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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

La camarada Nadia, ¡gran fichaje!

El Banco Europeo de Inversiones se lleva una joya si acepta como presidenta a la candidata que postula Sánchez

Actualizada 09:27

Ahora mismo, Sánchez es un aspirante a gobernar que ha perdido las elecciones y que para mantener su colchón en la Moncloa necesita colar las exigencias inconstitucionales de sus carceleros separatistas. Aunque puede lograrlo, va a sudar tinta. Pero a pesar de que baila en el alambre ha vuelto a dar pruebas de su acreditado respeto por el juego limpio institucional y ha presentado a su vicepresidenta, Nadia Calviño, como candidata a presidir el Banco Europeo de Inversiones (BEI).

El BEI es una institución comunitaria que financia grandes proyectos. Con España han tenido una suerte enorme. En su día, Zapatero les coló como vicepresidenta a la que había sido su ministra de Fomento, Magdalena Álvarez. Fue un gran fichaje, incluso acabó siendo condenada a nueve años de inhabilitación por su participación en el mayor escándalo de corrupción de nuestra historia, el caso ERE. Pero cuando llegó la sentencia, Maleni ya se había puesto las botas con cuatro años rascando la barriga en el BEI con nómina estratosférica.

Tras el buen ojo con Magdalena, ahora el PSOE ofrece al BEI otra alhaja, Nadia Calviño, que se disputará la presidencia del banco con una comisaria danesa. Para que el sanchismo no nos acuse de antipatriotas, procedemos a aportar una serie de datos que ayudarán a los examinadores del BEI a considerar como deben a Calviño, coruñesa de 54 años.

Nadia es hija de un militante de la exigua Acción Republicana, José María Calviño, que al ver que aquello no le llenaba el puchero se aproximó al PSOE. Acabaron colocándolo al frente de RTVE, donde hizo una novedosa aportación: bajo su mando se habló por primera vez de manipulación informativa a gran escala en el ente publico.

Nadia estudió aplicadamente Económicas y Derecho y después se hizo funcionaria y se marchó a Bruselas. Allá seguiría, perdida en la grisura de la euroburocracia, de no ser porque cuando al Gobierno de Rajoy le piden un nombre para la dirección general de Presupuestos, va y da el suyo (en un gesto de generosidad con los antagonistas políticos que jamás se verá en la izquierda). Tras su paso por Europa, y dado nuestro proverbial papanatismo ante lo de fuera, Calviño es saludada como una eminencia económica cuando retorna a España como vicepresidenta de Sánchez.

Amigos del BEI, no saben lo que tienen ante ustedes. Oro molido. Cuando llegó el coronavirus y media Italia ya estaba cerrada, Nadia supo tranquilizarnos y nos aseguró que los efectos serían «irrelevantes» en nuestra economía. Acto seguido, pasó a rubricar uno de las mayores toñas de la UE; y tras pregonar que saldríamos «más fuertes», logró el hito histórico de que España fuese el último país de la OCDE en recuperar su nivel de PIB prepandemia. En lo que hace a la consolidación fiscal y el control del gasto, ha actuado como si los números se anotasen sobre una barra de hielo. Ha colaborado con entusiasmo en el mayor derroche de dinero público de un Gobierno español en este siglo, un pufo cuyas dimensiones reales desconocemos (baste indicar que la contable es Marisu Montero).

A los empresarios y multinacionales europeas les va a chiflar Nadia. Como vicepresidenta de un Gobierno formado por socialistas y comunistas y sostenido por separatistas que aspiran a destruir el país, ha dado por buenas todas las ocurrencias de la ingeniosa tropa de Podemos e incluso se ha sumado al acoso a algunas empresas y bancos. No ha habido iniciativa antiliberal de Podemos que la candidata a presidir el BEI no acabase aceptando. Por supuesto, también le parece chachi que su compañera de consejo, Yolanda, esté manipulando los datos del paro de España con un truco semántico con los fijos discontinuos. A Úrsula von der Sánchez le va a encantar Nadia.

A la hora de gestionar, el BEI se lleva a una auténtica máquina. En lo que va de año ha logrado que lleguen a su destino poco más del 16 % de los fondos europeos previstos, porque su torpeza burocrática lo mantiene todo atascado. Imagínense todo lo que va a ahorrar el BEI con semejante tapón en su puente de mando.

Desde el punto de vista ético se harán con una figura intachable. La dirigente socialista montó una patrimonial para pagar menos al fisco cuando compró su casa y mantiene una sociedad similar en Bruselas, por razones que no ha tenido a bien aclarar. En su día, Sánchez proclamó que bajo su mando todo ministro pillado con una patrimonial se iría a casa. Pero sufrió el enésimo ataque de amnesia.

Otro alarde ético de Nadia se produjo cuando renunció a enchufar a su marido en Patrimonio Nacional, donde intentó colarlo, aunque el buen hombre tenía tanto que ver la materia como yo con la sexación de pollos. Nadia reculó ejemplarmente… cuando la prensa la pilló con el carrito del helado y publicó el caso.

No se llamen a engaño en el BEI, aunque vista a la antigua, Nadia es muy climática y muy feminista. Para no ser menos que Pam, Yoli e Irene, una mañana se levantó muy rufa y proclamó que jamás se sentaría en una mesa donde fuese la única mujer. Marcianada que por supuesto hubo de incumplir enseguida. Huelga decir que tan acendrado feminismo se le esfuma ante el hecho de que todo el núcleo duro de su jefe en la Moncloa son –horror– bípedos peludos de sexo masculino.

Por último, Nadia puede ayudar a ahorrar a los bruselenses con sus consejos sobre ofertas en los supermercados. En España causó sensación cuando en plena escalada salvaje de los precios proclamó que ella encontraba muchos chollos cuando hacía la compra personalmente por los súper de El Viso, uno de los barrios más exclusivos de Madrid, donde vive en una dacha oficial, porque aunque posee un casoplón en las afueras de la capital de España le sale mejor alquilarlo y que le paguemos todos su vivienda.

En resumen, llévensela al BEI, y cuanto antes, que aquí ya la hemos disfrutado mucho.

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