Corregir la Ley Celaá
Estamos ante iniciativas legislativas absolutamente abrasivas, que se llevan por delante la libertad de individuo, que lo colectivizan y lo que es peor, lo quieren hacer más tonto
Desde el conocimiento y la experiencia, y también desde la conciencia crítica, un buen número de intelectuales españoles, entre los que se encuentran Fernando Savater, Félix de Azúa, Gabriel Albiac, Andrés Trapiello o Juan Pablo Fusi… acaban de firmar un manifiesto solicitando que se corrija con urgencia y a fondo la ley educativa de este Gobierno, impulsada por la ministra Celaá. Si como decía Unamuno, no hay opiniones, sino opinantes, aquí estamos ante un abanico notable de cabezas que han pensado España y la vida. Poseen la autoridad suficiente para reflexionar sobre la cuestión. Si la actual izquierda española fuese mínimamente flexible y menos doctrinaria, escucharía estas voces. Pero pierdan toda esperanza. No harán absolutamente nada. Quieren que la población de los próximos veinte años esté menos capacitada que la de ahora y adoctrinada en una sola dirección. La libertad, sobre todo la de pensamiento, les da pánico. No hay nada más injusto que no ofrecerle la portentosa herramienta de la educación a una persona económicamente humilde. Ahora se puede escribir sin riesgo a equivocarse y sin ningún otro afán que el de aportar el dato: el franquismo favoreció más el ascensor social que esta ley de educación. Estamos ante iniciativas legislativas absolutamente abrasivas, que se llevan por delante la libertad de individuo, que lo colectivizan y, lo que es peor, lo quieren hacer más tonto. Por eso triunfa la televisión basura, por eso ha desaparecido el pensamiento elaborado, por eso apenas se lee, por eso no se venden periódicos y por eso se vota como se vota… Porque a los jóvenes les hurtan la formación, el conocimiento y la capacidad de ver al mundo y a la vida desde un óptica crítica. Es decir, les roban el futuro.