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Perro come perroAntonio R. Naranjo

El Farruquito del PSOE

Cuando el PSOE protege a un concejal de Tráfico borracho de ilegalidades, está lanzando el mensaje definitivo del sanchismo: nosotros podemos conducir en dirección contraria, bebidos, sin seguro y además darte clases de conducción

Actualizada 04:56

El elemento se llama Andrés Licerán. Su nombre les dirá lo mismo que el de Dilnoza Kubayeva, protagonista de la infravalorada Kelgindi Kelin, probablemente uno de los más afamados títulos del cine de Uzbekistán, en el caso de que alguien la hubiera visto.

Nuestro amigo es el concejal de Tráfico de Cáceres, lo que tampoco incorporará nada llamativo en sí mismo: debe haber como 5.000 con su cargo en toda España, tantos como Ayuntamientos prescindibles que suben el IBI a sus ciudadanos para que alguien del partido tenga una ocupación innecesaria pero remunerada y, si es espabilado, pueda encender las luces como Abel Caballero cada Navidad para que se vean bien los baches abandonados el resto del año.

Lo que hace de Licerán objeto de atención es que, siendo el responsable de la circulación en la bella Cáceres, fue detenido hace unos días por circular en un coche sin seguro y sin la ITV pasada. Le faltó dar positivo en pitarra o en alguna sustancia promovida por Errejón, pero el kit de mamarracho temerario pudo exhibirlo casi al completo.

La explicación que dio el susodicho al ser pillado con el carrito del helado solo podría ser empeorada por la de un concejal de Seguridad sorprendido robando: dijo que no se había dado cuenta y que ya si eso al día siguiente cumpliría con la ley.

No quiero fabular con qué diría o qué habría sido capaz de hacer el tal Licerán de haber ostentado la cartera de Urbanismo, y no digamos la de Infancia, pero en todo caso el desenlace no ha afectado a su brillantemente irrelevante trayectoria hasta ahora: sigue en el cargo, aunque la carga sea él.

La casualidad ha querido que el dato más reseñable del Farruquito cacereño le venga por su condición de consorte de Belén Fernández, cuyo nombre les dirá lo mismo que el de Melis Abzalov, otra gloria del cine uzbeko con títulos tan legendarios como Suyunchi, tan ignorada para el gran público como desconocida para los demás.

Fernández es, sin embargo, la portavoz adjunta del PSOE en el Congreso de los Diputados, amén de un batiburrillo de cargos orgánicos en el partido que no le quitan tiempo ni energías para salvar a la humanidad global y a la humanidad española.

Pelos de punta se le ponen a uno cuando comprueba el pedazo de compromiso que siente al difundir la campaña «Prevent the genocide» en sus redes sociales o al escribir, en un periódico muy singular, ideas que la convierten en una visionaria: «Democracia y estado de bienestar como fórmula para el progreso social y que hemos de mimar para mantener el pacto constitucional vigente y actualizado».

Desconozco el sueldo de la diputada, pero poco se antoja ya de antemano para quien supera en valores a Mandela y en visión a Adenauer, dos ocupaciones que explican sin duda su silencio al trascender el desliz de su marido: ni el uno ha dimitido, tras ampliarse el incidente y trascender que llevaba un año sin seguro ni revisión; ni la otra le ha aplicado el baremo que sí despliega, digamos, para culpar a la Ayuso de turno del deshielo de la Antártida.

Cuando el PSOE protege a un concejal de Tráfico borracho de ilegalidades, está lanzando el mensaje definitivo del sanchismo: nosotros podemos conducir en dirección contraria, bebidos, sin seguro y además darte clases de conducción.

En el coche cacereño no iba Licerán, en fin. El conductor real era Sánchez, y lo siguiente será aprobar el derecho al atropello. Tan socialista, tan Falcon.

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