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Pecados capitalesMayte Alcaraz

Carbonerito y las maletas de Delcy

Las maletas, la compra de mascarillas para enriquecer a cargos socialistas y el rescate de Air Europa y Plus Ultra tienen un nexo común: José Luis Ábalos

Actualizada 00:30

La batalla de la épica la tiene ganada el hijo de Carbonerito, más conocido como José Luis Ábalos. Ha optado por un alegato humano sobre lo malo que es el partido por quien se dejó la ética y la estética. Ese argumento del pobre hijo del torero que desgastó los zapatos en las casas del pueblo y que acogía en su vivienda de Valencia a un narciso de Pozuelo con pretensiones de autócrata del siglo XXI, ahora tiene que defenderse de la crueldad de ese mismo monstruo que ayudó a crear. El gran José Luis está calladito públicamente, pero va diciendo por las esquinas que él tiene colmillos suficientemente afilados para morder directamente en la yugular del sanchismo. Él sabe cómo llegar a esos pedrócratas, okupas de ese templo que fabricaron para el líder en contra de los barones. Porque quien mejor manipuló a esa militancia para que se pusiera del lado pedrista y contra la línea oficial del aparato es Ábalos.

Así que Pedro sabe que hay un flanco que tiene descuidado y que le ayudó a medrar hasta Moncloa. Ya puede rezar para que el dragón que Ábalos lleva dentro no despierte del todo. Y, por ejemplo, cuente de una vez por qué marchó una fría madrugada del 20 de enero de 2020 al aeropuerto de Barajas, conducido en su coche blindado por Koldo García, para encontrarse con uno de los cerebros de la trama PSOE, Víctor de Aldama, y con una tipeja venezolana, vicepresidenta de una dictadura, que tenía –no por capricho– prohibida la entrada a Europa. El PP hace bien en resucitar esa investigación porque en esas maletas de la dirigente bolivariana había un poquito del perejil Zapatero, otro poquito de dinero de procedencia sospechosa, mucho de conexiones inconfesables con una narcodictadura y, sobre todo, un encargo de Pedro Sánchez de agasajar a una proscrita por Europa. El Supremo lo investigó y no encontró consecuencias penales en el incumplimiento del Gobierno español de las decisiones de la UE. Pero las responsabilidades políticas y económicas no se han sustanciado.

Las maletas, la compra de mascarillas para enriquecer a cargos socialistas y el rescate de Air Europa y Plus Ultra tienen un nexo común: José Luis Ábalos. Por entonces, la compañía aeronáutica había contratado al hoy investigado Aldama para reclamar al Gobierno de Maduro una deuda de 176 millones de euros y quién sabe si en esa valija iba ese dineral. La pregunta es qué pintaba ahí un cargo del Gobierno de España. Lo que sí sabemos a estas alturas es que el consejero delegado de Air Europa era un amigo de la esposa del presidente del Gobierno, a la que había esponsorizado algunos de sus trabajos, y con el que Begoña Gómez se reunía habitualmente.

Es importante que los árboles, frondosos y gigantes de la corrupción en los bolsillos de los amigos de Ábalos, no impidan ver el bosque de dinero sucio, muy sucio, trasladado por una delincuente bolivariana en maletas para aminorar los apuros económicos de una compañía aérea que, poco después, también recibiría 615 millones de dinero público español en forma de rescate por la pandemia. Blanco y en botella: tapar a Begoña es la consigna. Aunque sea filtrando datos fiscales –ay, Marisú– de un ciudadano que hoy es pareja de Díaz Ayuso pero que ni siquiera la conocía cuando cometió presuntamente esas irregularidades.

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