El anuncio de JB y los susurros hechiceros
Acogerlo todo no es aceptarlo todo. Acogerlo todo es lo propio del que ama. Aceptarlo todo es lo propio del que pretende evitar cualquier confrontación. Y evitar cualquier confrontación no es lo mismo que amar
Los discursos elocuentes han desaparecido y han ocupado su lugar los susurros hechiceros. Ya no hay debate sobre las cuestiones importantes, hacer que una idea triunfe resulta mucho más sencillo hoy que ayer.
El receptor no espera una serie de argumentos que arrojen luz a la oscuridad, solo quiere que unas palabritas en el oído pronunciadas en el tono justo le ericen la piel y le hagan temblar los párpados. Eso querrá decir que se encuentra ante una verdad sin fisuras.
Y una parte de razón tiene. Solo algo verdadero puede provocarle a uno esta reacción corporal. No hay que olvidar que Dios participa de su obra, y hay algo de verdad en casi todo. Desde el insecto más pequeño hasta la idea más desquiciada.
El problema de los susurros hechiceros es precisamente ese, que nos presentan un juguete al que no podemos renunciar pero luego nos obligan a comprar la tienda entera, que está en quiebra. Claro está que te presentan unos números de cuenta boyantes, cómo si no iba a caer tanta gente en la misma trampa.
El anuncio de JB que se ha viralizado en redes es un buen ejemplo de esos susurros hechiceros que cautivan del mismo modo al que tiene el corazón más grande y al que tiene el cerebro más chiquito.
Presenta a un abuelo que consagra sus últimos días a acoger a su nieto con disforia de género. ¿A quién puede parecerle mal algo tan bonito?
La familia es el lugar en el que verdaderamente se nos ama de manera incondicional. A mí eso es lo que siempre me ha hecho vivir libre y tranquilo: saber que tengo un hogar al que volver, en el que se me quiere a pesar de todo.
Pero no queda ahí la cosa. Tienen que venderte la tienda entera. El abuelo, después de haber experimentado consigo mismo, maquilla a su nieto para que parezca una mujer y demostrarle así su amor. Y aquí es donde la acogida, que siempre está bien, se convierte en aceptación, que no siempre lo está. Y claro, tú ya estás con la piel a puntito de caramelo y los ojos haciendo chiribitas, ¿cómo vas a decir que no?
Y es aquí donde hay que ponerle cabeza al asunto si no quieres volver a casa con una tienda que hace aguas.
Acogerlo todo no es aceptarlo todo. Acogerlo todo es lo propio del que ama. Aceptarlo todo es lo propio del que pretende evitar cualquier confrontación. Y evitar cualquier confrontación no es lo mismo que amar.
Es importante diferenciar estas dos cosas porque de eso va el anuncio de JB y su susurro hechicero. Claro que hay que acoger, pero no todo se puede aceptar. Y no aceptar algunas cosas no significa amar menos. Muchas veces significa justo lo contrario: que amas mucho.
Amas tanto el bien de la otra persona que, por encima de una buena relación con ella, lo que buscas es su bien. Y por eso, aunque acoges, sabes que aceptar no es el modo correcto de amarla.
Es importante estar precavido ante los susurros hechiceros y saber descifrarlos correctamente porque son un arma de doble filo. Pueden provocarte rechazo a algo bueno (como es la acogida) o animarte a comprar mercancía averiada (como es la aceptación de un mal para el prójimo). Hay que separar el trigo de la cizaña. Es importante salir de la tienda solo con ese juguete que tantas tardes de disfrute nos va a dar, y saber renunciar a ese otro que a lo mejor en un principio nos da cierto calor pero a la larga, cuando veamos la cuenta de resultados, nos dejará helados a todos.
Y es que los susurros hechiceros pueden congelarte las ideas y eso, no hay whisky, por malo que sea, que lo atempere.