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El puntalAntonio Jiménez

Para aquelarres los homenajes a ETA y no la piñata de Sánchez

ETA se disolvió hace seis años pero su sombra sigue siendo muy alargada en las calles del País Vasco y Navarra donde el miedo y la intimidación no se han disipado

Actualizada 01:30

Ni un segundo de su tiempo informativo han dedicado las cadenas de radio y televisión y periódicos impresos y digitales propagandistas del «sanchismo» y del gobierno social-comunista a los cerca de 500 actos de homenaje y apoyo a ETA y sus pistoleros en el País Vasco y Navarra durante 2023.

Esos mismos medios que nos dieron la tabarra hasta el agotamiento, por repetitivos y estomagantes, con la piñata de Ferraz y el apaleamiento de un muñeco que supuestamente encarnaba a Sánchez pero cuyo parecido era similar al de un huevo a una castaña salvo en la alargada tocha «pinochil» que sugería lo mentiroso compulsivo que es el personaje, han silenciado la denuncia del Colectivo de Víctimas del Terrorismo (Covite).

Ardo en deseos por escuchar la respuesta de Patxi Lópe, si es que los colegas que siguen sus pasos en el Congreso tienen la decencia profesional de preguntarle por esos homenajes de Bildu a ETA mientras negociaba con el PSOE su apoyo a Sánchez y el intercambio de favores como el de Pamplona.

Seguramente dará la callada por respuesta y huirá con vuelo gallináceo, como ha hecho en otras ocasiones tras alguna pregunta incómoda.

La infamia que representan los homenajes a terroristas que acabaron con la vida de cerca de 1.000 españoles, secuestraron a más de 80 y obligaron a exiliarse a decenas de miles de amenazados, fuera del País Vasco y Navarra, es incomparable con esa piñata de Ferraz que un «ofendidito» y sobreactuado Patxi López calificó de «acto violento cargado de odio por el que sus responsables deben comparecer ante la justicia». Casi nada al aparato.

El apaleamiento al supuesto muñeco de Sánchez no fue ejemplar, ni presentable, y no seré yo que siempre condené y reprobé la quema de imágenes del Rey o perfomances como los derribos de su estatua con una soga al cuello o los jarabes democráticos de los «podemitas» de Pablo Iglesias contra dirigentes del PP, Rosa Díez, Felipe González, etc. , el que lo aplauda.

Tampoco dejaré nunca de denunciar la hipocresía de quienes no apreciaron violencia ni odio en el hecho de colgar un muñeco de Abascal colgado con un tiro en la frente y de guillotinar uno de Rajoy, como hicieron las juventudes del partido del vacuo e inane en su solemnidad habitual Patxi López, o que ahora callan ante los centenares de aquelarres etarras que montan sus socios políticos.

¿Qué fue del compromiso adquirido con las víctimas de aprobar un régimen sancionador contra esos actos públicos de apoyo y homenaje a la banda y sus pistoleros por el otrora «juez admirable y actualmente ministro despreciable», Marlaska, como certeramente lo retrató el portavoz de UPN en el Congreso, Alberto Catalán?

Marlaska persigue a los que rezan a las puertas de las clínicas abortistas porque considera que su presencia amedrenta, coacciona o condiciona a las mujeres antes de afrontar un hecho traumático y desgraciado como abortar la vida de un hijo; sin embargo no mueve un dedo para impedir que asesinos convictos y confesos sean honrados y celebrados públicamente ante la indefensión y dolor de sus víctimas. Teresa Jiménez Becerril diría que son balas de indignidad que los herederos de ETA disparan contra sus víctimas con la complicidad de un Gobierno que colabora en la legitimación pública de los terroristas.

Es insultante y a la vez paradójico que Sánchez por un lado y el Gobierno Vasco por otro no sancionen y permitan actos públicos de clara apología de la violencia ejercida por una banda de pistoleros durante decenas de años con el único fin de doblegar al Estado y dinamitar la libertad y democracia de los españoles mientras persiguen y castigan con sus «leyes de memoria» la conmemoración del franquismo.

ETA se disolvió hace seis años pero su sombra sigue siendo muy alargada en las calles del País Vasco y Navarra donde el miedo y la intimidación no se han disipado porque sus albaceas políticos se encargan de alimentar, aunque no haya bombas ni pistolas, el mismo clima de exclusión y hostigamiento contra lo español. Lamentablemente con la connivencia y complicidad del PSOE desde que Sánchez ligó su continuidad en el poder a los votos de sangre de Bildu.

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