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Post-itJorge Sanz Casillas

Prefiero fregar escaleras

Hay gente que no condena el tiro en la nuca, pero que se consterna por una frase sobre las limpiadoras

Actualizada 19:05

El 19 de febrero de 1987, María Luisa Sánchez Ortega, de 60 años, volvía a casa después de trabajar. Eran las 22.40 horas y caminaba por el Muelle de Marzana, en Bilbao, cerca de un concesionario de la Renault donde ETA había colocado una bomba. Según Covite (la asociación que vela por la memoria de las víctimas del terrorismo), María Luisa sufrió la amputación de las dos piernas, heridas graves en el pubis, los globos oculares y las costillas. Murió dos horas y media después cuando estaba siendo intervenida en el hospital de Basurto. Estaba casada, era madre de dos hijos y con su sueldo mantenía tanto a su marido enfermo como a sus dos hijos, que estaban en paro.

Viene esta terrible historia a cuento de la última polémica palomitera que se ha formado en torno a la exalcaldesa de Pamplona. El alegato final de Ibarrola tras perder el cargo fue el siguiente: «Nunca sería alcaldesa con los votos de EH Bildu. Jamás. Pase lo que pase. Nunca apoyaría a EH Bildu a cambio de nada (...). Prefiero fregar escaleras».

En cuestión de minutos, la turba tuitera quiso diluir la moción de censura con esta controversia. «Clasismo», corrieron a decir tanto PSOE como Sumar, y de pronto quien más quien menos tenía una madre o una tía que se había ganado la vida limpiando suelos. «Solo esta frase ya justificaría la moción», llegó a escribir un concejal del PSOE valenciano, que para más señas tiene 31 años y un sueldo que supera los 6.000 euros brutos al mes.

Y así fue como descubrimos que en la España de 2023 duele más una frase hecha que el silencio cómplice tras un tiro en la nuca (como el del número dos de Joseba Asiron, que se calló como una puerta cuando mataron a Tomás Caballero en 1998). A esto hemos llegado: hay gente que no condena el terrorismo pero que se moviliza de manera feroz por una frase sobre las limpiadoras, a quienes tampoco perdonó la ETA, como ya hemos visto. Más hubo que fregar en la casa cuartel de Zaragoza y nadie giró la mirada hacia quienes aún no han condenado aquello, y que hoy gobiernan Pamplona. Qué bien le habrían venido a María Luisa Sánchez Ortega, mujer trabajadora y sustento de una familia en dificultades, el apoyo de quienes hoy ven normal el pacto con un partido que no reniega de su asesinato. No hay lejía para tanta ignominia. Ni para tanta hipocresía.

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