La dignidad de Sánchez
Si fuese una persona digna, y por tanto político con tal atributo, reconocería que no ganó las elecciones y que solo gobernará llevando a los españoles al abismo
Por paradójico que nos pueda parecer, Sánchez gobierna pese a ser el hombre más débil de la historia política reciente de España. Es débil como persona, pero lo es, sobre todo, como político. Por eso desde ayer, en que comenzó la ronda de consultas, no deja de recibir advertencias y amenazas de todos: Sumar, ERC, PNV, Junts… menos Bildu, que ya está encantada con sus pactos bajo cuerda. En el final del final, lo que padece Sánchez es su ausencia de dignidad.
Si fuese una persona digna, y por tanto político con tal atributo, reconocería que no ganó las elecciones y que solo puede gobernar llevando a los españoles al abismo. En ese camino nos encontramos, al borde de la sima de la desaparición del Estado de Derecho. Lo más parecido que hay en Europa al chavismo bolivariano es Sánchez. Lo llamativo es que personas a las que creíamos con principios y convicciones democráticas se están prestando, con actitud casi bovina, al mayor ataque a la democracia española desde las propias instituciones del Estado.
Detengámonos un momento en la pretendida amnistía. Sin ser un experto en la materia, es inevitable preguntarse hasta dónde va a llegar la amnistía. ¿Solo para los golpistas catalanes? ¿Se ampliará a otras personas? ¿Se verán beneficiados Mas, Pujol, Bárcenas, Correa, los de los ERE o los mismísimos asesinos etarras? ¿Cómo se entiende una amnistía en este preciso instante de la historia de España? Nada de eso le importa al inquilino de la Moncloa, solo quiere el poder. No sabemos muy bien para qué.
Sigamos con nuestras dudas. ¿Se van a prestar los miembros del bloque izquierdoso del TC a marcar su biografía con una mancha semejante, que les avergonzará antes sus descendientes y ante Europa? ¿Qué piensas de esto, Campo, tú que reconocías que no deberían haberse dado los indultos? De Conde Pumpido, salvo Sánchez, ya nadie espera nada, toda vez que su toga arrastra el lodo del camino que permitió poner asesinos en la calle. Es algo que apasiona a los jueces izquierdosos, esos claramente retrógrados si tenemos en cuenta la evolución de la sociedad, poner asesinos en la calle. Es su especialidad, aunque después vuelvan a violar o a matar.
Como escribí anteriormente, a Sánchez y a quienes le acompañan en el increíble atentado a la unidad de España y a la democracia desde su propio Gobierno –caso único en el mundo– les falta respetarse a sí mismos, mirarse en el espejo de la Historia y hacerse valer como personas sin que golpistas y terroristas los humillen y nos humillen al resto de los españoles. Eso es tener dignidad.