Fundado en 1910
Pecados capitalesMayte Alcaraz

El ruido y las nueces de Almeida

Colocar en un titular el apellido del alcalde de Madrid relacionado con un aristócrata heredero de La escopeta nacional era demasiado sabroso para que las papilas gustativas de Adriana Lastra no lo aprovecharan

Actualizada 03:26

España debe ser el único país del mundo donde los carnés de moderación los reparten forofos de los tiros en la nuca, golpistas institucionales y socialistas amigos de todos ellos. Por eso, cuando la izquierda y sus costaleros mediáticos expiden certificados centristas a dirigentes del PP me echo a temblar. Le pasó a José Luis Martínez Almeida, cuando gestionó la pandemia con vara firme y discurso integrador. Decenas de tertulianos de izquierdas se acogieron a sagrado con el alcalde madrileño para, en contraposición, atizarle a Ayuso; los entonces Hyde y Jeckyll para los voceros de Sánchez. Pero lo curioso es que, poco antes, al regidor madrileño le habían recibido los mismos con escarnio cuando fue nominado alcaldable por Casado. De la noche a la mañana ese tipo bajito al que la izquierda acogió con desprecio porque se merendó las magdalenas de Carmena, pasó a ser Churchill.

Como era de esperar, esos mismos oráculos de todo a cien son ahora los que pregonan al alcalde de Madrid como si fuera la quintaesencia del tráfico de influencias en España. A este abogado del Estado del Atleti se le ocurrió agradecer en una conversación por whatsapp a un ciudadano madrileño donar 183.000 mascarillas al Consistorio, y resultó que este se había forrado junto a su brother a costa de un pelotazo con el material sanitario comprado con la urgencia que dictaba el Palacio de Hielo de Madrid. Los entonces cínicos aduladores creen haber mordido hoy carne, como si esa conversación fuera un trasunto a la madrileña del «sé fuerte, Luis» de Rajoy a Bárcenas. En los dos casos podemos conciliar que a los remitentes les faltó precaución e información cautelar, pero inferir a partir de esas muestras de diplomacia política que uno y otro blanqueaban los sucios expedientes de sus interlocutores es otra burda añagaza de primero de sanchismo.

Mientras la Justicia determina si el grado de desfachatez de Luis Medina y su socio se queda en el territorio de la inmoralidad o se adentra en el penal, conviene denunciar la hipocresía de quien tapa sus vergüenzas inflacionistas, la ruina inducida de millones de españoles y su despilfarro clientelar con un mensaje telefónico al que se quiere convertir en la prueba de cargo del Watergate de Cibeles, cuando al presidente del Gobierno le cercan familiar y políticamente contratos mucho más comprometedores.

Sánchez y los suyos se estrellaron contra la muralla de Ayuso cuando quisieron asaltar Madrid y ahora intentan recuperar la primera Alcaldía de España con filtraciones periodísticas a falta de la buscada traición de Villacís a Almeida. Es verdad que colocar en un titular el apellido del alcalde de Madrid relacionado con un aristócrata heredero de La escopeta nacional era demasiado sabroso para que las papilas gustativas de Adriana Lastra no lo aprovecharan. Pero, como dijo Ortega Smith, el concejal de Vox que no está entre los seguidores más entusiastas de Almeida (al que reprocha con toda razón su viraje con Madrid Central), «hay ruido pero no sabemos si nueces». Pues eso.

comentarios
tracking