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LiberalidadesJuan Carlos Girauta

El socialismo como veneración del robo

Lo único regular del sanchismo es la regularidad en la irregularidad y la regularidad en la mentira, que es continuada, incluyendo las excepcionales ocasiones en que se pronuncia una verdad fáctica

Actualizada 01:30

La irregularidad sólo se predica de una parte de los inmigrantes, pero el concepto da más de sí. Tenemos un Gobierno irregular y una irregular aplicación de las leyes. Es normal que tantos extranjeros, a punto de aterrizar en España, destruyan sus pasaportes. Consideran que aquí, cuanta más irregularidad, mejor. Y tienen razón. Lo único regular del sanchismo es la regularidad en la irregularidad y la regularidad en la mentira, que es continuada, incluyendo las excepcionales ocasiones en que se pronuncia una verdad fáctica. Piensa en el administrado o justiciable platónico de una democracia e, inmediatamente después, en el hermanísimo de Sánchez. Si luego votas votas al PSOE, eres un decidido partidario de los privilegios. No solo de los territoriales, pedazo de foralista medieval, antimoderno, oscuro retrógrado. También de los privilegios personales del gobernante. Te aludo en vocativo porque me apetece. Ya sé que ningún votante socialista estará leyendo esto, salvo esos pobres que trabajan de trolls aquí abajo. Siento lo vuestro, troncos.

Quizá tú, votante socialista, ancles tu ranciedad en un peronismo revenido, donde Begoña es una Evita poco limosnera. Una cosa kirchneriana, por redundar. La familia es lo primero, solo que la PSOE no piensa en todas las familias sino en la del líder. El concepto socialista del poder incluye privilegios indiscutibles para la familia del gran jefe, que no será molestada por Hacienda por gruesos e inexplicables que sean sus ingresos. Es una visión rumana, Nicolai, Elena. Es una cosa orteguiana, pero no de don José sino de el Daniel, tipejo que abusaba de su hija con la aquiescencia de su mujer. Junto a lo peronista está lo bolivariano, cristalizado en metafamilias: mafias bifrontes, políticos del narcotráfico y narcotraficantes de la política.

En cuanto a la parentela del tirano de Venezuela, la de su antecesor, y la de los miembros de su entorno más cercano, no es que roben sin más, es que encarnan el robo. Han pillado y heredado millardos de dólares (petrolíferos, supongo) para, a continuación, ostentar de su botín con yates, lujos, coches imposibles a la puerta del Casino de Montecarlo, en tanto que ocho millones de compatriotas penan en el exilio. En estos se ha superpuesto la más perentoria necesidad (el chavismo te priva de todo, hasta de papel higiénico) con la persecución política, pues hasta una palabra dudosa le puede costar la vida al viandante anónimo. Por fin, el socialista apoya y promueve el enriquecimiento sin límites de los líderes palestinos. La viuda de Arafat llegó a París instalada en el lujo, algo que parece relacionado –¿verdad?– con los 1.300 millones de dólares que tenía el marido antes de fallecer. En cuanto a los líderes de Hamás que viven en Qatar, también son milmillonarios. La pasta ha salido de la ayuda internacional al pueblo que dicen representar. ¿Por qué todo lo que cuenta con el favor de los socialistas está trufado de una corrupción pública y desmedida? Es cuestión que deberían aclararnos estos campeones de la justicia social.

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