Que el camino sea largo
Parece obligado en un día como hoy hacer un ejercicio de optimismo y desear que el año que comienza sea mejor en todo al ya pasado. El futuro, sin embargo, es incierto por naturaleza, por eso lo coherente sería gozar del presente. No todos lo sabemos hacer. Reconozco mis limitaciones en ello. Como muchas personas, me encuentro atrapado entre la nostalgia del pasado, que la distancia y la distorsión del paso del tiempo lo hacen mejor, y los días venideros sobre los que voy dibujando proyectos, a veces en el papel, a veces en la imaginación. Estos últimos son vitales. Tener proyectos es uno de los combustibles de la existencia. Te ayudan a mantener la ilusión en el esfuerzo y eso te da vida y, seguramente, felicidad. Eso y vivir conforme a la razón, tan ausente en la actualidad, donde la singularidad del hombre se desdibuja en el rebaño a través de las redes, de la televisión y de una industria digital que nos ha permitido superar muchos obstáculos, pero también nos ha convertido en solitarios pegados a un móvil. Esa tecnología es la que nos ha vuelto más fanfarrones y prepotentes que nunca. Las mayorías legitiman a los gobiernos en democracia, pero sus hábitos y costumbres no siempre tienen razón. Tendemos a confundir nuestros deseos con la realidad, cuando en verdad deberíamos aprender a vivir el presente, el instante justo que nos ha tocado y así podremos comprobar que la vida no es un instante fugaz. Vendrán más años y nos harán mejores. O al menos eso es lo que yo quiero para este 2022 que hoy comienza. Pidamos que nuestro camino sea largo y que disfrutemos de las grandes y pequeñas cosas. Nuestra vida es tan rica, tan maravillosa…