Poco os espían
A los golpistas se les espía, se les detiene, se les condena y no se les indulta. Pero Sánchez prefiere perdonarles, pedirles perdón y denunciar ahora que hace un año él fue espiado. ¿No suena a las cartas con balas de la campaña de Madrid?
A Pedro Sánchez no se le ha escuchado un comentario a la decisión del Parlamento Europeo de instar a su Gobierno a aclarar los 374 crímenes de ETA pendientes de resolver.
No lo han dicho Feijóo, Abascal, Arrimadas, Rubido, Herrera, Ussía, Alsina, Vallés, servidor ni cualquiera de los 25 millones de ultraderechistas nazis y franquistas que según los cálculos de Tezanos somos en España: se lo ha pedido la misma Europa que le suelta 140.000 millones de euros y está hasta la coronilla de este Gobierno en todas las lenguas oficiales de la Unión. Y también en arameo.
En contraste con ese silencio, Sánchez lleva semana y pico deshaciéndose en disculpas y promesas al separatismo por el «Caso Pegasus», estableciendo una escala de valores en Moncloa que debemos advertir: desprecio a las familias de asesinados y promesas de compensación para los golpistas indultados y sus primos hermanos vascos con capucha.
La frase puede parecer dura, pero lo que es duro de verdad es la realidad: tenemos a un presidente que renuncia a buscar a los culpables de disparos en la nuca y bombas lapa y, mientras, pierde el oremus por premiar a la coalición de racistas, violentos y golpistas que le mantiene en Moncloa con respiración asistida.
No hay más preguntas, señoría.
Pero alguien debe añadir algo a una historia que no puede zanjarse aceptando, sin más, los parámetros del sanchismo, siempre más propensos a la licencia que a la decencia, que decía Aristóteles.
Y no pueden decirlo solo Margarita Robles y Macarena Olona, aunque el contraste ideológico entre ambas da una pista de que esto va más de principios que de intereses. Así que digámoslo: poco os han espiado, golpistas.
El General Batet bombardeó el Palau de la Generalitat y la República os metió en la cárcel cuando disteis otro golpe de Estado. A Franco se le fue la mano y fusiló a alguno luego, con la misma inhumanidad pero algo menos de constancia que permitió la ejecución de hasta 26.000 personas en la Cataluña republicana de Companys y su medio centenar de checas documentadas.
Y cualquier país respetuoso consigo mismo haría lo mismo: os espiaría, os vigilaría, os mantendría a raya y, a las primeras de cambio, os metería en la trena hasta que las ranas criaran pelo.
Ninguna de las grandes democracias del mundo toleraría a Junqueras ni a Otegis. Ninguna les haría socios de Gobierno. Ninguna les permitiría atentar contra la Nación. Y ninguna les indultaría si, pese a todo lo anterior, procedieran a asaltar la Constitución, alentaran a los CDR, persiguieran al idioma de todos , invadieran estaciones del AVE, conspiraran con Rusia, acosaran a las minorías y encabezaran, con dinero público, el proyecto más xenófobo de Europa con excusas etnicistas envueltas en lacitos amarillos para unos y estrellas de David para otros.
Poco os han espiado. Y el único argumento de queja refuerza esa afirmación: solo podéis alegar que cómo es posible que el mismo presidente que os indulta envíe luego al CNI, con todo el respaldo del Estado de Derecho, a poneros unas escuchas por si volvéis a las andadas.
Lo que falla con Pegasus no es que se haya utilizado para constatar si los golpistas siguen siendo golpistas, sino que el mismo tío que quizá diera la orden no resistiría la prueba de unas escuchas para él mismo: lo que a Sánchez hubieran podido grabarle, viendo su comportamiento y sus decisiones, haría tal vez que lo de Oriol, Arnaldo, Puigdemont y otras chicas del montón fuera un juego de niños a su lado.
Porque solo un traidor, por elevado que sea su rango, es capaz de olvidar a 374 muertos de ETA y decirle a toda esa chusma aquello de «Cari, no es lo que parece», la única vez que tal vez haya hecho su trabajo.
Posdata. Escritas estas líneas, irrumpen dos de los mozos de heces de Sánchez, Bolaños y Rodríguez, a denunciar que Pegasus también espió al presidente y a la ministra de Defensa. Hace un año. Sería gravísimo, claro, fuera quien fuera el espía y por mucho que el espiado produzca sarpullido. Ahora bien, ¿hay que creérselo sin más? ¿Hay que tragarse que los teléfonos del Gobierno no están protegidos en tiempo real y que se han dado cuenta ahora, para invertir el relato y pasar a ser víctimas junto a los colegas de ERC? ¿Echarán la culpa a Rusia, al PP o a un comando fascista insurgente del CNI? ¿Cómo encajan las palabras de Robles en el Congreso, defendiendo el derecho del Estado a defenderse de golpistas, con este giro monclovita? ¿Se acuerdan de las balas en sobres de la campaña de Madrid? Si quieren que les creamos, van a tener que dar muchas pruebas: su palabra vale lo mismo que la de Otegi y Junqueras.