El candor político y otros lances
La oposición no puede responder con buen rollito y manos tendidas, lógicos en una situación de normalidad, cuando los tiempos son excepcionales
Leí de chaval El candor del Padre Brown y, desde aquellos relatos, Chesterton me acompañó siempre. Años después supe que Borges, otra de mis admiraciones literarias, era un lector subyugado por las historias de aquel cura bajito, con apariencia insignificante, maestro de la ironía, de la lógica y del buen pensar. El candor, la inocencia, la ingenuidad y la pureza de ánimo de aquel genial padre Brown no podrían trasladarse con garantía de eficacia a la gestión política. Caer en buenismos en medio de leones hambrientos resultaría mortal. A veces pienso que eso le ocurre a la derecha envuelta en complejos y presa del relato del adversario.
Así entiendo que nada más amenazar Sánchez con cambiar las mayorías necesarias para renovar el CGPJ, lo que es ya una chulería, Cuca Gamarra, número dos de Feijóo, asegurase que tras las elecciones europeas abordarían esa renovación. ¿Y con qué garantías? ¿Con las que recibió Casado cuando negoció –y entregó– el Tribunal de Cuentas? En aquel apaño el PP hizo el ridículo. El PSOE no es fiable; miente siempre. Vivimos una situación de excepción democrática y que la oposición no se percate, o parezca no hacerlo, supone un enorme riesgo.
Lo que ocurre en España no tiene cabida en una democracia que merezca ese nombre. Se plantea, se actúa, se decide sólo para impedir a la oposición cumplir su función; incluso se acosa al Senado porque en él tiene mayoría el PP, y algún dirigente gubernamental ha declarado que la soberanía nacional –él habló impropiamente de soberanía popular– reside en el Congreso, ignorando al Senado. La oposición no puede responder con buen rollito y manos tendidas, lógicos en una situación de normalidad, cuando los tiempos son excepcionales.
Sánchez con el agua al cuello y mintiendo, como siempre, huye de la normalidad en el relato político. El presidente –es una patología– dice que la economía española va como un cohete, pero oculta que subimos porque partimos de más abajo. Seguimos siendo campeones del paro, también del paro juvenil, vamos por delante de todos en deuda, además de perder inversión privada y las familias disminuir poder adquisitivo. El empleo que se crea es mayoritariamente público, y las cifras nos llegan falseadas en medio del misterio, no desvelado convincentemente, de los parados fijos discontinuos. Según estudios fiables a finales de 2023 eran más de medio millón, diez veces más de los que reconoció Yolanda Díaz.
Junto a tanto cohete lanzado a las nubes zapateriles de antaño, ciertos errores y meteduras de pata de hogaño. Creíamos que sólo coceaba con desparpajo en el sector socialista del Gobierno el ministro darwiniano que esta semana ha aumentado por su cuenta el número de provincias españolas, pero nos ha salido también respondona la ministra Ribera, acaso preparando su campaña europea. Ante el atentado del izquierdista radical Juraj Cintula contra el primer ministro eslovaco, Robert Fico, la ministra alertó contra la violencia de la derecha y la ultraderecha. No la escuché nunca acordarse de los terroristas que su Gobierno tiene como socios. Tranquilícese doña Teresa: hasta ahora los cinco magnicidios que hemos padecido en España se debieron a asesinos de la izquierda; sólo en un caso –el de Prim– quedan dudas.
Los que no cambian son los del sector Sumar del Gobierno. Están nerviosos, pobres, porque pinchan en las elecciones. Y van cuatro. Con todas las incógnitas tras las urnas catalanas Yoli no quiere ni pensar que se le acaba el chollo y tenga que trabajar. Urtasun anda detrás de «descolonizar» los museos, tal cual. ¿Y qué es eso? Aún no lo sabe pero se aplica mucho para llegar a saberlo. Este hombre es el único diplomático poco agraciado en la distribución neuronal del que tengo noticia, y he conocido a muchos por esos mundos. A no ser que en él pueda más la ideología mostrenca que las neuronas. Le voy a enviar un par de barreras para Las Ventas y así observe, escuche y aprenda.
Otra loca de la metedura de pata a gogó, Irene Montero, ya ex ministra y de Podemos, ha declarado que «el palco del Madrid es la ostentación de Florentino Pérez que sin presentarse a las elecciones manda más que cualquier ministro». ¡Ay, qué cosas! La idea de Irene relativa a un ministerio es «el mando». No naturalmente el servicio ni el trabajo. A ella le fue fácil llegar a un ministerio acaso gracias a las especialidades y conocimientos afectivos, llamémosles así, que demuestra en un vídeo de su juventud. Florentino Pérez ha trabajado paso a paso escribiendo su brillante biografía. Doña Irene: no es cosa del mando, es cosa del saber.
Y así todo. Qué le vamos a hacer.