Prefieren a los carniceros de ETA
Los jefes sindicales de Comisiones Obreras y UGT han optado por ponerse del lado de trabajadores tan indefensos como los psicópatas de una banda terrorista
El progresismo, reformismo y feminismo que nos vendía Pedro Sánchez y sus sindicalistas amigos era esto. Arruinar a los carniceros que se ganan la vida vendiendo chuletones mientras ellos se toman chiquitos a la salud de los matarifes de ETA. Unos cortan chuletas y otros despedazan seres humanos inocentes. La vida es una continua elección, es tomar decisiones, y la progresía española ha optado ya: mejor el carnicero de Mondragón, que mató a 17 personas, entre ellas a un niño de 13 años, que los honrados carniceros de mi barrio, que a duras penas llegan a fin de mes. A cambio de mirar para otro lado mientras homenajean a asesinos, caen votos como soles en el Parlamento. Mala gente que camina y va apestando la tierra, con palabras de Machado.
Los jefes sindicales de Comisiones Obreras y UGT, dos más en la mesa de la desvergüenza de la izquierda, han optado por ponerse del lado de trabajadores tan indefensos como los psicópatas de una banda terrorista, despreciando a todos los trabajadores que cayeron bajo su vesania: guardias civiles, policías, militares, peluqueros, carpinteros o conductores de autobús, por no hablar de los niños que nunca llegarán a ser trabajadores, cuyos ataúdes blancos taracearon con metralla. Es decir, han puesto su putrefacta firma al pie de la página más abyecta de nuestra historia.
Unai Sordo y Pepe Álvarez lideran dos organizaciones que han traicionado los más elementales códigos morales. Si robar a espuertas ayudas de los parados de Andalucía, forrar de dinero público a los compañeros del metal asturianos, tirar de tarjetas opacas pagadas por los madrileños o zampar langostinos a cuenta del erario público los ha sumido en el más absoluto descrédito, traspasar la línea roja este fin de semana de apoyar 200 homenajes a matarifes, que además se niegan a esclarecer 344 asesinatos, debería inhabilitarlos para el ejercicio público.
Sé que no será así porque el primero que debería ser inhabilitado es el que desde La Moncloa cuenta votos en esas manifestaciones. Sé también que Unai y Pepe seguirán comiendo croissants en Moncloa con Yolanda Díaz, que los fondos europeos les servirán para remodelar sus sedes, que jalearán a los supremacistas catalanes mientras seguirán callando ante el acoso a un menor y que no dirán ni pío del atraco del recibo de la luz ni de la dificultad de cualquier autónomo para levantar el cierre cada mañana. Pero verlos ejercer de testaferros de Pedro Sánchez nos tiene que recordar cuan idiota ha sido nuestra democracia engordando de marisco y subvenciones a los sindicatos y cuan inerme ha estado esa misma democracia ante sus enemigos más crueles, los carniceros de ETA. Al cabo, el sanchismo, con sus vicecónsules Unai y Pepe, busca una sola cosa: sacar criminales a la calle y encerrar a sus víctimas en la cárcel del olvido.