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El Debate en América

Venezuela, geopolítica y guerra en Ucrania

Más allá de la geopolítica, el principal apoyo del gobierno y otro de los mayores obstáculos para concretar la transición democrática en Venezuela, es el papel que están jugando algunas multinacionales

En boca de muchos analistas y opinadores, locales y externos, se ha vuelto frecuente el razonamiento según el cual la transición hacia la democracia en Venezuela no ha sido posible debido al apoyo político, financiero y militar de los llamados «países aliados» del gobierno; específicamente: Rusia, China, Irán, Turquía, Cuba y Nicaragua.

En realidad, creo que el asunto amerita una mirada más profunda.

El apoyo militar es compartido por Rusia e Irán, pues representa un buen negocio para ambos y en el caso de Rusia y sus aliados, es ahora una pieza del ajedrez que juegan con EE.UU. y la Unión Europea en su conflicto por Ucrania.

Para Irán es, además, un elemento mediático que fortalece la idea de que «no están solos» o aislados internacionalmente. En el caso de Turquía, los grandes negociados de intermediación comercial y financiera, son razón suficiente.

Para los demás, especialmente Cuba y Nicaragua, Venezuela no ha sido otra cosa que una buena fuente de recursos financieros para su sobrevivencia en vista del fracaso de sus economías.

A China le interesa también ponerle la mano a los recursos naturales del país, en particular el coltán y el oro

Por su parte, a China le interesa también aprovechar la oportunidad de hacer negocios, pero, principalmente, ponerle la mano a los recursos naturales del país, en particular el coltán y el oro, pues son minerales estratégicos en sus planes de dominio económico del mundo, a cambio de la gigantesca deuda que hemos contraído con ellos.

No obstante, habría que aclarar que, salvo el caso de Cuba cuya injerencia en las decisiones políticas venezolanas es tan notable como la cantidad de dinero y beneficios que obtiene a cambio, el apoyo del resto de los países aliados se reduce a lo declarativo, a su uso como peón de su propio juego de intereses y a la publicidad de su apoyo político.

Así que mientras el gobierno nacional les siga satisfaciendo sus necesidades e intereses, aunque sea a costa del sufrimiento que padecemos, el apoyo político de sus aliados continuará.

Botín y poder

En consecuencia, estamos frente a una alianza condicionada e incierta, especialmente debido a las tremendas debilidades que el gobierno y su partido han comenzado a mostrar, debido a las pugnas internas por el «botín y el poder» que se desataron en los últimos meses.

Por otra parte, tengo la convicción de que, más allá de la geopolítica, el principal apoyo del gobierno y otro de los mayores obstáculos para concretar la transición democrática en Venezuela, es el papel que están jugando algunas multinacionales, con grandes inversiones respaldadas por sus socios políticos, como es el caso de Repsol, Rosneft y Chevron.

Ellas aprovecharon los privilegios, las exenciones de impuestos, pagos aduaneros y otros beneficios financieros y fiscales que el gobierno estableció para facilitar su operación en el país, y contribuir así a la ficción de una burbuja de bienestar que solo benefició a muy pocos.

Con relación a la situación mundial provocada por la invasión de Rusia a Ucrania, esta ha abierto una ventana de posibles beneficios para nuestro país, los cuales podrían contribuir a fortalecer esa ficción.

Destacamos especialmente el aporte potencial que podríamos dar si fuera posible incrementar la producción de petróleo y gas, de los cuales tenemos grandes reservas. De allí se nutre la oferta engañosa de «vender petróleo a Europa, con pago anticipado».

Y decimos que es engañosa porque la realidad es que la industria petrolera venezolana no está en capacidad de responder a tal oferta, pues su producción sigue estancada en menos de 700.000 barriles diarios; a menos que se trate de venderles el petróleo que nos suministra Irán desde hace al menos un par de años.

Al respecto, solo en los últimos meses recibimos más de un millón de barriles y ya se anunció que recibiremos otros 700.000 en los próximos días. Además, esperamos la llegada de un buque de carga iraní, el segundo comprado por Venezuela, el cual planea zarpar el próximo mes con un cargamento de componentes para combustibles, que nos permitirá sobrellevar la profunda escasez de gasolina y diésel que tenemos, debido al mal estado de nuestra red de refinación.

Quizás el mejor ejemplo de nuestra incapacidad actual para beneficiarnos de la coyuntura es el poco resultado de las recientes conversaciones sostenidas entre representantes del gobierno de Estados Unidos y el gobierno venezolano sobre la posible cooperación petrolera en el marco de un ablandamiento de las sanciones.

Para colmo, la otrora empresa venezolana en los Estados Unidos de Norteamérica, CITGO, informó hace pocos días que ya no requerirá petróleo venezolano para producir gasolina, pues cambió sus patrones de refinación.

Así pues, como consecuencia del desmantelamiento de la estructura productiva que el gobierno provocó, nuestro país sigue mostrando incompetencia para sacar algún provecho de las oportunidades que las circunstancias geopolíticas nos ofrecen.