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Perro come perroAntonio R. Naranjo

Las cuatro jinetas del Apocalipsis

Sorprende la facilidad con que las Cinco Latinas se indultan a sí mismas de sus propias carreras y venden la idea de que, cuando manden, el mundo cambiará

Actualizada 16:41

Yolanda Díaz, Ada Colau y Mónica Oltra suman más trienios en política que Jordi Hurtado en TVE, pero se presentan en público, a lomos de caballos de la celebrada cuadra del Apocalipsis, como si acabaran de llegar y pudieran arreglar el mundo con sus buenos sentimientos

Falta la cuarta jinete, o jineta, Mónica García, con algo menos de bagaje pero una prometedora carrera ya para ingresar en Las Supremes y transformarse juntas en Las Ketchup: todo lo que dicen suena a Aserejé, pero cómo lo dicen.

La quinta miembra es una tal Fátima Hamed, conocida por declarar a Abascal non grato en Ceuta y por defender que taparse la cara, para que solo la vea un hombre, es feminista a tope, sin réplica de ninguna de las compañeras del metal presentes en el despliegue textil que mejor simboliza el papel subordinado, menor y clandestino de la mujer en ciertas culturas.

La sexta y la séptima debieron ser Ione Belarra e Irene Montero, tan proclives a hiperventilar como las anteriores, pero en ese derroche de «amor» que dicen representar Los Panchos en Valencia no caben las Milli Vanilli de Madrid, que cantan en playblack con la voz de Pablo Iglesias.

Lo sustantivo del mensaje coral de las Mujercitas es que apelan, de repente, a lo que dicen combatir el resto del año: a la especificidad femenina, a los valores, emociones, miradas y actitudes que más las distinguen del hombre del que, terminado el aquelarre, no se diferencian en nada.

¿En qué quedamos? O somos iguales o no lo somos, pero si no lo somos, no lo somos nunca. Más allá de que convertir a la mujer en un bloque identitario homogéneo es lo menos liberador que quepa imaginar, como si todas fueran ovejas contentas de cambiar de pastor a pastora; sorprende la facilidad con que las Cinco Latinas se indultan a sí mismas de sus propias carreras y venden la idea de que, cuando manden, el mundo cambiará.

Ada Colau lleva siete años gobernando Barcelona, el tiempo necesario para convertirla en Bagdad. Yolanda Díaz ocupó su primer cargo público en 2003. Mónica Oltra se estrenó en las Cortes Valencianas en 2007. Mónica García, la más reciente en apariencia, es diputada desde 2015. Y Fátima Hamed tiene ya dos trienios a su espalda en la Asamblea de Ceuta, aunque tal vez no la conozcan mucho por llevar la cara tapada: es la que pega voces.

El paternalismo antifeminista de las Spice Girls queda superado así por la incompetencia manifiesta como gestoras de algo más que emociones cursis para corazones facilones, que privatizan además como si solo ellas las tuvieran y con eso fuera suficiente para comprar unos filetes en la carnicería.

Y todo ello compone una canción que, queriendo ser el Born in the USA de Springsteen, no pasa de La Bomba de King África. Si les sonaba el tema que se escuchó desde Valencia, no se extrañen: lo han escuchado mil veces desde hace años. Es el mismo que perpetró Pablo Iglesias hasta la náusea para poder comprarse una mansión en Galapagar, pero en una versión acústica.

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