Todo me sale mal

De niño, mi mayor ilusión era la de formar parte del coro de los Niños Cantores de Viena, los «Wiener Sängerknaben». Tenía sus discos de vinilo y ensayaba todas las noches, hasta que uno de mis nueve hermanos me los sustrajo en mi ausencia y los depositó en un cubo de basura de la calle de Velázquez. Estaba harto de mi reiterada interpretación del Ave María de Gounod, que me salía de dulce. Mi voz cristalina cambió de la noche a la mañana, y no pude optar a la culminación de mi sueño. En vista de ello, me hice anillador de la Sociedad Española de Ornitología –aporto documento adjunto–, cuyo presidente y firmante de mi carné era nada menos que Jaime de Foxá, hermano de Agustín y autor de Solitario una de las más grandes obras de la venatoria española –no exenta de matices rebosados de sana cursilería–, pero prodigiosa en su conjunto. Las memorias de un jabalí de las sierras de Jaén que se metió a literato. Y mi último y más apetecido triunfo vital de aquella extraña época de mi vida, la de ser nombrado Hijo Predilecto de Móstoles, sin haber pisado Móstoles a pesar de mi acendrado madrileñismo. Fracasados todos mis intentos, tuve que intentar ser una persona normal, lo cual, tampoco conseguí. Escribí un poema a sus heroicos alcaldes Andrés Torrejón y Simón Hernández, autores del Bando de la Independencia del 2 de mayo de 1808 en el que declaraban la guerra a los invasores napoleónicos. El poema no tuvo repercusión.

La actual alcaldesa de Móstoles se hace llamar, porque así se llama, Noelia Posse Gómez, es del PSOE, precisa gafas, buen aspecto y ningún parentesco cercano le une a Begoña Gómez, la catedrática. Ha estado imputada pero su caso fue archivado.

Doña Noelia se emocionó días atrás atendiendo el discurso de una brillante joven mostoleña, que se hace llamar Elisa porque así se llama. Comandaba la banda de estudiantes podemitas y socialistas que abuchearon, agredieron verbalmente y boicotearon un acto en la Universidad Complutense en honor de la presidente de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Y ella, Elisa, como alumna más ilustre de su promoción, emitió un discurso de tan alta intelectualidad que ninguno de los presentes supo interpretar. Eso sí, tuvo palabras de agradecimiento para su madre, probablemente presente en el auditorio. «Gracias, mamá», y «a ti te lo debo todo, mamá», lo cual siempre resulta emocionante. A mí me recordó por su insistencia en mencionar a mamá, al marqués de Sotoancho, salvando las distancias del empaque del marqués, porque Elisa presentaba un aspecto bastante atroz. He oído su intervención repetidas veces y no puedo asegurar si sus palabras dedicadas a Isabel Ayuso estaban impregnadas del deseo de elogiarla o del propósito de insultarla. La desconexión mental de la nueva heroína de Podemos, ora por los nervios, ora por la presencia de mamá, fue notoria, y cabe preguntarse cómo hablarán sus compañeros siendo ella la mejor y más preparada. Al menos, se sabe que estudió en un colegio privado inalcanzable económicamente para muchos mostoleños, y que allí le enseñaron a hablar en público. Pero no coincido con quienes han criticado su prédica y su destartalamiento homilíaco porque lo que no se entiende es imposible de calificar. Me basta y sobra saber que su madre se sintió contenta.

Y más ahora, cuando la alcaldesa Posse Gómez ha decidido proponerla para el título honorífico de Hija Predilecta de Móstoles. Lo tiene merecidísimo. Es más, no creo que exista un mostoleño o una mostoleña con más méritos acumulados que Elisa. A mí, todo me salió mal, y me siento complacido, aunque ignore el motivo de su honor municipal, cuando a una chica tan fina y educada le sale todo bien, exceptuando su desconexión verbal. Pero no lo va a tener todo, faltaría más. Otro discurso, y ministra de Cultura o aspirante a sillón vacante en la Real Academia Española.