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HorizonteRamón Pérez-Maura

España, como las dictaduras

Esta nueva reivindicación que hace el presidente Sánchez de su condición presidencial inmutable le equipara con la que hacían dictadores como Leonidas Breznev o Nicolae Ceaucescu. Es decir, ellos no son iguales. Están en otra categoría

Actualizada 02:01

El Debate ha publicado a lo largo de los últimos meses una serie de informaciones sobre cómo el Palacio de La Moncloa ha sido obligado por la Audiencia Nacional a dar detallada información sobre el uso que hace el presidente del Gobierno de los aviones oficiales. Cómo Pedro Sánchez se ha convertido en el primer presidente que no tiene empacho en recurrir al avión y el helicóptero oficiales para todo tipo de usos, incluyendo los privados y partidistas. Porque Sánchez se ha atribuido una condición que es propia de todo jefe de Gobierno: que lo es 24 horas al día. Y que eso le da un derecho a emplear el Falcon para ir a ver a un amigo en Mas Palomas –un decir–.

Esta barrera que acaba de saltar la Secretaría General de la Presidencia del Gobierno en la respuesta al Consejo de Transparencia, que pedía más información y justificaciones de esos usos, llega después de que primero rechazase dar información aduciendo que el coste de sus viajes era secreto de Estado, después que eran misiones presidenciales y cuando todo fue tumbado por la ley, ahora aduce que él es presidente del Gobierno hasta cuando duerme. Lo cuál es cierto. Pero lo relevante es lo que hace cuando no duerme, a qué sitios va y para qué. Por qué un presidente del Gobierno no puede ir en coche -oficial- de La Moncloa a Barajas ni en día festivo. Tiene que hacerlo en helicóptero. Y esta nueva reivindicación que hace el presidente Sánchez de su condición presidencial inmutable le equipara con la que hacían dictadores como Leonidas Breznev o Nicolae Ceaucescu. Es decir, ellos no son iguales. Están en otra categoría. Porque Sánchez cree tener derechos que niega al propio Rey. Porque él quiere que el Rey de España le rinda tributo. Algo de lo que tenemos sobradas pruebas en los últimos años. Desde que el 12 de octubre de 2018 se colocó al lado de los Reyes en el besamanos del Palacio Real. Ya que aquí no tenemos una república coronada como la que hay en Francia, porque tenemos un Rey de verdad, lo que sí tenemos es un presidente que quiere ser el único jefe del Estado, con unos poderes que sólo se veían en las tiranías del siglo pasado. O en las que en este siglo hay en Rusia o en China, sistemas herederos ambos del totalitarismo comunista. Éste presidente del Gobierno está por encima de la ley. Algo que no llegó a ocurrir ni en tiempos del mal habido Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.

Los españoles hemos luchado durante muchos años por tener un sistema democrático. Y un elemento indisociable de la democracia es la rendición de cuentas de quienes ejercen el poder, la transparencia de todos sus actos. Sánchez lleva ya cuatro años actuando como un dictador, jaleado por una cuerda de medios de comunicación a los que recompensa ampliamente.

Decía ayer en estas páginas de El Debate la excandidata a secretaria general del PSOE Rosa Díez que cuando Pedro Sánchez deje la Presidencia del Gobierno «acabará sentado frente a un tribunal». Es una muy dura constatación. Pero será la forma de comprobar que la democracia española ha sobrevivido a su paso por la Presidencia del Gobierno.

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