Qué lástima, Majestades
¿Cómo se puede decir que no tiene perfil institucional la Reina? La persona que aparece en la Constitución como potencial Regente tiene un perfil institucional desde el día de su boda hasta el de su muerte, Dios quiera que muy lejana
Nada odio más que manifestar públicamente mi discrepancia con SS.MM. los Reyes y con su Casa. Pero mis mayores me amamantaron en el principio de que la lealtad era lo contrario de ser cortesano; hacer saber tus discrepancias cuando crees que el Soberano se equivoca es la mayor prueba de lealtad. Y yo no tengo más forma de demostrar esa lealtad que escribiendo en las páginas de El Debate.
Resulta extremadamente sorprendente que el Gobierno hiciera pública ayer una declaración sobre un decreto aprobado en el Consejo de Ministros, en lugar de esperar a publicar el texto aprobado. Aunque fuese diciendo que era el borrador enviado a la firma del Rey. ¿Por qué se retrasa el conocimiento por los españoles un decreto ya validado en el Consejo de Ministros? Debería publicarse con la transparencia que proclaman, como cualquier otra resolución del Gobierno de España. Eso ya apunta muy mal. En lugar del texto oficial se ofreció la verborrea habitual que para cualquiera mínimamente iniciado daba la sensación de ser un paso más en el control y mediatización de la Casa del Rey por el Gobierno de la nación.
Hablar de la posibilidad de suscribir convenios con instituciones diversas es inefable. Porque de lo que se trata es de poner a la Corona a la altura del Servicio Municipal de Aguas de mi Santander natal o del Ferial Nacional de Ganados de Torrelavega. Se trata de que la Corona esté a nivel de calle. Con todo lo que han dicho –falsamente– que las acciones de los dos últimos días igualan a la Monarquía española a otras europeas, me gustaría saber a cuál otra tratan así en Europa.
Creo no equivocarme al decir que la inmensa mayoría de las Casas Reales europeas no difunden información sobre el patrimonio particular de sus titulares. A pesar de que en estas horas se han dado cifras obscenas sobre otras casas europeas –han tenido el valor de atribuir hasta 14.000 millones de euros al Gran Duque de Luxemburgo–. Porque hay matices que son fácilmente manipulables. Ahora aparecerán en España voces que pregunten qué es lo que se cuenta como patrimonio y qué es lo que se excluye. En las cuentas de la Casa del Rey no es lo mismo lo que tienes, lo que ganas y lo que gastas. Y no puede serlo. Pero cuando quieres lucir una transparencia que nadie te ha pedido, tendrás que dar explicaciones. ¿Qué pasa con las espectaculares joyas que luce la Reina cuando corresponde? Las heredó Don Juan Carlos de Don Juan, que las heredó de la Reina Victoria Eugenia. ¿De quién son hoy? Quiero creer que no serán una parte de la herencia de Don Juan Carlos a la que renunciará Don Felipe. Y ¿qué ha sido de la importante y legítima asignación presupuestaria a Doña Letizia desde que se convirtió en Princesa de Asturias? ¿Eso no se ha ahorrado? Y, ¿cómo se puede decir que no tiene perfil institucional la Reina? La persona que aparece en la Constitución como potencial Regente tiene un perfil institucional desde el día de su boda hasta el de su muerte, Dios quiera que muy lejana. O por lo menos hasta el día de la mayoría de edad de la Princesa de Asturias.
Como en tantas otras cosas, Sánchez ha actuado aquí en solitario, al margen de todo el arco parlamentario, a pesar de ser el gobernante con una mayoría más exigua desde la restauración de la democracia –por el Rey Juan Carlos, por cierto–. Y nadie puede dudar que todos los partidos de la oposición de centro derecha habrían estado dispuestos a pactar con él un decreto. Pero sospecho que más de uno prefería que esas formaciones fueran mantenidas al margen y Sánchez ansiaba hacerlo por libre y forzar un chantaje al Rey: da todo esto por bueno o hablamos y ponemos todo en tela de juicio e inspección. Una vez que ha fallado legalmente el intento contra Don Juan Carlos –no políticamente, en lo que han tenido una victoria arrolladora– ahora vamos a por ti en los tribunales. Es un paso más en el control y mediatización de la Casa Real por el Gobierno.
Y nada me gustaría más que poder decir que creo que el Rey está bien asesorado y respaldado. Qué lástima lo que hemos vivido en las últimas 48 horas, Majestad. Pero que no haya lugar a equívocos, nada me haría más feliz que estar equivocado. Lo deseo de corazón.