Con ZP y Trujillo, pobres Ceuta y Melilla
¿Qué guardan los servicios secretos de Rabat para que el Gobierno haya claudicado como lo ha hecho a cambio de nada ante el régimen alauí?
El sanchismo es el gran engendro de José Luis Rodríguez Zapatero. Para su cabeza rectora, Su Sanchidad, hace todo el trabajo sucio que sea menester. Lo mismo le remienda un roto en Venezuela, hincándose de hinojos ante el sátrapa Maduro o colando de rondón a Delcy, con la inestimable ayuda de Ábalos, que le repasa un descosido en Ceuta para allanar el camino electoral de Sánchez en la ciudad autónoma. Y todo con un insoportable tufo a intereses espurios y pagos inconfesables. En Estados Unidos, hasta la irrespirable polarización actual, era una tradición que los presidentes encomendaran a sus antecesores misiones diplomáticas de Estado, en la seguridad de que actuarían con lealtad a su país. Aquí es impensable algo parecido. ¿Alguien se imagina a Sánchez, que ha echado de su tierra al Rey cuya labor en favor de su país se estudia en las grandes Universidades del mundo, encargándole a Aznar o a Rajoy una misión internacional? ¿O a Feijóo, si gobernara España, pidiéndole a Pedro que arreglara las relaciones con Argelia que ha estropeado?
En España siempre vemos como enemigo a todo aquel que no piensa como nosotros y no nos ayuda en las fechorías. Arquetipo de ese espécimen es el presidente actual, por cuyos actos le conocemos en profundidad: si ha de elegir entre los intereses de España o los suyos, que siempre van asociados a los de los enemigos del país, no hay duda, se encama con los malos. Otegi, Junqueras, los dirigentes marroquíes que quieren anexionarse nuestras ciudades de Ceuta y Melilla, son sus aliados naturales. Hace unos días, unos jóvenes de Segovia le afeaban en un mitin su giro internacional en favor de la soberanía marroquí sobre el Sahara. Sánchez se encaró con ellos, pero ni ese día ni hasta el corriente ha dado una sola explicación. ¿Qué guardan los servicios secretos de Rabat para que el Gobierno haya claudicado como lo ha hecho a cambio de nada ante el régimen alauí? Seguimos sin saberlo, aunque sospechamos lo peor.
Como ha contado El Debate, a falta de explicaciones, Sánchez está desplegando un ejército de mercenarios políticos que chapoteen en el desistimiento de nuestro país ante el Rey de Marruecos. Allí han viajado Félix Bolaños, Miquel Iceta, José Bono (otro que tal baila), Zapatero y hay una embajadora especial cuya biografía haría abochornar a cualquier persona decente, María Antonio Trujillo. Con esta ministra de ZP y sus soluciones habitacionales, empezó España a caer en picado. Gracias a ella y a Leire Pajín y su encuentro planetario, la mujer en política tocó fondo. De entonces a hoy, el abismo: Irene Montero, Superyol Díaz o Ione Belarra. La tal Trujillo -que fue ¡ministra de España!- ha puesto en duda la españolidad de Ceuta y Melilla a cambio de seguir cobrando de los que quieren arrebatarnos su soberanía. Es curioso cómo esta valiente se atreve a denigrar a la democracia española beneficiándose precisamente de su garantismo. Me malicio que María Antonia no se atrevería a insultar al Monarca vecino, como lo ha hecho con su país, sabedora de que esa dictadura no sería especialmente comprensiva con su deslealtad.
Mientras tanto, nuestra debilidad ante el régimen marroquí es alarmante. Hace dos meses, Su Sanchidad firmó un tratado de amistad con sus autoridades, mientras Mohamed prefería las playas de Gabón a una fotografía con un presidente al que ya había torcido el brazo. Todos sabíamos que lo sellado no era más que papel mojado para el Gobierno marroquí. En ese acuerdo, los dos países se comprometían, según palabras del propio Sánchez, a que «en nuestro discurso y en nuestra práctica política vamos a evitar todo aquello que sabemos que ofende a la otra parte, especialmente en lo que afecta a nuestras respectivas esferas de soberanía». Pues se cumplió el vaticinio: el presidente del Senado marroquí, Enaam Mayara, se lo ha pasado por el arco del triunfo y ha vuelto al raca-raca, sabedor del entreguismo de Sánchez. Ahora ya solo queda que viaje allí Zapatero a apoyar al candidato ceutí y nos hable del diálogo necesario entre las civilizaciones mientras se llena los bolsillos gracias a la derrota infinita de España.