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El astrolabioBieito Rubido

La reina y los perros

Algo está ocurriendo en el desplome moral de nuestra civilización cuando las parejas jóvenes prefieren perros a hijos

Actualizada 01:30

La muerte de Isabel II, reina británica, marcó la agenda informativa de la tarde de ayer y hoy ocupa en este diario un buen espacio, con una notable oferta por parte de El Debate hacia los lectores. Así, pues, me doy por relevado en el comentario sobre una soberana que ha hecho historia, que ha marcado un tiempo en su país y que ha sido un ejemplo en el mundo entero por su demostrada prudencia. Me permitirán que hoy evite también la actualidad política y económica de nuestro país y me ocupe de un dato que me tiene ciertamente sorprendido: en Madrid hay más perros que niños. Con toda honestidad y con el mayor de los respetos a los propietarios de perros, creo que eso revela que nuestra sociedad, Occidente en general y España muy especialmente, vive ya una decadencia cierta. Cuando veo a muchas personas recoger los excrementos de su cánido por las calles de la capital de España, además de elogiar el comportamiento cívico de esos vecinos, también reflexiono sobre si harían lo mismo con su padre o abuelo enfermo; o si no sería mejor cambiar los pañales de un bebé. Si la soledad se tiene que combatir con un animal, algo falla entre los humanos. Si hay más perros que niños, tampoco tendremos futuro. De lo sublime a lo ridículo hay un paso. Entiendo el cariño que se le puede tener a esos seres que algunos llaman «ángeles de cuatro patas», como lo eran sus dos corgis para la reina Isabel, pero algo está ocurriendo en el desplome moral de nuestra civilización cuando las parejas jóvenes prefieren perros a hijos.

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