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El puntalAntonio Jiménez

Yo también soy «golpista»

La avenida de Felipe II de Madrid y después las calles de Barcelona tienen que quedarse pequeñas para acoger a todos los «golpistas» y «rebeldes» que están llamados a denunciar a viva voz la complicidad de Sánchez con el prófugo cobarde que huyó en el maletero de un coche

Actualizada 01:30

Que el partido del «diputero» Tito Berni sigue deslizándose hacia territorios iliberales y autocráticos con Sánchez al frente lo demuestra la reacción nerviosa, destemplada y desmedida con la que han respondido sus dirigentes, algunos también ministros, a la convocatoria del PP en la avenida de Felipe II en Madrid el domingo 24 y expulsando de sus filas a Nicolás Redondo Terreros.

A Nico Redondo le ha echado Sánchez por disentir públicamente sobre su intención de pasarse la Constitución por la entrepierna y amnistiar a delincuentes a cambio de seguir en la Moncloa.

Paradójicamente, la expulsión del histórico militante socialistas vasco se ha materializado horas después de que la ministra de Hacienda y portavoz del partido del «diputero» Tito Berni, «Chiqui» Montero, insinuara lo contrario y afirmara que en el PSOE de Sánchez «los que se mueven sí salen en la foto», en contraposición a la frase atribuida al ex secretario de organización socialista, Alfonso Guerra, «el que se mueve no sale en la foto», con la que se sugería que a los militantes discrepantes y críticos con la dirección del partido o con el Gobierno de Felipe González, eran apartados.

Hasta en esto ha mentido Montero, nada extraño siendo como es correa de transmisión del embustero de su jefe.

A la vista está que en el partido «sanchista» del «diputero» Tito Berni, no sólo te sacan de la foto , sino que te deportan de Ferraz, evidenciando el totalitarismo y sectarismo con el que Sánchez castiga a discrepantes y disidentes cuando afean su inmoral proceder político en cuestiones de Estado, que es lo que en el ejercicio de su libertad de expresión y de su responsabilidad ética y política hizo Nico Redondo.

Felipe González ha recordado oportunamente que Nicolás Redondo Urbieta, padre del expulsado, siendo militante, diputado del PSOE y secretario general de UGT, convocó en diciembre de 1988 una huelga general contra la reforma de las pensiones que promovía el Gobierno presidido por él y jamás se le ocurrió expulsarle del PSOE, en alusión crítica a la purga de Sanchez contra su hijo.

A Felipe y Alfonso que también han rechazado la amnistía, cuestionado la negociación con el delincuente de Waterloo y sugerido, como hizo Guerra, rebelarse contra esa vileza, no se atreven, sin embargo, a abrirles expedientes disciplinarios y lo más a lo que llegan es a tildarles despectivamente de dinosaurios.

Pero en Moncloa y Ferraz duelen mas, por razones obvias, las voces desaprobatorias de ex-dirigentes y notables socialistas advirtiendo de la aberración política que supone rendir el estado de Derecho a un golpista prófugo a cambio de sus votos para seguir en el poder, que la ofensiva lanzada por el PP, que también hace mella, en ayuntamientos, parlamentos regionales y en la calle contra una amnistía que supondría dinamitar la igualdad de los españoles ante la ley.

Y ciertamente como ha señalado Aznar, en contra de lo que suele decirse, Sánchez no es rehén del golpista Puigdemont sino su cómplice desde el momento en que aceptó negociar sus exigencias, pago por adelantado incluido.

Por todo ello la avenida de Felipe II de Madrid y después las calles de Barcelona tienen que quedarse pequeñas para acoger a todos los «golpistas» y «rebeldes» que están llamados a denunciar a viva voz la complicidad de Sánchez con el prófugo cobarde que huyó en el maletero de un coche, y seguramente regrese en «falcon», y de paso protestar contra la deriva autoritaria y autocrática de su gobierno, cuyos corifeos políticos y mediáticos, han llegado al extremo de cuestionar el derecho constitucional y democrático de manifestación y calificar de «golpistas» a cuantos invitan a movilizarse y rebelarse pacíficamente en la calle contra la infamia que pretende perpetrar. En ese sentido, qué quieren que les diga, yo también soy «golpista».

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