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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Los catarros

La Unión Europea siempre ha sido muy generosa con el terrorismo desde que sus máximos dirigentes cumplen a rajatabla las órdenes de Soros, ese diablo que no dobla la servilleta y cada día que pasa está mejor de salud y más podrido de alma

Actualizada 01:30

Los terroristas abandonan sus cloacas. El cruel Ejército de Israel los ha desnudado de cintura hacia arriba, y sollozan cabizbajos en interminables hileras de sangre y odio. Han pasado de ser asesinos altaneros a humillados cobardes. Pero están vivos. Los idiotas que pueblan el mundo, que son infinitos, se sienten escandalizados. Los terroristas de Hamás que se han entregado a Israel han pasado mucho frío. Los idiotas reclaman mantitas para impedir que se constipen. Tiene una justificación. Muchos de ellos acostumbran a llevar explosivos adheridos a sus cuerpos, y hay que evitar sorpresas y disgustos. Dos meses atrás, esos centenares de terroristas que se han entregado abandonando la red de túneles de Gaza, violaron y asesinaron a mujeres, secuestraron y mataron a niños, dispararon contra los asistentes a un concierto dejando una inmensa mancha de sangre y muerte sobre la tierra, fornicaron cadáveres de jóvenes, ametrallaron a ancianos, y lo hicieron con el arrojo y valentía de quienes se saben poderosos y a salvo de respuestas. Pero anteayer comenzaron a abandonar los túneles para salvar sus vidas. Eso sí, pasaron los pobres, pobrecitos ellos, mucho frío, y en la ONU y en La Moncloa están indignados.

Todavía quedan muchos en los túneles. Quince soldados de Israel han fallecido en los combates cuerpo a cuerpo. Pero hoy, y mañana, y pasado mañana, se entregarán centenares de terroristas. Y pasarán frío antes de ser respetuosamente trasladados a su nuevo hogar para muchos años. Las cárceles. Para tranquilizar a los idiotas, les voy a dar una buena noticia. En las prisiones de Israel, cada terrorista tiene asignada una manta, y si alguno tose más de la cuenta, ingresará en la enfermería para ser tratado del catarro. Una buena parte, muchos kilómetros de esos túneles de Gaza, guarida de asesinos, fueron construidos con el dinero, que disfrazado de «ayuda humanitaria», recibieron los terroristas de Hamás proveniente del mundo libre. La Unión Europea siempre ha sido muy generosa con el terrorismo desde que sus máximos dirigentes cumplen a rajatabla las órdenes de Soros, ese diablo que no dobla la servilleta y cada día que pasa está mejor de salud y más podrido de alma.

Pero resulta imposible no pensar y lamentar el frío que sufren los pobres terroristas cuando los soldados de Israel les ordenan descubrir sus torsos. –Tenemos frío, gritan sollozando. –Queremos bocadillos, ruegan en cuclillas. –Los judíos sois muy malos, se atreven a opinar algunos. Y el mundo de los idiotas, consternados. ¡Mantas, mantas, mantas!

¡Medicamentos contra los constipados! ¡ Israel, culpable! En la sobremesa de la cena, en La Moncloa, Sánchez y las niñas oyen horrorizadas las palabras de la Persona de superior conocimiento. –Es increíble. ¡Los soldados de Israel no llevaban mantas para proteger del frío a sus prisioneros! –¡Qué horror, Pedro!; –¡ No sigas, papá, que no vamos a conciliar el sueño!.

Los terroristas que permanecen aún en los túneles que les hemos construido los europeos –gracias, Úrsula–, irán saliendo poco a poco o en tromba en los próximos días. Y serán despojados de sus prendas de abrigo. Pero ya entregados, sus vidas serán respetadas, y ninguno de ellos morirá de un disparo en la nuca. Juicios, absolución o condena. Pero lo de las mantas es más complicado. Que soporten un poco el frío de los cadáveres de inocentes que asesinaron. Las femirrojas españolas no han abierto la boca para lamentar públicamente las violaciones y posteriores ejecuciones de las jóvenes israelitas. Pero exigen mantas para que no pasen frío ni se acatarren los violadores asesinos.

No hay derecho. Hace frío y los desnudan. ¡Frenadol! ¡Aspirina!

¡Ibupofreno! ¡Paracetamol!

Horrible.

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