islámico
Las amenazas de futuro en el mundo parece que van a ser dos. La primera viene de la mano de una nación como China que se expande demográficamente (1.476.031.718 habitantes), con una cada vez mayor capacidad de innovación tecnológica y que está logrando cada día la dependencia de su capacidad industrial y financiera de muchas naciones del planeta. Una dependencia que aumentaría hasta niveles imparables si lograse hacerse con el control de Taiwán y de su puntera industria de última generación (fabrica el 90 % de los chips de alta integración y el 41 % de los microprocesadores del mercado mundial).
Además, muchos países del Tercer Mundo están abriendo de par en par sus puertas a la nueva China gracias a la inteligente política crediticia de Pekín que renuncia a cobrar sus prestamos a cambio de bases comerciales, prebendas en materia de adquisición de materias primas, apertura de mercados a sus manufacturas, etc.La otra amenaza que muchos gobiernos occidentales consideran molesta pero no menos peligrosa es la expansión del islamismo radical. Demográficamente el Islam parece imparable. Una buena parte de sus integrantes apuestan por el integrismo religioso que lleva aparejado el espíritu y valores de la Yihad, que es básicamente un modelo de conquista religiosa y militar que lleva el Islam en su ADN desde los tiempos de Mahoma.
Las naciones europeas parecen incapaces de afrontar los retos a medio y largo plazo que China y el Islam presentan
Los Estados Unidos, con o sin Trump, disfrutan de una cierta protección gracias a que el Atlántico y el Pacífico hacen de murallas naturales que los protegen en alguna medida de las grandes amenazas de China y del Islam. Puede que Washington pierda el control del mundo que viene, que venía detentando desde hace solo tres cuartos de siglo, puede que se vea obligado a volver a un aislamiento que solo le permita proyectar su poder sobre el continente americano, pero esta situación dejara la suerte de Europa, de tres continentes, en manos de unas naciones europeas que individualmente y colectivamente parecen incapaces de afrontar los retos a medio y largo plazo que China y el Islam presentan.
Sobre la caída del Imperio Romano escribió el Profesor de Ciencia Política en la Universidad de Cambridge sir Ernest Barker, «la población romana había ido decayendo de siglo en siglo, mientras las tierras quedaban sin cultivar, creándose así un vacío hacia el que necesariamente se tenían que sentir atraídos los bárbaros» y «cuando finalmente se rompió la barrera, el alud no tuvo carácter de cataclismo, sino de algo que se hallaba en la misma naturaleza de las cosas» y, sobre esto, apunta el general e historiador norteamericano Fuller: «Los invasores no se presentaron como enemigos potenciales, sino nominalmente como foederati para defender el Imperio contra los de su misma clase, y al verse dotados de la categoría de tales, pudieron establecer una excusa legal para permanecer dentro de las fronteras del Imperio. Una vez armados y equipados, obtuvieron el poder de elegir a sus propios emperadores marionetas y, más tarde, de establecer reinos propios».
Rusia es Europa
Puede que la oportunidad que tengan los pueblos tradicionalmente europeos de preservar su modo de vida, cultura, religión (o agnosticismo) y existencia demográfica sea casi nula. Solo la formación de una gran coalición europea a la que, sin lugar a dudas, debería pertenecer Rusia puede permitir a los europeos preservar su modo de vida que durante siglos han construido. Los rusos son tan europeos como los belgas, españoles, griegos, búlgaros e incluso los ingleses. Los tiempos de Putin pasarán, pues los reyes y emperadores, más tarde o más temprano, mueren y su legado se difumina en el tiempo, pero la naturaleza europea de los rusos seguirá y para que siga con sus características europeas propias deberán estar dentro de Europa, como siempre lo estuvieron, hasta el levantamiento del muro de Berlín.