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El astrolabioBieito Rubido

Que Dios te libre de los consejeros

Ahora mismo los ciudadanos solo manejan fragmentos del conflicto y las emociones están tan a flor de piel que al final puede ganar quien menos razón tenga

Actualizada 04:43

Cuando Johann Wolfgang von Goethe, hace ya nada menos que 200 años, dijo: «No me deis consejos, que sé equivocarme solo», ya sabía que la condición humana tiende a entrometerse, más con emoción que con racionalidad, en los conflictos que viven unos y otros –familiares, empresariales o políticos– y no siempre aportan ni consuelo ni soluciones. Así que me voy a abstener de darle ningún consejo a Pablo Casado, a quien, como ya escribí en días pasados, no le hace falta. Además, ya está apostando por él algún periodista gafe y eso nos hace cuesta arriba el trabajo de los demás. Aun así, y olvidándome de quiénes son los protagonistas, yo vuelvo a la inquietud que expresé desde el primer día que explotó este asunto: media España está enfadada porque es consciente de que hay que poner punto final al desgobierno económico, jurídico y moral que estamos padeciendo, y eso solo se puede hacer con una oposición organizada y legitimada. Así que insistiré en la necesidad de encontrar una solución rápida y con vocación de perdurar en el tiempo, donde se orillen los egos y florezca la madurez, apartando para siempre el infantilismo político. Porque ahora mismo los ciudadanos solo manejan fragmentos del conflicto y las emociones están tan a flor de piel que al final puede ganar quien menos razón tenga, aunque cuente con las simpatías del pueblo, que no siempre anda fino en los análisis. Así que, para que ganen todos, tienen que perder los dos y hacerlo pronto. Este sábado parece que se ha dado un paso.

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