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01 de julio de 2024

Cosas que pasanAlfonso Ussía

La antipochola

Navarra, carlista o isabelina, monárquica o republicana, de derechas o de izquierdas, jamás había perdido su personalidad, única e intransferible. Siempre española y patriota

Actualizada 01:30

Los socialistas navarros se han opuesto a apoyar, agradecer y reconocer el papel de la Monarquía en España. No se han atrevido a votar en contra de la propuesta del PP y Unión del Pueblo Navarro, como sí han hecho EH Bildu –ETA–, Geroa Bai –casi ETA–, y Contigo-Zurekin –ni la más puñetera idea–. Donde exista un movimiento nacionalista o separatista, el socialismo está con ellos, camuflado y sin camuflar. El PSC es nacionalista, como el PSE, como los socialistas baleares, como el PSG o el Partido Socialista del País Valenciano. Resulta curiosa esa coincidencia antiespañola en los partidos socialistas periféricos.

La presidenta de Navarra, la tal Chivite, se mueve con más comodidad ideológica entre los nacionalistas y separatistas vascos, los colonizadores de Navarra, que entre los navarros leales a España y la Constitución. Y su aspecto –ayer escribía de los aspectos y parecidos–, es muy navarro. En Navarra abundan las mujeres espigadas, delgadas y juncales. Físicamente, la tal Chivite podría –haciendo trampas con la edad– ser la décima hermana Guerendiain, las célebres y maravillosas 'Pocholas', propietarias y trabajadoras del restaurante pamplonés más conocido en el mundo. Pero supondría insultar la memoria de aquellas nueve hermanas inimitables. Pasar por Pamplona y no visitar 'Las Pocholas', todas ellas navarras de alma y aspecto, equivalía a no haber pasado por Pamplona. Y en San Fermín, las hermanas, unas en la cocina y otras en el comedor, aceptaban con una sonrisa permanente tres o cuatro turnos de comidas o cenas. Por su local en el Paseo de Sarasate, las sombras de Hemingway, Orson Welles, Alfred Hitchcock, y de todos los grandes toreros que habían toreado, o toreaban en los siguientes días, en la plaza más variopinta y bulliciosa de España. Y ahí, en «Las Pocholas», se reunió Don Juan De Borbón con los representantes del General Mola para obtener el permiso de éste –no lo concedió–, para combatir con el seudónimo de Juan López en la Guerra Civil. Y ahí, en Las Pocholas, el Cónsul británico en España, Sir Samuel Hoare, se reunió con sus aliados para evaluar la posible entrada de España en la Segunda Guerra Mundial, si Hitler cumplía su sueño de ocupar Gibraltar.

Las Pocholas eran navarras y patriotas, las nueve, Paquita, Petra, Josefina, Floren, Fermina, Rosarito, Rosalía, Conchita y María. Nueve hermanas que cumplieron con la promesa que hicieron a su madre y que pudieron cumplir, gracias a Félix Huarte que les adelantó el dinero necesario, para seguir con la tradición culinaria de la familia. Y no eran muy diferentes en su parecido a la tal Chivite, la nacionalista vasca del Partido Socialista de Navarra, la amiga de Bildu, la comprensiva con los «muchachos algo violentos de la ETA», según descripción del exreverendo padre jesuita Javier Arzallus –por favor, Arzallus y no Arzalluz, que esa «Z» final es un invento de anteayer–. Gracias a la generosidad del socialismo navarro, Pamplona está gobernada por los simpatizantes de la ETA. La tal Chivite es, por lo tanto, la antipochola, que puede gobernar Navarra gracias al período de vasconización que está sufriendo el Viejo Reino.

Los navarros son –o eran–, de sí y de no. Jamás de cobardes camuflajes. Gracias a los socialistas navarros, la colonización vasca ha llegado ya hasta la Ribera, la gran comarca navarra mucho más cercana al ánimo de Aragón que a los límites vasconavarros. Navarra, carlista o isabelina, monárquica o republicana, de derechas o de izquierdas, jamás había perdido su personalidad, única e intransferible. Siempre española y patriota.

Hasta que el nuevo socialismo se la ha entregado a los descendientes directísimos del terrorismo vecino, y sus callados condescendientes.

La enjuta, delgada y juncal Chivite, la navarra Chivite, la antipochola.

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