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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Ultraderecha

Esta huelga, seguida de otras, puede terminar con el Gobierno. La incoherencia es brutal. Un Gobierno socialista-comunista-separatista y sostenido por los terroristas puede caer por la indignada unidad de los trabajadores

Actualizada 05:21

Hasta ahora, la ultraderecha era Vox, un partido constitucional y constitucionalista que defiende la unidad de España, la Corona, la libertad y la vida. Pero, desde hoy, la ultraderecha somos todos los que consideramos que el actual Gobierno está rebosado de frescos, inútiles, majaderos, derrochadores del dinero público y botarates. Son de ultraderecha para la ministra portavoz del Gobierno y su homóloga de Transportes –la lectora de Almudena Grandes–, el 85 por ciento de los transportistas por carretera. Y los taxistas, los ganaderos, los agricultores, los campesinos, los pescadores, los curtidores, los empresarios, los autónomos, los jardineros, los hosteleros, los camareros, los farmacéuticos y… los guardias civiles y policías que reclaman la equiparación salarial con los cuerpos policiales autonómicos. Y son de ultraderecha los que apoyan sin reservas, a pesar de los perjuicios que pueden invadir su acontecer diario, la huelga de transportistas, que ha sorprendido con el pie cambiado a los subvencionados sindicatos de clase, que lamentan la existencia de los piquetes de información, sus queridísimos piquetes cuando las huelgas sectoriales se convocan contra Gobiernos conservadores o liberales. Es más, se han manifestado en contra de la rebaja de las facturas de la luz.

Canto del cisne de los golfos marisqueros, que no los mariscadores, que asimismo son de la ultraderecha. Me informan, mientras escribo el presente texto, que también los diseñadores de canicas, los dependientes del comercio y las cajeras de supermercados y cadenas cibernéticas se han unido a la ultraderecha, así como el millonario esposo de Mónica García –médica, madre y mema–, que ha sido sorprendido cuando paseaba por la calle donde su modesto hogar se ubica –la de Alfonso XII–, tarareando Montañas Nevadas.

Malvados piquetes. En 2012 los transportistas, con menor participación que en la huelga actual, convocaron con el apoyo de los sindicatos subvencionados por todos los españoles una huelga contra el Gobierno de Rajoy. Y el 17 de septiembre de aquel año, el co-causante de la ruina de España, Pablo Iglesias, escribió el siguiente mensaje en Twitter: «Buenos días a todos, y sobre todo a los trabajadores del Transporte en huelga y a los piquetes. Sin vosotros no hay democracia».

El 13 de noviembre del mismo año, los sindicatos subvencionados por nuestros impuestos, cuyos dirigentes distinguen perfectamente la diferencia que se establece entre un langostino y una cigala, convocaron contra el Gobierno de Rajoy otra huelga. Y el corresponsable de la fractura de España, el otro, es Sánchez, que usó de las redes sociales para dejar clara su postura al respecto. «Mañana, los poderosos atacarán con todos sus medios el derecho a la huelga. Pero desde esta noche, la democracia la defienden los piquetes». In Twitter veritas.

Es decir, que también los piquetes son de ultraderecha, lo cual estremece y condiciona mi estado de ánimo. Para mí, desde que era joven, el piquete informativo que informaba a los trabajadores que no secundaban la huelga a porrazos y puñetazos eran profesionales sindicalistas de la izquierda extrema. Creo en el derecho de huelga siempre que no sea pisoteado el derecho al trabajo. Y es posible que en algún piquete de la huelga de transportistas se haya producido violencia. Y lo deploro. Pero he visto muchas imágenes de camioneros que acudían a su trabajo sin ser violentados por los piquetes informativos. La huelga no puede sobrevolar a la libertad. Y creo que en la actual huelga de transportes la libertad y el derecho a trabajar no están siendo pisoteados por los piquetes.

Esta huelga, seguida de otras, puede terminar con el Gobierno. La incoherencia es brutal. Un Gobierno socialista-comunista-separatista y sostenido por los terroristas puede caer por la indignada unidad de los trabajadores. La ciudadanía durante un tiempo puede sentirse perjudicada. Pero, si este grupo de depredadores de nuestra libertad cae, los camioneros serán nuestros próximos héroes. Al fin y al cabo, no han hecho otra cosa que cumplir a rajatabla los mensajes de apoyo de Pablo Iglesias.

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