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Perro come perroAntonio R. Naranjo

Sánchez pone fecha a su epitafio: el 23-J

Ha desplomado al PSOE, extinguido a Podemos y hundido a Sumar antes de que nazca: ahora prefiere que lo ejecuten los ciudadanos que sus aliados

Actualizada 01:30

La misma crueldad que Sánchez ha demostrado desde su estreno en la Presidencia, con una moción de censura nefanda que se inventó para evitar que lo echaran del PSOE tras los dos peores resultados de su historia; la ha sufrido en las urnas con un desastre sin precedentes pero nada sorprendente.

Porque Sánchez nunca ha sido fuerte y su éxito provisional ha sido fruto, en exclusiva, de una irrepetible combinación de factores que han tapado el rechazo que siempre ha tenido de la sociedad española: la fractura en tres del voto liberal y conservador, unido a su disposición a pactar lo que haga falta con partidos a los que el PSOE debía ayudar a aislar, provocó un espejismo inflado por la Brunete mediática sanchista y su pavoroso asalto a todas las instituciones del Estado.

Sánchez es el presidente con menos diputados propios de la historia, y sus mayorías han necesitado de una división del voto adverso y de un matrimonio de conveniencia con lo peor de cada casa, a cambio de cesiones infumables e incompatibles con las funciones exigibles al responsable de gestionar una Nación.

Todo eso ha terminado el 28-M: los electores han reunificado el centroderecha, eliminando a Ciudadanos de la ecuación y concentrando el voto en una fuerza mayoritaria y otra complementaria que evita, ya para siempre, regalar diputados, presidentes y alcaldes a los perdedores.

Y todos los retales de Frankenstein han salido perjudicados de una sociedad sustentada en el negocio oscuro, el cambalache obsceno y la codicia: el PSOE se ha desplomado, sin duda, pero además Podemos ha desaparecido, ERC se ha ido a la lona y la sopa de siglas que conforma «Sumar» ha hecho el ridículo allá donde tenía poder, con Barcelona, Madrid y Valencia como emblemas de su estrepitoso fracaso.

Sánchez es, a la vez, el Emperador desnudo del cuento y el Rompetechos del cómic: su éxito solo existía en los sondeos del CIS y en unas alianzas con tintes de negocio mafioso y la respuesta a su impostura ha sido la degradación extrema del PSOE, la irrelevancia de sus compañeros de viaje y la humillación de la izquierda española en su conjunto.

Nada sorprendente con un balance que incluye la ruina económica, la degradación institucional, la mentira por bandera y una colección de decisiones monstruosas que incluye beneficios para el okupa, el terrorista, el agresor sexual o el malversador y castigos para el trabajador, el empresario, el propietario, el autónomo y el español corriente por el mero hecho de serlo.

Solo se ha salvado alguien de la quema, y eso hace aún más bochornosa la hoja de servicios de un presidente que nunca debió serlo y va a pagar sus pecados con una pavorosa penitencia: Bildu, el partido dirigido por un etarra que solo aspira a que el proyecto de ETA se imponga definitivamente en el País Vasco y Navarra, con etarras al frente de todas sus instituciones, salvo que lo eviten los barones, cobardes hasta la fecha, forzando el cordón sanitario a la heredera de Batasuna mimada por Sánchez con infinita desvergüenza.

Ése es el legado de Sánchez, que ha borrado todas las huellas de sus crímenes políticos con una manipulación extrema de las instituciones que podían evitarlos y un apabullante perfume mediático para tapar el hedor.

Pero no ha podido, ni siquiera con los ensayos de Melilla o Mojácar, alterar el único espacio que aún estaba fuera de su control: el voto libre de los ciudadanos, que ha sido a la vez un SOS, un ajuste de cuentas y una vacuna contra el odio, la división, las trampas y el empobrecimiento.

Sánchez es un cadáver, solo faltaba por conocerse la fecha de su funeral: hubiera sido esta misma semana, ajusticiado por los restos del PSOE y los escombros de sus aliados; pero será el próximo 23 de julio, la fecha elegida para demorar una ejecución política inevitable.

Ha preferido que lo ejecuten los ciudadanos en las urnas, a pleno sol, que sus propios aliados, en un callejón a oscuras, pero el resultado será el mismo por mucho que sitúe los comicios a finales de julio para rebajar la participación: se irá con deshonra. Pero solo un poco más tarde.

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