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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Una gran ministra

El Ministerio para la Transición Ecológica se mantiene firme en la defensa y protección del lobo, al menos, mientras no consideren esos hermosos y pacíficos cánidos que los niños pueden también, faltaría más, ser objetivos de sus dietas

Actualizada 02:04

No todas las ministras son tontas e innecesarias. Margarita Robles, más o menos, se salva. Pero no es la mejor. Tampoco todos los ministros son blandos mentales, como Alberto Garzón. Ahí tenemos a «Napoleonchu» defendiendo la indiscutible españolidad de la isla del Perejil, que no ha sido reclamada por Marruecos, entre otros motivos, porque no sirve para nada. La gran ministra del Gobierno de Sánchez es Teresa Ribera, síntesis ejemplar de la coherencia y que está consiguiendo a marchas forzadas el objetivo de sus sueños. Arruinar a los ganaderos del norte de España, de Madrid hacia arriba. Sólo en Cantabria, la extraordinaria ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, ha logrado que 700 reses hayan sido masacradas por los lobos. Sin contar Asturias, Galicia, Castilla-León, Las Vascongadas, Navarra, La Rioja y Aragón. Ante la desesperación de los malvados ganaderos, el consejero de Desarrollo Rural, Ganadería, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente del Gobierno autonómico presidido por Miguel Ángel Revilla ha enviado a la señora ministra una misiva, una carta abierta, firmada por él y los quince representantes del sector ganadero de la provincia de Santander. Pero la gran ministra Ribera no ha autorizado la pretensión de permitir que se efectúen «extracciones extraordinarias» de lobos, como pretendían los insolidarios ganaderos montañeses de bovino, ovino y caprino. Para la señora ministra, que mantiene una ejemplar sintonía con el ecologismo coñazo y urbanita, las centenares de manadas de lobos que campan libremente por Cantabria son mucho más importantes para la región que el negro porvenir de la ganadería. En el norte de España, los lobos llegan hasta los pueblos, matan a las reses y desaparecen sin sufrir daño alguno, amparados por el cariño de la señora ministra. Y si un ganadero, desesperado, toma la justicia por su mano, y dispara contra uno de los lobos que están arruinando su futuro, el ganadero es inmediatamente detenido, severamente multado, y puesto a disposición para ser juzgado y condenado a más años de cárcel que un violador de menores, un ladrón sindical de los ERE, un agresor de ancianos enfermos de cáncer que temen las miradas amenazantes de los negros de Lavapiés o una ministra que derrocha 20.000 millones de euros en cochinaditas obsesivas. La ministra Ribera es, al menos, coherente. Desde un principio se situó del lado de los lobos y en contra de los ganaderos, y no ha cambiado de actitud ni de posición, lo cual resulta elogiable y digno de aplauso.

Todo cambiará cuando los lobos, en lugar de terneros, ovejas y cabras, se aperciban de que no quedan terneros, ovejas y cabras, y se pongan a matar niños. La superpoblación de lobos –y de nuevo hay que felicitar por ello a la sensible ministra Ribera–, se ha multiplicado por diez. Pero aún así, el Ministerio para la Transición Ecológica se mantiene firme en la defensa y protección del lobo, al menos, mientras no consideren esos hermosos y pacíficos cánidos que los niños pueden también, faltaría más, ser objetivos de sus dietas. En ese caso, la ministra Ribera, no dudará en autorizar las «extracciones extraordinarias» de lobos, no por su amor a los niños, sino por el riesgo que correrá en su despacho, que un día cualquiera podrá ser visitado por los lobos que se terminan de comer a su subsecretario.

Setecientas reses masacradas –que no devoradas, porque el lobo mata a diez para comerse una–, los ganaderos sin defensa y la ministra ecologista encantada. Hay que reconocer que se está cumpliendo su plan a la perfección, y que debe ser felicitada por su coherencia.

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