Elogio de la brevedad
El periodismo tiene que ser fundamentalmente verdad. Y después conciso. De esta manera, estamos respondiendo a uno de nuestros primeros mandamientos: la cortesía de la claridad
«Tengo la suerte de escribir corto, que es lo que la gente lee». La conclusión anterior es de Julio Camba, una de las cumbres del columnismo español y a quien también se le otorga la autoría de otra frase célebre en el periodismo: «Perdone, director, que no tuve tiempo de escribir más corto». Camba era el rey de la paradoja y bien podría ser suya tal reflexión. En todo caso, Camba lograba destilar más talento en su brevedad que algunos artículos de fondo, cuya forma podría ser farragosa y oscura y cuya esencia podría ser tan discutible, al margen de su tamaño.
El periodismo tiene que ser fundamentalmente verdad. Y después conciso. De esta manera, estamos respondiendo a uno de nuestros primeros mandamientos: la cortesía de la claridad. De hecho, los artículos largos y oscuros apenas se leen. Hace años, cuando la tecnología no permitía obtener métricas acerca de la lectura de este o aquel artículo, se crearon muchos mitos que hoy estarían arrumbados por la terca realidad.
Por supuesto, la amenidad es otra de las características de un buen artículo, junto a la belleza del texto, la erudición, el ritmo y el sentido de la oportunidad. No pretendo, de todos modos, criticar a nadie, solo faltaría, pero sí alabar la capacidad de síntesis de algunos articulistas y su capacidad para llevar una idea hasta los lectores sin necesidad de farragosas elipsis y arabescos barrocos del lenguaje. Vamos, que no es necesario pervertir más el idioma. En muchas ocasiones, entender bien un texto va en la inteligencia del lector. Así que termino con un comentario para listos: cuando en los años ochenta y noventa algún pope del periodismo deportivo alababa por todo lo alto a Vujadin Boskov alegando que era un genio cuando afirmaba que «fútbol es fútbol», parecía que toda la audiencia, como buen exegeta, entendía, comprendía y explicaba la catarata de ideas que se recogía en esa síntesis. Pues tal vez, en los tiempos esquemáticos de Twitter, cuando el pensamiento complejo ha desaparecido, deberíamos entender el valor de las expresiones sumarias y el esfuerzo de la brevedad.
No lo escribo para justificarme, sino para solidarizarme con quienes hacen ese esfuerzo.