Vida y verdad
Olvidan que la misión del Gobierno no es conformar las conciencias ni adoctrinar a sus ciudadanos, sino que es más bien la de un árbitro que aplica las reglas del juego, es decir, de todos
La defensa de la vida y la verdad constituye la condición y el fundamento de todo bien y valor. Nuestra legislación no protege la vida y la verdad y, en ocasiones, las ataca abiertamente. Se abre así el camino hacia la muerte y la mentira. Muchos españoles sentimos la necesidad de detener el proyecto de ingeniería social promovido por el Gobierno en los últimos años que emprendió el presidente Rodríguez Zapatero y cuya naturaleza es totalitaria, pues consiste en imponer a toda la sociedad los principios ideológicos de una parte de ella. Se manifiesta en varios ámbitos: la familia, la dignidad de la persona, la unidad nacional, la Corona, la defensa, la libertad. Pero acaso todo el proceso pueda condensarse en los ataques a la vida y la libertad.
La agresión a la vida se ha manifestado en el último año en la legalización de la eutanasia y en la nueva regulación del aborto, convertido en un falso derecho incluso para las menores de dieciséis y diecisiete años. La agresión a la verdad se plasma en las legislaciones de memoria histórica y democrática que vulneran los derechos a la libertad de expresión y de cátedra, y que se sustentan en la pretensión de que es competencia del Gobierno (no de todos; sólo del suyo) decidir lo que está bien o mal en el orden moral, cuáles son los hechos del pasado y su interpretación y sus causas, y, en definitiva, lo que es verdadero y falso. Olvidan que la misión del Gobierno no es conformar las conciencias ni adoctrinar a sus ciudadanos, sino que es más bien la de un árbitro que aplica las reglas del juego, es decir, de todos. Y si el árbitro se convierte en jugador es muy probable que termine haciendo trampas. También resulta dañada la libertad religiosa cuando se pretende relegar la religión al ámbito privado, imponiendo así una especie de laicismo obligatorio o ateísmo de Estado.
La primera víctima de la ideología es la verdad. Y la vida no se puede proteger con la mentira. Por estos motivos los españoles estamos convocados mañana a una manifestación en Madrid en defensa de la vida y la verdad.